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Mostrando entradas con la etiqueta Dance. Mostrar todas las entradas
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miércoles, 30 de abril de 2025

Can-Can (Franz Lehár's "The merry widow")

RECUERDO A FRANZ LEHÁR

En el 155 aniversario natal del compositor austrohúngaro Franz Lehár recordamos esta pieza de su obra más célebre, la opereta "La viuda alegre". Se trata del Can-Can de las grisettes, correspondiente al Acto III, en una espectacular producción de 2014, con coreografía de Susan Stroman, de la Metropolitan Opera House de Nueva York.

lunes, 16 de septiembre de 2024

Lucero Tena - Que le llaman Relicario (Alegrías de Cádiz)

A CAI NO LE LLAMAN CAI

La insuperable bailora de flamenco hispanomexicana Lucero Tena, que hoy cumple 86 años, actuó en el Show de Ed Sullivan el 23 de abril de 1968. Allí bailó estas impresionantes Alegrías de Cádiz, acompañada por el cante de Gabriel Moreno y la guitarra de Víctor Monge "Serranito".

 

lunes, 29 de abril de 2024

Zizi Jeanmaire - Mon truc en plumes

ZIZI JEANMAIRE: 100 AÑOS

Hoy se conmemora el centenario natal de la bailarina y vedette francesa Zizi Jeanmaire, la última Reina del music-hall parisino. Aquí podemos admirarla en el Show de Ed Sullivan el 10 de enero de 1965 interpretando su emblemático número Mon truc en plumes (Bernard Dimey / Jean Constantin).

lunes, 5 de febrero de 2024

Antonio Ruiz Soler 'El Bailarín' - Martinete ("Duende y misterio del flamenco", 1952)

RECUERDO A ANTONIO EL BAILARÍN

En el vigésimo octavo aniversario del fallecimiento del bailaor español Antonio Ruiz Soler, conocido como Antonio el Bailarín, lo recordamos en esta secuencia del film "Duende y misterio del flamenco" (1952) de Edgar Neville, donde baila sin música un martinete, acompañado de la voz de El Pili.

domingo, 19 de noviembre de 2023

Carmen Amaya - Alegrías ("El embrujo del fandango", 1939, c.m.)

EL EMBRUJO DE LA CAPITANA

Cumpliéndose hoy 60 años del fallecimiento de la extraordinaria bailaora española Carmen Amaya la recordamos bailando por alegrías en este fragmento del cortometraje "El embrujo del fandango" (1939) de Jean Angelo, rodado en Cuba.

sábado, 17 de junio de 2023

Cyd Charisse - The Beggars Waltz (The Band Wagon, 1953)

EVOCACIÓN DE CYD CHARISSE

Cumpliéndose hoy quince años del adiós de la bailarina y actriz Cyd Charisse, la recordamos luciendo sus dotes para el ballet en el número títulado The Beggars Waltz, breve fragmento de "Melodías de Broadway 1955" (torpe título que en España se dio al musical "The Band Wagon", 1953, de Vincente Minnelli), con música y canciones de Arthur Schwartz y Howard Dietz, en el que compartió protagonismo con Fred Astaire.

martes, 23 de agosto de 2022

Gene Kelly - Alter-ego dance (Cover girl, 1944)

EVOCACIÓN DE GENE KELLY

El mítico bailarín, coreógrafo, actor, cantante y director cinematográfico estadounidense Gene Kelly nació tal dia como hoy en 1912. En honor a su memoria recordamos este extraordinario fragmento de la sexta película en que actuó, "Las modelos" (1944) de Charles Vidor, que protagonizó junto a Rita Hayworth. A los acordes de la música de Jerome Kern, el gran artista de Pennsylvania baila consigo mismo en el número Alter-ego dance.

jueves, 23 de junio de 2022

Bob Fosse and Gwen Verdon - Who's got the pain (Damn Yankees, 1958)

WHEN THEY DO THE MAMBO

Hoy se cumplen noventa y cinco años del nacimiento del actor, bailarín, coreógrafo y director de cine estadounidense Bob Fosse. En 1958 coreografió y actuó en la película "Malditos yanquis", comedia musical con canciones de Richard Adler (música) y Jerry Ross (letra), previamente estrenada con gran éxito en Broadway en 1955 y que en su versión fílmica dirigieron George Abbott y Stanley Donen. La estrella femenina tanto en la escena como en la pantalla fue Gwen Verdon, que en 1960 se convertiría en su esposa. Esta secuencia del film muestra a Verdon y Fosse bailando el frenético mambo Who's got the pain.

jueves, 17 de marzo de 2022

Nureyev escapó de la KGB para ser Leyenda

RUDOLF NUREYEV (Irkutsk, Soviet Union, 17-3-1938 / Levallois-Perret, France, 6-1-1993): IN MEMORIAM

En su aniversario natal recordamos al mítico bailarín clásico Rudolf Nureyev (de origen tártaro, nacido en la Unión Soviética, desertor de su país en 1961 y nacionalizado austriaco en 1982). Este corto documental resume su peripecia vital.

 

jueves, 4 de noviembre de 2021

Antonio el Bailarín - Zapateado de Sarasate ("Luna de miel", 1959)

EVOCACIÓN DE ANTONIO EL BAILARÍN

Hoy se conmemora el centenario natal de Antonio Ruiz Soler, profesionalmente conocido como Antonio el Bailarín. Entre las películas de diversas nacionalidades en que intervino figura "Luna de miel" (Honeymoon, 1959) de Michael Powell, en la que compartió créditos con Anthony Steel y Ludmilla Tchérina. A ella corrresponde esta secuencia en la que el más universal de los bailarines españoles interpreta al aire libre el Zapateado de Sarasate.

lunes, 10 de mayo de 2021

Fred Astaire - Puttin' on the Ritz ("Blue skies", 1946)

HAVE YOU SEEN THE WELL-TO-DO

En su aniversario natal recordamos al extraordinario Fred Astaire con esta magistral secuencia de la película "Cielo azul" (1946) de Stuart Heisler donde a la vez sorprende y deleita su admirable interpretación del famoso standard Puttin' on the Ritz de Irving Berlin.

Fred Astaire - Puttin' On The Ritz from Álvaro Silva on Vimeo.

sábado, 21 de noviembre de 2020

Eleanor Powell - Rosalie (title number from "Rosalie", 1937)

RECUERDO A ELEANOR POWELL

Nacida tal día como hoy en 1912, la extraordinaria bailarina estadounidense Eleanor Powell efectuó este espectacular número de danza en la película musical "Rosalie" (1937) de W. S. Van Dyke, producción de M.G.M. con música de Cole Porter.

domingo, 2 de julio de 2017

Dolce Concerto Ensemble - Danse des furies ("Orphée et Eurydice", Gluck)

CHRISTOPH WILLIBALD GLUCK (Erasbach, Baviera, Sacro Imperio Romano Germánico, 2-7-1714 / Viena, Ibid, 15-11-1787): IN MEMORIAM

Hoy es aniversario natal del compositor alemán Christoph Willibald Gluck, figura clave en la historia de la ópera. Aun de fama limitada hoy día, su importancia se debe a que propugnó la primera gran reforma de la ópera -la segunda correspondería a Richard Wagner un siglo después- a partir de su Orfeo ed Euridice (1762), actualmente su obra más representada. De hecho, ambos autores compartían bastantes planteamientos teóricos sobre el drama musical como queda reflejado en el manifiesto wagneriano "Oper und drama". También es evidente la influencia de Gluck sobre el joven Mozart, aunque, a diferencia de éste, sus personajes son todavía héroes mitológicos. Gluck representa la cumbre de la denominada ópera seria.
Hijo de un inspector forestal en el alto Palatinado bavarés, Christoph Willibald Gluck fue educado en un convento jesuita en Bohemia, donde aprendió a tocar el cello. Su infancia fue difícil y su adolescencia inquieta, por lo que se fugó de casa, ganándose el pan como musico ambulante. Posteriormente reconciliado con su padre, fue enviado a estudiar en Praga, donde trabajó como organista y comenzó a interesarse por la ópera. Estuvo en Viena en 1736 y durante algún tiempo se empleó como músico de cámara al servicio del príncipe Ferdinand Lobkowitz. El ambiente vienes, además de proporcionarle contactos con personajes destacados, influyó en su gusto por la ópera italiana, que motivó su deseo de trasladarse a Italia para estudiarla.
La protección del príncipe Antonio Maria Melzi, que disponía de una de las mejores orquestas de su tiempo, le permitió trasladarse en 1737 a Milán, donde completaría su formación musical. Fue alumno durante cuatro años de Giovanni Battista Sammartini, quien le enseñó el nuevo estilo instrumental italiano y todos los secretos de la ópera italiana. En el Teatro Ducal de Milán estrenaría Gluck su primera ópera: Artaserse (1941), a la que siguieron otras como Demetrio (1742) en Venecia, Demofoonte (1743) en Milán, Sofonisba (1944) en Milán, Ipermnestra (1944) en Venecia, Il re Poro (1744) en Turín, o Ippolito (1945) en Milán.
En 1745 se trasladó a Londres, donde conoció a Haendel, a quien admiraba, pero con quien no congenió. En esa ciudad estrenó La caduta dei giganti (1746) y Artamene (1746). De vuelta en su tierra, dio a conocer Le nozze d'Ercole e d'Ebe (1747), La Semiramide riconosciuta (1748) y La Contesa de'Numi (1749), en varias ciudades germanas, y Ezio (1949) en Praga. Finalmente regresó a Viena en 1750, donde contrajo matrimonio con Marianne Perguin, de dieciocho años y con una inmensa fortuna, lo que le permitiría trabajar a gusto, sin presiones económicas ni imperativos de los empresarios. El matrimonio no tuvo hijos, pero adoptaron a una sobrina, Marianna. Gluck tiene mucha fama en Europa y recibe encargos desde el extranjero, como el que llega de Nápoles y da como fruto La clemenza di Tito (1752).  
Continúa estrenando en Viena y en 1754 es nombrado maestro del teatro en la corte al servicio de la emperatriz María Teresa y profesor de música de sus hijos (entre ellos Maria Antonieta, futura reina de Francia). Gluck fue muy alabado por sus contemporáneos; el título de Real e Imperial Director de Orquesta de la Corte fue un honor que después de su muerte no se otorgó a nadie más, ni siquiera a Mozart, que habría de contentarse con el título de Real e Imperial compositor de cámara. Durante una estancia en Roma, en 1756, es nombrado caballero de la Orden de la Espuela de Oro por el Papa Benedicto XIV con motivo del éxito de su ópera Antigono en Roma. Nuevamente en la corte de Viena, tuvo la oportunidad de entrar en contacto con la ópera francesa, de la cual le atrae la solemnidad de las antiguas tragedias líricas y la sobriedad vocal. En este período experimenta con la escuela musical francesa y compone obras como L'ivrogne corrigé (1760), Le Cadi dupé (1761), y un ballet al estilo francés, Don Juan (1761).
Hasta 1762 compuso en el modo tradicional de sus contemporáneos, cultivado especialmente en Italia y marcado por una música destinada a los virtuosos del canto. A la sazón, el carácter convencional y recargado de la ópera barroca, de brillantez superficial y densa ornamentación melódica, disgustaba a Gluck, que se propuso acabar con los excesos, purificar y ennoblecer el género mediante una mayor sobriedad en las voces y liquidar la dictadura de los convencionalismos y la tiranía de los cantantes. Convertida en mero instrumento para el exhibicionismo vocal de los castrati, la ópera haría una importante transición del arte barroco al neoclásico con Gluck, quien comenzó a desarrollar un nuevo estilo mediante el cual intentó recuperar el propósito original de la ópera: expresar sentimientos y emociones transformados en palabras por medio de la música. A tal fin se valió de una total economía argumental y del texto, dejando atrás las complejas, tortuosas e inverosímiles tramas que el compòsitor detestaba de la ópera barroca y proponiendo al espectador la nobleza y simplicidad del drama clásico. Además difuminó las diferencias entre los recitativos y las arias y otorgó mayor protagonismo a la orquesta.
En contacto con el libretista italiano Ranieri de' Calzabigi, quien coincidió con sus ideas sobre el equilibrio que debía existir entre música y palabras, el primer resultado de esta reforma fue Orfeo ed Euridice (1762), que sobrepasó en grandeza, calidad dramática y espontaneidad a todas sus anteriores composiciones. Estrenada con gran éxito en Viena, destinada a convertirse en su ópera más famosa y una de las más influyentes en la ópera alemana posterior, contó con un famoso castrato italiano para interpretar el primer Orfeo. Doce años después, en 1774, Gluck adaptaría la ópera para acomodarse a los gustos del público francés, no aficionado a los castrati, cambiando el papel de Orfeo para un tenor alto, contando con un nuevo libreto de Pierre-Louis Moline y añadiendo ballets adicionales. Esta nueva versión se tituló Orphée et Eurydice. Para 1825 los castrati operísticos habían desaparecido prácticamente, y las representaciones de la versión original para castrato fueron haciéndose cada vez más raras. En momentos posteriores del siglo XIX, el papel de Orfeo sería  cantado por una contralto o un tenor casi las mismas veces; a partir del siglo XX, cantantes de diferentes tesituras, tanto hombres como mujeres, lo han interpretado.
Entre sus siguientes óperas figuran Il trionfo di Clelia (1763), Il Parnaso confuso (1765),Telemaco (1765), Alceste (1767), Le feste d'Apollo (1769) o Paride ed Elena (1770). El otoño de 1773 Gluck parte hacia París, donde tiene la protección de María Antonieta, que había sido su alumna en la corte de Austria. En el Teatro de la Ópera de París presenta Iphigénie en Aulide (1774) en presencia de la reina consorte. También estrenó el mismo año la versión francesa de Orfeo (Orphée et Eurydice). La celebridad del compositor crece en París. Publica artículos musicales, estrena la versión francesa de Alceste (1776) y después Armide (1777), Iphigénie en Tauride (1779) y Écho et Narcisse (1779). La presencia de Gluck en París, produjo un agrio debate entre sus seguidores y los defensores de la ópera italiana, los cuales se agruparon en torno Niccolò Piccinni (1728-1800) compositor napolitano recién llegado a París. La controversia envolvió a destacados intelectuales del Iluminismo francés, demostrando la importancia cultural de la reforma de Gluck. Las rivalidades entre los dos bandos se prolongaron incluso después de la partida de Gluck a Viena tras el fracaso de su última ópera y sufrir un ataque de apoplejía. Gluck vive con su esposa en Viena, donde nuevamente ocupa un cargo en la corte, negándose a trabajar en los encargos que le vienen de Italia, París y Londres. De 1781 data una de sus últimas composiciones, De Profundis. En sus últimos años de vida entabló una cierta amistad con Mozart. Un segundo ataque de apoplejía acabó con la vida de Christoph Willibald Gluck a los 73 años en Viena.
Las innovaciones de Gluck dejaron huella en el desarrollo operístico. Sus ideas influyeron en compositores como Wolfgang Amadeus Mozart, Luigi Cherubini, Ludwig van Beethoven o Richard Wagner.


Christoph Willibald Gluck painted by Joseph Duplessis

La importancia que Gluck dio a la orquesta en la ópera Orfeo et Eurydice es enorme. Prueba de ello es esta enérgica Danse des furies, que el compositor añadió a la versión francesa de 1774.

jueves, 22 de junio de 2017

Fred Astaire - I've got my eyes on you ("Broadway melody of 1940")

FROM A TO Z

En el trigésimo aniversario de su fallecimiento recordamos a Fred Astaire con I've got my eyes on you, composición de Cole Porter que cantó y bailó en "La nueva melodía de Broadway" (1940) de Norman Taurog, su primera película en Metro-Goldwyn-Mayer, tras su salida de RKO, estudio en el que había formado pareja artística con Ginger Rogers en nueve películas. En esta ocasión fue emparejado por primera y única vez con Eleanor Powell, la mejor bailarina de Hollywood, y ambos han sido considerados los más sobresalientes bailarines de la época dorada del cine.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Antonio el Bailarín - Alegrías

ANTONIO RUIZ SOLER (Sevilla, España, 4-11-1921 / Madrid, España, 5-2-1996): IN MEMORIAM

Hoy se cumple el noventa y cinco aniversario natal del bailarín y 'bailaor' flamenco español Antonio Ruiz Soler, popularmente conocido como Antonio el Bailarín. Desde los dieciséis años, durante décadas fue uno de los artistas más significativos y trascendentes de la danza española y su fama se extendió internacionalmente al encarnar como nadie (con la excepción de Carmen Amaya) el duende gitano que lo convirtió en leyenda. Dedicó la mayor parte de su vida al baile, creó numerosas y memorables coreografías y recibió multitud de aclamaciones, premios y reconocimientos dentro y fuera de España. Bailó para el Presidente John F. Kennedy, para la Reina Isabel II de Inglaterra, para el rey Faruk de Egipto y para Pablo Picasso - Seguir leyendo: http://www.libertaddigital.com/chic/corazon/2015-02-09/antonio-el-gran-bailarin-que-acabo-en-silla-de-ruedas-1276540082/, entre otros grandes personajes. Tras innumerables triunfos apoteósicos en todo el mundo, en 1978 realizó una gira de despedida, a la que puso punto y final en Japón. Una hemoplejía le postró en una silla de ruedas los dos últimos años de su vida, finalizada a los 74 años.

Perfil biográfico procedente de la página danza.es:

Bailarín, bailaor, coreógrafo y director, es Antonio Ruiz Soler, Antonio el bailarín, una personalidad clave en la historia de la danza española, por su innovación, difusión y creación en este arte. La fama le acompañó a lo largo de toda una vida consagrada al baile, ya fuera en escenarios de dentro y fuera del país o en el celuloide, para el que protagonizó docenas de películas. Comenzó Antonio a los 6 años en la academia del Maestro Realito, que le inició especialmente en los bailes de palillos. Calificado como niño prodigio, fue allí donde conoció a la bailarina y bailaora Rosario y con quien empezó a bailar profesionalmente con tan sólo 7 años. Una pareja artística que duraría hasta 1952 y que recorrería el mundo. Cafés conciertos, fiestas privadas y tradicionales andaluzas, fueron los primeros escenarios que Antonio pisó aún en su infancia. 1937 se presenta como un año clave, en la vida profesional del bailarín. El empresario Marquesi le contrata junto a Rosario para ir a América, donde permanecerían durante 12 años, 7 de ellos actuando en la sala Walforf-Astoria de Nueva York. Comenzó a conocerse a esta pareja de baile como Antonio y Rosario y adquirieron fama mundial. De vuelta a España, en 1949, actúan en el Teatro Fontalba e inician poco después su primera gira por Europa. Tras la ruptura de la pareja de baile en 1952, Antonio monta su primera compañía, Antonio Ballet Español, presentándose en el Festival de Música y Danza de Granada con Allegro de concierto de Granados y Alegrías y fandangos por verdiales, entre otras obras. Suite de sonatas de P. Antonio Soler, Suite de danzas vascas, con música tradicional, El amor brujo y El sombrero de tres picos de Falla son algunas de las míticas y recordadas obras estrenadas por el bailarín. En 1978, prepara Antonio con su compañía, que pasó a llamarse Antonio y los Ballets de Madrid, una gira de despedida con el espectáculo Antonio y su Teatro Flamenco. Poco después, en 1980, dirigió el Ballet Nacional Español durante tres años. Homenajeado, premiado y admirado, Antonio Ruiz Soler falleció en Madrid en 1996 tras una dura enfermedad.



Antonio Ruiz Soler se marcaba unas alegrías en la coproducción hispano-italiana "Pan, amor y... Andalucía" (1958) de Javier Setó en presencia de Peppino De Filippo y Vittorio De Sica.

lunes, 10 de octubre de 2016

Ballet Alhambra - La boda de Luis Alonso (Intermedio)

GERÓNIMO GIMÉNEZ (Sevilla, España, 10-10-1854 / Madrid, España, 19-2-1923): IN MEMORIAM

Hoy es aniversario natal del compositor y director de orquesta español Gerónimo Giménez. Músico de formación completa, además de brillar en el violín y el violonchelo, fue un importante director de orquesta y un excelente orquestador, como puede apreciarse en sus preludios e intermedios de zarzuela y poemas sinfónicos, llegando a ser conocido en su día como el maestro de guante blanco por su elegancia y claridad gestual. Compuso algunas obras sinfónicas y de cámara, pero la especialidad en la que más destacó fue la zarzuela, género al que aportó más de un centenar de títulos. Algunos de los intermedios instrumentales de estas obras se han incorporado al repertorio habital de orquestas clásicas.
Hijo de un modesto violinista, Gerónimo Giménez Bellido recibió las primeras lecciones de solfeo, violín y piano de su padre, con el cual siendo todavía muy niño se trasladó a Cádiz, en donde estudió armonía y composición. Precoz virtuoso del violín, a los doce años ya fue admitido como primer violinista del Teatro Principal de Cádiz. A los diecisiete dirigió por primera vez diversas óperas y obtuvo con ello resonantes triunfos, pese a su poca edad. A los veinte ganó una beca concedida por la Diputación de la provincia, con la que se trasladó a París para ampliar estudios en el Conservatorio.
En la capital de Francia fue condiscípulo de Debussy, al que venció en los exámenes de final de curso al quedar el español primero y segundo el genial compositor francés. Terminados sus estudios, Giménez recorrió Italia y volvió luego a España trayendo consigo unas obras sinfónicas que le fueron estrenadas en Madrid. Fue director del Teatro Apolo de Madrid, y condujo repetidas veces la orquesta del Teatro Real. Al dejarla el maestro Bretón, tomó la dirección de la Sinfónica de Madrid al frente de la cual cosechó grandes éxitos.
Atraído por el teatro, Gerónimo Giménez dejó la música grande para dedicarse a componer zarzuelas, género más fácil y mejor remunerado, en el que dejó la impronta de su genio en partituras de auténtica calidad, tales como Trafalgar (1890), El baile de Luis Alonso (1896), La boda de Luis Alonso (1897) o La tempranica (1900), que han quedado como páginas de concierto. Requerido por el éxito, compuso numerosas obras del mismo género, algunas en colaboración con Amadeo Vives.
Además de las citadas, de entre su abundantísima producción, se han grabado las partituras de El barbero de Sevilla (1901), El húsar de la guardia (1904) o La gatita blanca (1906). También han pasado al disco algunos fragmentos sinfónicos de Los voluntarios (1893) -¿quien no ha escuchado en algún desfile militar español la célebre marcha entonada por el coro en el primer cuadro de esta pequeña opereta?-, Las mujeres (1896), Los borrachos (1899), Enseñanza libre (1901), La Torre del Oro (1902), Cinematógrafo nacional (1907), El patinillo (1909) o Soleares (1919). Asímismo muchas divas del canto lírico han interpretado una y otra vez la polonesa de El barbero de Sevilla o la popular pieza La tarántula de La tempranica.
El cambio de siglo trajo consigo la decadencia del compositor hasta el extremo de conducirle, en sus últimos años, a la más penosa miseria. Cuando falleció en 1923 a los 68 años, pesaba sobre Giménez un raro olvido si tenemos en cuenta que fue uno de los mejores directores de orquesta de su tiempo. Por otra parte, la crítica le reconoció sus muchos méritos de compositor, a la altura de los más valiosos de su generación, la de Caballero, Chueca, Chapí, Bretón... Triunfador como ellos en el teatro lírico con sainetes y operetas, Giménez degradó poco a poco su talento en el llamado género ínfimo. Pero aún en él se abría paso la gracia, el duende andaluz y el gran oficio de su arte. ¿Acaso se debió a dificultades económicas, a su mala salud, o fueron secuelas de una vida desordenada y bohemia a la que agregó un trabajo agobiante? Arcanos indescifrables del artista.
Sin Giménez no habría sido tan brillante la eclosión del sinfonismo español en el siglo pasado, ni la escuela nacionalista hubiera tenido tan claro su objetivo. Albéniz y Falla le respetaron y admiraron. Moreno Torroba convirtió en ópera La tempranica y Joaquín Rodrigo le rindió homenaje a esta magna zarzuela en una de sus obras orquestales. Amadeo Vives dijo con razón que Giménez era "el músico del garbo". Sin duda lo fue, pero además poseía un sentido dramático certero y el día en que su obra sea publicada y mejor conocida se le volverá a aplaudir cual merece uno de los más auténticos maestros de la lírica española.

(Reseña a partir de la página Biografías y Vidas y el periódico El Cultural)



La boda de Luis Alonso, o La noche del encierro es una zarzuela en un acto con libreto de Francisco Javier de Burgos y Manuel López-Quiroga. Se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el 27 de enero de 1897, obteniendo un éxito señaladísimo. El preludio se repitió y así casi todos los demás números, pero donde el entusiasmo del público llegó al máximo con atronadores aplausos y gritos de ¡bravo! premiando al compositor fue en el posteriormente famosísimo Intermedio. En el video se puede apreciar en coreografía del Ballet Alhambra en una producción de José Luis Moreno.

domingo, 29 de mayo de 2016

Antologia de la Danza Española - Sevilla (Isaac Albéniz)

ISAAC ALBÉNIZ (Camprodón, Gerona, España, 29-5-1860 / Cambo-les-Bains, Aquitania, Francia, 18-5-1909): IN MEMORIAM

Hoy es aniversario natal del compositor y pianista español Isaac Albéniz, uno de los autores más importantes del siglo XIX en España, especialmente por sus obras para piano de lenguaje moderno e inspiración nacionalista. Practicamente definió el Romanticismo español en materia musical y ejerció además una considerable influencia en otros compositores nacionalistas posteriores como Turina, Granados o Falla. Instruído y de carácter cálido y afable, en su personalidad subyacía una poderosa vena melancólica. Más apreciado en su tiempo fuera que dentro de su pais, aunque sus composiciones evocan las imágenes y sonidos de España, prefirió vivir lejos de su patria ('la morena ingrata'), en la que se sentía incomprendido.
La vida de Isaac Albéniz, sobre todo durante su niñez y su juventud, es una de las novelas más apasionantes de la historia de la música. Niño prodigio, debutó como pianista a los cuatro años, con gran éxito, en un recital en el Teatro Romea de Barcelona. Tras estudiar piano en esta ciudad e intentar, infructuosamente, ingresar en el Conservatorio de París, prosiguió sus estudios en Madrid, adonde su familia se había trasladado en 1869. Espíritu inquieto, a los diez años se fue de casa, y recorrió varias ciudades y pueblos de Castilla organizando sus propios conciertos. Una segunda fuga en 1872, embarcado furtivamente como polizón, le llevó a Argentina, Uruguay, Brasil, Puerto Rico y Cuba, donde sobrevivió del mismo modo, organizando sus propias audiciones, aunque la policía lo detuvo en uno de sus viajes por toda Sudamérica, a instancias de su padre, que era el interventor general de Aduanas en las islas del Caribe. Protegido por el secretario particular de Alfonso XII, el conde de Morphy, Albéniz, consciente de sus carencias técnicas, pudo en 1876 proseguir sus estudios en el Conservatorio de Bruselas, graduándose tres años después con un primer premio en piano.
De regreso en España, se estableció en Barcelona en 1883, mismo año en que contrajo matrimonio con su alumna Rosa Jordana y Lagarriga, con quien tuvo un hijo y dos hijas. En la Ciudad Condal conoció al compositor Felip Pedrell, quien dirigió su atención hacia la música popular española, inculcándole la idea, esencial para el desarrollo de su estilo de madurez, de la necesidad de crear una música de inspiración nacional. Fue entonces cuando Albéniz, que hasta ese momento se había distinguido por la creación de piezas de salón agradables y sin pretensiones para su instrumento, el piano, empezó a tener mayores ambiciones respecto a su carrera como compositor.
Desde 1886 hasta 1889 Albéniz vivió en Madrid y continuó enseñando, dando conciertos y componiendo. Su estilo más característico comenzó a perfilarse con las primeras obras importantes de carácter nacionalista escritas a partir de 1885, en especial con la Primera Suite española, compuesta originalmente de las piezas Granada, Cataluña, Sevilla y Cuba, a las que en ediciones posteriores se añadieron Cádiz, Asturias, Aragón y Castilla. También escribió varias obras vocales durante este periodo, entre las que destaca una colección de cinco Canciones basadas en las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. La Segunda Suite Española contiene los caprichos Zaragoza y Sevilla.
El éxito de sus conciertos en París y Londres en 1889 lo animó a buscar fortuna fuera de España. Desde 1890 hasta 1893 residió en Londres y actuó por toda Gran Bretaña y por el resto de Europa. En 1893 se estableció en París, donde recibió clases de Vincent d'Indy y entró en contacto con un grupo de compositores de vanguardia, entre los que se encontraban Claude Debussy y Gabriel Fauré, que influyeron de forma decisiva en su moderna técnica compositiva. Su ideal de crear una «música nacional de acento universal» alcanzó en la suite para piano Iberia, su obra maestra -compuesta en Niza en sus últimos años de vida-, su más acabada expresión. Admirada por músicos como Debussy, la influencia de esta partitura sobre otros compositores nacionalistas españoles, entre ellos Falla y Granados, fue decisiva. Ella sola basta para otorgar a Albéniz un lugar de privilegio en la música española.
Aquejado de una enfermedad renal, Isaac Albéniz se trasladó en 1909 a  Cambo-les-Bains, población en la costa atlántica de los Pirineos franceses, donde falleció de un coma urémico once días antes de cumplir los 49 años. A propuesta de Debussy, Fauré, Dukas y otros compositores y amigos, el gobierno francés le concedió postumamente la Cruz de la Legión de Honor, depositada sobre su ataúd. España, la tierra a la que el compositor había dedicado la mayor parte de su obra, sólo mostró signos de recuerdo hacia él cuando, meses después de su muerte, repatrió su cuerpo para que fuera enterrado con honores en el cementerio de la ciudad barcelonesa de Tiana.

Periodos de la obra de Albéniz

Aunque cultivó variados géneros, en su obra predominan las composiciones para piano. En su música para este instrumento se pueden distinguir tres épocas. En la primera, que abarca sus composiciones de juventud, Albéniz compone obras de carácter romántico e intimista, influidas claramente por la música de salón. Entre las principales piezas de dicha etapa cabe citar los Seis pequeños valses (1884), sus tres Suites anciennes (1885-1886) y sus siete Sonatas para piano (1884-1888).
Su etapa nacionalista española culmina con las cinco piezas que integran los Cantos de España (1891-1894): Preludio, Oriental, Bajo la palmera, Córdoba y Seguidillas. La mayoría de las composiciones de esta segunda etapa están inscritas en la corriente de tintes andaluces denominada "alhambrismo", caracterizada por la profusión de ritmos de danzas populares y de elementos del cante jondo, así como por el uso de escalas modales como la frigia y ornamentaciones propias de la escritura para guitarra; no obstante, en algunas piezas de este período también se escuchan rasgos folclóricos de otras provincias españolas. Otras obras incluidas dentro de este apartado son la mencionada Suite Española (1886), el Concierto fantástico en La menor (1887) y las Doce piezas características (1888).
La tercera etapa creadora de Albéniz posee resonancias impresionistas, en parte fruto de sus viajes a París y de la amistad que le unió a compositores como Debussy, máximo representante del impresionismo musical francés. Su obra principal de esta última época es la suite Iberia (1905-1909), una síntesis de diversos estilos musicales que debe mucho a la escritura virtuosística para piano de Liszt, con ciertos ecos guitarrísticos. Las doce piezas que componen los cuatro cuadernos de Iberia tienen una arquitectura compleja. La mayoría de ellas emplean ritmos característicos de danza que se alternan con un estribillo lírico de carácter vocal o copla. El primer cuaderno incluye las piezas Evocación, El puerto y Corpus Christi en Sevilla, esta última eminentemente descriptiva. En el segundo cuaderno se hallan las obras Rondeña, Almería y Triana, que de nuevo hacen mención a rincones andaluces. El tercer cuaderno lo inicia la pieza titulada El Albaicín (en honor al barrio granadino de igual nombre), seguida de El Polo y de Lavapiés, única pieza de Iberia inspirada en un lugar no andaluz. Y por último Málaga, Jerez y Eritaña, que son las tres piezas que integran el cuarto cuaderno.
Albéniz no posee una producción orquestal muy amplia, pero todas sus obras sinfónicas están dotadas de un colorido y una armonía de gran riqueza, así como de destacables innovaciones instrumentales. En ocasiones incluso integraba en la orquesta instrumentos de viento de la cobla catalana. También fue autor de lieder y zarzuela. Respecto a su música escénica, hay que citar la ópera Pepita Jiménez (1895), que, representada en toda Europa, fue siempre la obra favorita del compositor. En ella Albéniz se aleja de la tradición wagneriana para desarrollar un lenguaje autóctono, expresivo y lírico. En cambio, en sus óperas Henry Clifford (1995) y Merlín (1902) es patente su admiración por Wagner.

(Reseña a partir de la página Biografías y Vidas)



La Suite Española opus 47 de Isaac Albéniz está compuesta principalmente de obras escritas en 1886, que se agruparon en 1887 en honor de la Reina de España Isabel II. Como muchas de las obras para piano del compositor, estas piezas son cuadros de diferentes regiones y músicas de España. La obra se inscribe dentro de la corriente nacionalista (pasada por el tamiz del refinamiento y la estilización) relacionada con el Romanticismo. Una de sus piezas más conocidas es Sevilla, que en el video se puede apreciar con fondo orquestal en una grabación del espectáculo "Antología de la Danza Española" (2006) en el Teatro La Latina de Madrid. 

jueves, 19 de noviembre de 2015

¡Carmen! La Capitana (Documental biográfico de Carmen Amaya)

CARMEN AMAYA (Barcelona, España, 2-11-1918 / Bagur, Gerona, España, 19-11-1963): IN MEMORIAM

Hoy se cumplen 52 años del fallecimiento de la mítica bailaora española Carmen Amaya, la más grande leyenda del flamenco a escala universal de todos los tiempos. Desde que vino al mundo, oyendo el continuo murmullo del mar, llevó el arte flamenco, 'quejío' del alma gitana, en su sangre. Su incomparable fuerza, furia, embrujo y 'duende' en estado puro, desde muy pronto, se hicieron patentes para asombro de propios y extraños en cuantos escenarios pisó. A lo largo de su extraordinaria carrera, jalonada de memorables triunfos, su genio inigualable fue admirado por celebridades como Winston Churchill, la Reina Madre de Inglaterra, el Presidente Franklin D. Roosevelt. Arturo Toscanini, Leopold Stokowski, Charles Chaplin, Greta Garbo, Fred Astaire, Orson Welles, Marlon Brando, Luis Buñuel o Jean Cocteau. Aplaudida por tantos públicos, halagada por tantos éxitos, continuó siendo fiel a sus orígenes con la mayor sencillez hasta su temprana muerte a los 45 años.
Carmen Amaya Amaya nació en una barraca de madera junto al mar en el Somorrrostro barcelonés, un mísero barrio de chabolas habitado por gitanos. Sus padres eran el guitarrista José Amaya El Chino y Micaela Amaya. La hermana de la madre, Juana Amaya, conocida como La Faraona, fue, en cambio, muy conocida por su porte estatuario y su talento para el baile. La pequeña Carmencita Amaya compartió, desde mitad de los años veinte, los escenarios barceloneses junto a su padre y su tía. En 1929 comenzó su proyección internacional, pues fue contratada junto a su tía Juana y su prima María para actuar en París, en el espectáculo París-Madrid de la cupletista Raquel Meller. Aprovechando su estancia en París, el director de cine Benito Perojo también se fijó en el Trío Amaya para ambientar a lo flamenco unas secuencias de su película La bodega (1929). A su vuelta a Barcelona, los Amaya continuaron actuando por todos los escenarios posibles. Con motivo de la inauguración de la Semana Andaluza en la Exposición Nacional de Barcelona de 1930 visitada por el Rey Alfonso XIII, toda la familia fue retratada para un reportaje gráfico que apareció en la portada del suplemento Notas Gráficas de La Vanguardia.  
La llegada de la II República supuso un cambio a mejor en las condiciones de vida de toda su familia, los periodistas ya hablaban de ella, su caché subía y consiguieron abandonar la barraca de la playa para trasladarse a un piso en la calle de las Tapias, en el Barrio Chino. A partir de 1934, sus actuaciones y éxitos se suceden, ya conocida como La Capitana. El despegue definitivo, a nivel nacional, se produjo a partir de que el director José Luis Sáenz de Heredia la contrató como artista invitada en la película La hija de Juan Simón (1935). Instalada con su familia en Madrid, actuó en multitud de salas, como el Teatro de la Zarzuela, con Conchita Piquer y Miguel de Molina, y en otras localidades españolas, como Sevilla, San Sebastián o Valladolid. Su primer papel como protagonista en el cine se lo proporcionó Francisco Elías para María de la O (1936), meses antes de dejar España, al comienzo de la Guerra Civil.
En 1936, salió de Lisboa, con parte de su familia, rumbo a Buenos Aires, donde sus bailes causaron tal sensación, sobre todo en el Teatro Maravillas, que prorrogó sus actuaciones durante un año consecutivo. El éxito en Argentina le llevó a actuar por toda la geografía americana: Uruguay, Chile, Perú, Brasil, Colombia, Ecuador, Venezuela, República Dominicana, Cuba y, también, México. Durante su estancia en Cuba rodaron el pequeño cortometraje El embrujo del fandango (1939) del que un par de escenas del guitarrista Sabicas y Carmen fueron 'incrustadas' en la película Martingala (1940) de Fernando Mignoni.
Desembarcaron en Nueva York en diciembre de 1940 y, de la mano del empresario y mánager de estrellas Sol Hurok, debutaron en el cabaret Beachcomber el 17 de enero de 1941. Aquí empezó el periodo dorado en la trayectoria artística de Carmen Amaya. La revista LIFE le dedicó su portada y un amplio reportaje. Dejó el cabaret y debutó, a lo grande, en el Carnegie Hall de Nueva York en enero de 1942. Fue invitada para bailar en el President’s Birthday Ball, la fiesta benéfica que se hacía cada cumpleaños del Presidente F.D. Roosevelt, en 1943, que envió el avión presidencial para recogerla. En ese mismo año estrenó su versión de "El amor brujo" ante 20.000 espectadores en el inmenso Hollywood Bowl de Los Ángeles y aprovechó para grabar sus bailes en las películas Knickerbocker Holiday (1944), Follow the boys (1944) y See my lawyer (1945). Su fama ya no tiene fronteras. En México rodó la película Los amores de un torero (1945) de José Díaz Morales, junto a Joaquín Rodríguez 'Cagancho', y siguió actuando por Cuba, Brasil, Venezuela, Uruguay y Argentina.
Volvió a España en 1947, después de once años de ausencia, como una artista consagrada mundialmente. Estrenó su espectáculo "Embrujo Español" en el Teatro Madrid de Madrid y luego lo siguió representando en diferentes localidades españolas, como Valladolid, Zamora o Sevilla. En Barcelona, lo estrenó el 18 de diciembre de ese mismo año y la prensa le dedicó especial atención, con enjundiosos artículos de Sebastià Guasch y Néstor Luján para la prestigiosa revista Destino.
Sus espectáculos ahora se representan en los mejores teatros de las principales ciudades de cada país. En París, actuó en el prestigioso Théatre des Champs Elysées y en Londres, en el Prince’s Theater. En su nueva gira por Argentina en 1950, llenó el Teatro Astral de Buenos Aires y el Avenida de Rosario. En 1951, actuó en Sevilla, en Biarritz, en Madrid, en Barcelona, en Lisboa. En este mismo año, y de la mano del guitarrista Mario Escudero, conocerá al que sería su marido, Juan Antonio Agüero. Se casaron el 19 de octubre de 1951 en Barcelona, en la iglesia de Santa Mónica, al final de las Ramblas. Fue una ceremonia sencilla, fiel a su estilo, a primera hora de la mañana, con unos pocos amigos íntimos y familiares allegados. El brevísimo noviazgo (de apenas 15 días) no fue óbice para que fueran un matrimonio entregado el uno para el otro hasta el final.  A partir de entonces y, probablemente influida por el carácter inquieto y viajero de Juan Antonio Agüero, la compañía de Carmen Amaya desplegó su arte por todos los rincones del planeta. Es difícil seguirlos en sus innumerables viajes: España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Argentina, Chile, México, Venezuela, Perú, México, etc.
Su vuelta a Nueva York, de nuevo en el Carnegie Hall, provocó la enaltecida crítica del experto en danza John Martin para The New York Times, el 1 de octubre de 1955. En 1956 y 1957 grabó en Nueva York con Sabicas a la guitarra los álbumes "Queen of the gypsies" y "Flamenco!" ensalzados por la prensa. Volvió a actuar en diferentes películas como Quand te tues-tu? (1953) del director francés Émile Couzinet, Dringue, Castrito y la lámpara de Aladino (1954) de Luis José Moglia, rodada en Argentina, y Música en la noche (1958) de Tito Davison, rodada en México. 
En 1959, gracias a la intervención de su amigo y periodista Josep Maria Massip durante el gobierno del alcalde Porcioles, Barcelona le rindió un emotivo homenaje con la inauguración de una fuente con su nombre en el Paseo Marítimo el 17 de febrero. Ella, emocionada, y generosa como siempre con todos los suyos, canceló sus compromisos y trasladó a su compañía desde París a Barcelona para ofrecer un único recital benéfico en el Palau de la Música para construir el nuevo Hospital-Asilo de San Rafael. Al final del concierto, se le impuso la Medalla de Oro concedida por el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Durante sus últimos años de vida siguió actuando sin desmayo, otra vez en los Estados Unidos, en México, Venezuela, Puerto Rico, Uruguay y Francia. En España, encadenó diversas giras por Palma de Mallorca y la Costa Brava, donde finalmente compró una bonita masía, el Mas Pinc de Begur (Gerona) en la que poder descansar en los breves interludios de sus extenuantes giras mundiales.
Carmen padeció toda su vida una afección renal congénita. En los últimos años, su salud se había deteriorado muy rápidamente. El Dr. Puigvert, primera autoridad mundial en el campo de la urología, la atendía desde hacía algún tiempo. Su diagnóstico fue muy claro: debía dejar inmediatamente de bailar. Carmen no tenía curación posible, en aquella época no se conocían los trasplantes, pero podía alargar su vida. No le hizo caso, no podía hacérselo porque el baile era su vida ("Si no bailo, me muero" decía). Rodó la que sería su última película, Los tarantos (1963) de Francisco Rovira Beleta, ya muy enferma. Carmen no la pudo ver estrenar, pero ha quedado como su gran testamento cinematográfico. Una actuación llena de emoción, dramatismo y bailes inolvidables. La artista quiso pasar sus últimos días en su masía de Begur. Allí le pidieron que bailara una vez más en una actuación benéfica para recaudar fondos para la iluminación del viejo castillo del pueblo. Ella, que nunca tuvo un no, bailó, y lo hizo como siempre: con toda su alma. No pudo acabar la actuación. Aquella vez fue la última que se la vio bailar. A las nueve de la mañana del 19 de noviembre su corazón dejó de latir. Juan Antonio, su marido, acariciaba su mano con ternura. La noticia de su muerte corrió por todo el mundo, llenando de tristeza y desolación a todos los que la conocieron. Aquel día los teatros cerraron en señal de luto, los cines donde se proyectaba Los tarantos hicieron lo mismo, y los gitanos del Somorrostro, fieles a esa tradición que les hace bailar en los bautizos, en las bodas y en los entierros, lloraron, cantaron y bailaron toda la noche. Al amanecer, mirando al mar, dejaron en el suelo las guitarras y las castañuelas orladas de negro. Acabado el entierro, Juan Antonio Agüero se encerró en el sótano de la casa. Sólo le acompañaban su vieja guitarra y una caja de whisky. Se pasó una semana entera sin salir de allí. Nunca más volvió a tocar en público. Unos años después, cuando ya habían empezado a olvidarse de ella, su viudo se llevó los restos de Carmen al panteón familiar en Santander.

Como eco de la gloria de su leyenda, he aquí lo que algunos personajes famosos dijeron de Carmen Amaya:

Arturo Toscanini: "Jamás había visto en mi vida una bailarina con tanto fuego, ritmo y tan terrible y maravillosa personalidad".
Leopold Stokowski: "Tiene el diablo en el cuerpo".
Jean Cocteau: "Carmen Amaya es el granizo sobre el vidrio de una ventana, el grito de la golondrina, un cigarro fumado por una mujer soñadora, una tempestad de aplausos… Desde los ballets rusos de Sergei Diaghliev no habíamos vuelto a encontrarnos con esa clase de citas de amor en un teatro".
Charles Chaplin: "Es un volcán alumbrado por soberbios resplandores de música española".
Fred Astaire: "De Carmen hay mucho que ver, mucho que admirar… y mucho que aprender".
Greta Garbo: "Es una artista, y si parece poco, una artista única, porque es inimitable".
Orson Welles: "Es la más artista de las bailarinas, y la más genial de las artistas".



Con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento, RTVE emitió este magnífico y emocionante documental sobre la inolvidable bailaora flamenca dirigido por Marcel Li Parés en 2013.
 





jueves, 6 de noviembre de 2014

Vienna State Opera Ballet (with Rudolf Nureyev & Margot Fonteyn) - Swan Lake waltz (Piotr Ilyich Tchaikovsky)

DANCING TRIBUTE TO TCHAIKOVSKY

En 1966 se filmó una histórica representación en la Opera de Viena de "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky encabezada por Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, con coreografía de este último. La Orquesta Sinfónica de Viena fue dirigida por John Lanchbery. La mítica pareja había revolucionado el mundo del ballet cruzando los límites entre ballet clásico y danza moderna. Nureyev dijo que ambos bailaban con "un cuerpo y un alma". El video recoge la intervención del célebre bailarín durante la interpretación del vals del famoso ballet.

martes, 27 de mayo de 2014

Isadora Duncan (San Francisco, US, 27-5-1877 / Nice, France, 14-9-1927): In memoriam

"BEAUTY IS TRUTH, TRUTH BEAUTY, THAT IS ALL..."

Hoy es aniversario natal de la bailarina y coreógrafa estadounidense Isadora Duncan, considerada la creadora de la danza moderna. Duncan revolucionó el ballet clásico, que consideraba antinatural, oponiéndose al maquillaje, el tutú, las medias y las zapatillas de punta y creó escuela con sus alumnas, las llamadas 'Isadorables'. Asímismo, por su poco convencional vida amorosa, ha pasado a la historia como icono feminista.

Un perfil de su figura extraido (con modificaciones) de la página Buscabiografías:

La menor de cuatro hermanos, a los diez años de edad abandonó la escuela para impartir clases de danza y contribuir a los gastos de la familia. Sus padres se habían divorciado y su madre debió ser una figura extravagante para la época: independiente, aferrada a los hijos y sin fe religiosa. Aborrecía los convencionalismos. Eligió el feminismo entre la presión calvinista y el credo católico. Mrs. Duncan, profesora de piano, interpretaba para ella y sus hermanos obras de Beethoven, Schumann, Schubert, Mozart o Chopin.
El debut profesional de Isadora fue en 1899 en Chicago (Illinois). En los albores del siglo XX, convence a su madre y a su hermana para que la familia emigre a Europa. Las Duncan parten en 1900 y se asientan en Londres inicialmente, y posteriormente en París. La autodidadacta Isadora, en los principales museos de ambas ciudades, se interesa por la cultura clásica y la estudia con detenimiento. Algunos años después comenzó a realizar giras por Europa y Estados Unidos dando recitales de danza y estableciendo escuelas cerca de Berlín en 1904, en París en 1914 y en Moscú en 1921.
Los movimientos libres y fluidos que expresaban emociones internas, eran características de su danza. Le encantaban los cánones de belleza de la antigua Grecia. En sus actuaciones se vestía con una túnica transparente, con los pies, brazos y piernas desnudos y su largo cabello suelto. A través de la impresión que su baile suscitó en el coreógrafo de origen ruso Mijáil Fokine, ejerció una enorme influencia en el ballet del siglo XX. Igual sucedió con muchos coreógrafos, entre los que destacan los estadounidenses Ruth St. Denis y Ted Shawn.
Su vida personal fue trágica. Tuvo una hija con el escenógrafo británico Gordon Craig y un hijo con Paris Singer, hijo del magnate de las máquinas de coser. Los dos niños fallecieron en 1913, en un accidente automovilístico. Un tercer hijo del escultor italiano Romano Romanelli murió en 1914 a las pocas horas de nacer. En 1922 contrajo matrimonio con el poeta ruso Sergei Esenin, diecisiete años más joven que ella, pero poco tiempo después se separaron y él se suicidó a finales de 1925. Estuvo sumida en la pobreza durante sus últimos años. Hizo una última y dramática aparición en París poco antes de su muerte.
Isadora Duncan falleció a los 50 años la noche del 14 de septiembre de 1927 en Niza, cuando se desplazaba en su automóvil deportivo por una carretera costera. La punta de un largo foulard de seda que adornaba su cuello se atoró en una de las llantas y causó su estrangulamiento.
En 1927 se publicó su autobiografía "Mi vida".