EL REBELDE IRREDUCTIBLE
El director alemán de cine, teatro y televisión Rainer Werner Fassbinder cumpliría hoy 70 años de no haber fallecido a los 37 tras un cocktail letal de cocaína y barbitúricos. El cuerpo sin vida de Fassbinder fue encontrado desnudo sobre su cama, con un cigarrillo en sus labios y el vídeo encendido. Considerado en su dia el 'enfant terrible' del cine alemán, del que fue una de las figuras más prominentes, su prolífica obra comprende unas cuarenta películas (para el cine o la televisión) y más de treinta obras de teatro (algunas de ellas escrita por él). En su vida privada, autodestructivo y proclive a los excesos, no le importaban las convenciones sociales. Entre 1970 y 1972 estuvo casado con la actriz Ingrid Caven y entre 1978 y 1982 con Juliane Lorenz, si bien hizo gala
en público de su homosexualidad y fue amante de varios de sus actores. Entre los cineastas influenciados por su obra figura Pedro Almodóvar.
Informe procedente (con algunas modificaciones) de la página Biografías y Vidas:
Fassbinder fue uno de los creadores más admirados y controvertidos de las últimas
décadas. Catalogado dentro de la generación de estupendos cineastas
alemanes que surgieron tras el Manifiesto de Oberhausen, siempre le
encantó no obstante ir por libre, a toda velocidad y con un notable afán
provocador que abrió senderos inéditos en la industria europea. Con sus
virtudes y con sus defectos, el cine de Fassbinder ofrece una mirada
personal sobre un universo donde la homosexualidad, la
emigración o las drogas sirven de marco a historias melodramáticas que
en muchas ocasiones recrean sentidas historias de amor.
Combinación de rupturista hombre de izquierdas próximo a
las tendencias más radicales del momento y conservador amante de géneros clásicos como el melodrama (se confesaba admirador de Douglas Sirk y Raoul Walsh), lo kitsch
se funde con lo desaforado, el sensacionalismo, las pasiones al límite o
la crítica de costumbres. Todo ello a vertiginosa carrera y en
largometrajes que se sucedieron el uno al otro sin apenas respiro, como
demuestra el hecho de que su filmografía haya sido tan amplia o que en
determinados años fuese capaz de realizar hasta cinco películas. De ahí
que una de sus máximas vitales estuviese comprendida en una frase que
hizo historia: "Ya dormiré cuando esté muerto".
Alcohólico
y drogadicto, Fassbinder es el cineasta del exceso y de los mundos
marginales recreados dentro de la normalidad. Desde sus inicios con El amor es más frío que la muerte (1969)
su cine no dejó indiferente a nadie y generó encendidas polémicas en
torno a la auténtica valía de su obra o referidas a los explícitos
contenidos que abordaba. Pero tampoco se le pudo negar por parte de sus
detractores que era un agudo observador de la realidad y de los
submundos que rodean nuestra existencia cotidiana.
Criado
por su madre tras el traumático divorcio de sus progenitores, vivió
desde pequeño sumergido en el ambiente teatral y cinematográfico. La
madre, traductora y actriz, le animó a que ingresara en una escuela de
teatro donde Fassbinder conocería a una joven intérprete, Hanna
Schygulla, que con el paso de los meses se convirtió en una de sus musas
artísticas y en protagonista de buena parte de sus films.
Con
ella se introdujo en el mundo de los escenarios como director y ambos
fundaron una compañía independiente de vanguardia cuyos postulados
radicales llevarían a la Adminstración alemana a prohibir sus
actividades. Aunque ya para entonces Fassbinder, Schygulla y otros
actores como Kurt Raab, Peer Raben o Irm Hermann habían creado estrechos
lazos de amistad y un ferviente deseo de continuar juntos sus carreras.
Ésta fue precisamente una de las bases sobre las
que Fassbinder asentó su trayectoria fulgurante: una compañía más o
menos estable de actores que, sin apenas ensayos, eran capaces de
lanzarse a cualquier aventura que se les propusiese y salir airosos del
empeño. Algo que resultaría crucial para un cineasta que enlazaba
película tras película sin descanso, e incluso simultaneando dicha
actividad con el teatro.
¿Por qué le da el ataque de locura al señor R.?
(1970) supuso el primer espaldarazo internacional a su cine y provocó la
admiración generalizada por el demoledor retrato que se hacía de un
psicópata, aparentemente respetable, que escondía bajo su apariencia de
buena persona a un asesino capaz de matar a su familia y a un vecino.
Aunque, como se vino a demostrar pronto, Fassbinder era alguien
imprevisible y por tanto el desconcierto estaba asegurado: Whity (1971), por ejemplo, marcaba un giro completo a su trayectoria al beber en las fuentes del western, aunque la ironía, el sarcasmo y la gélida estética alemana acababan imponiéndose a cualquier condicionante de género.
Como
su ritmo de trabajo era imposible de soportar para los productores
cinematográficos, más acostumbrados a esperar la amortización parcial de
sus films antes de seguir adelante, Fassbinder acabó alternando teatro
con cine y con televisión, medio para el que rodó varias series de éxito
que luego, convenientemente cortadas en su metraje, fueron estrenadas
en las salas comerciales de exhibición. Este sería el caso de El mercader de las cuatro estaciones (1971), amarga crónica de la decadencia de un humilde vendedor, o de Berlin Alexanderplatz (1980), fresco histórico sobre la Alemania contemporánea.
Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (1972),
adaptación de una obra teatral escrita por él mismo, le asentó
definitivamente en la primera línea internacional. La polémica de su
contenido, que narraba la historia de una lesbiana que durante años ha
debido ocultarlo por miedo a las repercusiones sociales y familiares,
quedó amortiguada por la enorme plasticidad de sus imágenes y el intenso
lirismo con el que era tratado el tema. Lo cual puede trasladarse
igualmente a títulos como Todos nos llamamos Alí (1974), sobre una relación interracial entre un emigrante magrebí y una madura alemana acomodada, o La ley del más fuerte (1975),
donde el propio Fassbinder encarnaba a un trabajador homosexual que
tras conseguir una importante suma de dinero en la lotería acabará
perdiéndolo todo, incluso la dignidad.
Pero
Fassbinder deseaba también sobrepasar los márgenes del cineasta de culto
para llegar a más amplios sectores de público, por lo que con Effi Briest
(1974) comenzó a manejar más elevados presupuestos que le permitían abordar
historias de época. Esta tendencia llegaría sobre todo a su punto
culminante con La ruleta china (1976) y Querelle (1982), protagonizadas
por un reparto de estrellas y en las que intentaba armonizar su universo
personal con las relativas sumisiones de una distribución
internacional.
Ambientes marginales, reflexión histórica sobre Alemania y cierta capacidad presupuestaria encontraron finalmente acomodo en El matrimonio de María Braun (1978),
uno de los largometrajes más emblemáticos de la carrera de Rainer
Werner Fassbinder. Relato metafórico sobre el ascenso de una prostituta
hasta las mayores cotas del poder económico, este film denunciaba la
hipocresía de la sociedad alemana y la falsa solidaridad que imperaba
entre los desfavorecidos.
Por su parte, Lili Marleen (1981), Lola (1981) y La ansiedad de Veronika Voss (1982), con la que ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín, cerrarían una trayectoria que tuvo su última y definitiva estación en Querelle (1982), rodada poco antes de morir a consecuencia de una sobredosis de drogas y cuyo montaje fue culminado por sus colaboradores.
Siempre me ha interesado este director, y aquí he encontrado un espléndido resumen. Muchas gracias.
ResponderEliminarPersonaje y reseña, ambos, apasionantes!!
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