EL POETA DE AMÉRICA
Hoy es aniversario natal del poeta estadounidense Walt Whitman. Considerado, junto a Emily Dickinson y Henry David Thoreau,
uno de los máximos exponentes del denominado 'misticismo de la
Naturaleza', dejó un extenso y fecundo legado poético que, recogido en
un solo volumen, Hojas de hierba, le convirtió en el mayor
renovador temático y estilístico de la lírica norteamericana del siglo
XIX. La difusión mundial de su producción poética -impregnada de un
intenso y gozoso vitalismo que, en su audaz exploración del cuerpo
humano, el amor carnal y los violentos contrastes entre la vida y la
muerte, se adentra con hondura y belleza inigualables en un
trascendentalismo simbólico de alcance universal- dejó un notable poso
de influencias en las composiciones de una copiosa multitud de
escritores de todas las literaturas occidentales, con especial
incidencia en la obra de su compatriota Allen Ginsberg y en el resto de los poetas estadounidenses de la llamada 'beat generation'. Es asímismo un referente clásico de la cultura homosexual.
Hijo de madre holandesa y padre británico, fue el segundo de los nueve
vástagos de una familia con escasos recursos económicos. Pasó sólo
ocasionalmente por la escuela y pronto tuvo que empezar a trabajar,
primero, y a pesar de su escasa formación académica, como maestro
itinerante, y más tarde en una imprenta. Allí se despertó su afición por el periodismo, interés
que le llevó a trabajar en varios diarios y revistas neoyorquinos.
Nombrado director del Brooklyn Eagle en 1846, permaneció en el cargo
sólo dos años debido a su disconformidad con la línea abiertamente
proesclavista defendida por el periódico. Su afición por la ópera
(género que influyó enormemente en su obra poética) le permitió
coincidir en una noche de estreno con un dirigente del periódico Crescent de
Nueva Orleans, quien lo convenció para que dejara Nueva York y
aceptase una oferta para trabajar en el diario.
Durante
el viaje hacia al Sur, que emprendió en 1848, tuvo la oportunidad de
contemplar una realidad, la de provincias, para él totalmente
desconocida y que, en definitiva, sería decisiva para su carrera futura.
Por todo este conjunto de experiencias, cuando regresó a Nueva York,
unos meses después, abandonó el periodismo y se entregó por completo a
la escritura.
La primera edición de su gran obra, sin embargo, no vio la luz hasta 1855. Esta primera edición de Hojas de hierba (habría otras ocho en vida del poeta) constaba de
doce poemas, todos ellos sin título, y fue el propio Whitman quien se
encargó de editarla y de llevarla a la imprenta. De los mil ejemplares
de la tirada, Whitman vendió pocos y regaló la mayoría, uno de ellos a
Ralph Waldo Emerson, importante figura de la escena literaria
estadounidense y su primer admirador. Su crítica, muy positiva, motivó a
Whitman para seguir escribiendo, a pesar de su ruinosa situación
económica y de la nula repercusión que, en general, habían tenido sus
poemas.
Al año siguiente apareció la segunda edición
y, cuatro años más tarde, la tercera, que amplió con un poema de
presentación y otro de despedida. La noticia de que su hermano George
había sido herido, al comienzo de la Guerra Civil, le impulsó a
abandonar Nueva York para ir a verle a Fredericksburg. Más tarde se
trasladó a Washington D.C. donde, apesadumbrado por el sufrimiento de
los soldados heridos, trabajó voluntariamente como ayudante de
enfermería. Tras el fin de la contienda, se estableció en Washington,
donde trabajó para la Administración. Allí publicó varios ensayos de
contenido político, en los cuales defendía los ideales democráticos,
pero rechazaba el materialismo que, a su juicio, impregnaba la vida y
las aspiraciones de la sociedad estadounidense.
Aquejado de varias enfermedades, en 1873 se
vio obligado a abandonar Washington y trasladarse a Camden, en Nueva
Jersey, donde permaneció hasta su muerte. Dedicó los últimos años de su
vida a revisar su obra poética, y a escribir nuevos poemas que fue
incluyendo en las sucesivas ediciones de Hojas de hierba.
Whitman
fue el primer poeta que experimentó las posibilidades del verso libre,
sirviéndose para ello de un lenguaje sencillo y cercano a la prosa, a la
vez que creaba una nueva mitología para la joven nación estadounidense,
según los postulados del americanismo emergente. El individualismo, los
relatos de sus propias experiencias, un tratamiento revolucionario del
impulso erótico y la creencia en los valores universales de la
democracia son los rasgos novedosos de su poética; en línea con el
romanticismo del momento, propuso en su poesía una comunión entre los
hombres y la naturaleza de signo cercano al panteísmo. Tanto por sus
temas como por la forma, la poesía de Whitman se alejaba de todo cuanto
se entendía habitualmente por poético, aunque supo crear con los nuevos
materiales momentos de hondo lirismo. Su fecunda individualidad se pone en todo momento al servicio de los
intereses comunes y las preocupaciones compartidas con sus
conciudadanos, como queda bien patente en su famoso poema Canto a mí mismo.
(Testos recogidos de las páginas mcnbiografías y Biografías y vidas)
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