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domingo, 10 de mayo de 2015

Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, España, 10-5-1843 / Madrid, España, 4-1-1920): In memoriam

MAESTRO INDISCUTIBLE DE LA NOVELA REALISTA ESPAÑOLA

Hoy es aniversario natal del célebre escritor español Benito Pérez Galdós, universalmente una de las figura cumbre de las letras en el siglo XIX y el mejor novelista nacido en España desde Miguel de Cervantes. Residente en la capital desde los 19 años, colaboró como articulista en diversas publicaciones, entre ellas "La Nación", "El Debate" o "La Ilustración de Madrid". Influenciado por sus lecturas de Zola, Balzac, Flaubert y Dickens, se convirtió en el autor más representativo del Realismo español y gozó de gran prestigio entre sus coetáneos. La magnitud de su obra es gigantesca: fue autor de casi un centenar de novelas (entre las que se cuentan sus 46 Episodios Nacionales), cerca de 30 obras de teatro, y el equivalente a 20 volúmenes de relatos y artículos periodísticos. Sus novelas se caracterizan por un estilo autodidacta directo y sin artificios retóricos, concebidas desde su memoria privilegiada, su curiosidad incansable, su capacidad de observación crítica e irónica y su pasión por la lectura. Retrató el Madrid de su tiempo con la misma profundidad y precisión que lo hiciese el pintor Francisco de Goya casi un siglo antes.
De ideas progresistas, se involucró en política a partir de 1886 como diputado electo por Guayama (Puerto Rico) en las Cortes -repitiendo en las legislaturas de 1907 y 1910 como diputado por Madrid y en 1914 por Las Palmas- y, pese a la oposición de los sectores más reaccionarios y ultracatólicos, nombrado Académico en 1897. Además, estas fuerzas, de poderosa raigambre en la época y ajenas al  valor literario e intelectual de la obra galdosiana, se conjuraron para boicotear obcecadamente una y otra vez toda propuesta para el Nobel de Literatura al novelista canario. La propia Academia sueca, en su ala más conservadora, vetó el premio a Galdós como también ocurrió con otros grandes maestros de la literatura como Tolstoi, Ibsen, Zola o Strindberg.
Galdós nunca se casó y se le atribuyen multitud de romances, como el que vivió discretamente con la escritora Emilia Pardo Bazán, que fue una de sus más sinceras confidentes y colaboradoras. Se le conoce una hija natural, María Galdós Cobián, nacida en 1891 de Lorenza Cobián. A finales del XIX, el escritor pasó largas temporadas en Santander, ciudad en la que organizó interesantes tertulias frecuentadas por lo más granado de la cultura. Arruinado por su tendencia a endeudarse recurriendo a usureros prestamistas y aquejado de arteriosclerosis y ceguera progresiva, falleció a los 76 años. En su entierro, costeado por el Estado, 30.000 madrileños desfilaron por la capilla ardiente y más de 20.000  acompañaron su féretro hasta el cementerio madrileño de La Almudena. En señal de duelo, esa noche del 4 de enero se cerraron todos los teatros de Madrid con el cartel de No hay función.

Semblanza biográfica procedente de la página El poder de la palabra:

Novelista y dramaturgo español, uno de los escritores más representativos del siglo XIX, junto con Clarín y Emilia Pardo Bazán. Nació en Las Palmas (Islas Canarias) en 1843, el décimo hijo de un coronel del Ejército. Fue un niño reservado, interesado por la pintura, la música y los libros. La llegada a Las Palmas de una prima le trastornó emocionalmente y sus padres decidieron que fuera a Madrid a estudiar Derecho, en 1862. En esta ciudad entra en contacto con el krausismo por medio de Francisco Giner de los Ríos, el cual le anima a escribir y le presenta en la redacción de algunas revistas. Se transforma en un madrileño que frecuenta tertulias literarias en los cafés, que asiste puntualmente al Ateneo madrileño, que recorre incesantemente la ciudad y se interesa por los problemas políticos y sociales del momento: se define a sí mismo como progresista y anticlerical. En 1868 viaja a París y descubre a los grandes novelistas franceses. A su regreso traduce a Dickens, escribe teatro y, por fin, en 1870 se decide a publicar su primera novela, La Fontana de oro, con el dinero que le da una tía, ya que en esa época las novelas o se publicaban por entregas en publicaciones periódicas, revistas y periódicos, o corrían a costa del autor; la obra era todavía romántica pero en ella ya empezaban a verse sus ideas radicales que aflorarán en el decenio siguiente. En estos años comienza a escribir los Episodios nacionales, en la década de 1880, su época de máxima creación. También en estos años se compromete activamente en política, ya que de 1886 a 1890 es diputado por el partido de Sagasta, aunque nunca pronunció un discurso. A pesar de la oposición ultracatólica que no le perdonó haber escrito Doña Perfecta (1876), un panfleto anticlerical, fue elegido miembro de la Real Academia Española. La obra de Galdós se caracteriza por su marcado y nítido realismo. Él es un gran observador con toques geniales de intuición que le permiten reflejar tanto las atmósferas de los ambientes y las situaciones que describe como los retratos de lugares y de personajes. Se sirve del lenguaje para identificar a sus personajes y esto ha hecho que muchas veces se le acuse de lo que no es: usa un lenguaje ramplón cuando describe o habla un personaje ramplón. Galdós dividió su obra en "Episodios nacionales", "Novelas españolas de la primera época" y "Novelas españolas contemporáneas". Además hay que considerar su teatro.

Hasta 1880 son unas novelas de tesis, maniqueas, donde los buenos son personajes modernos, abiertos, liberales y progresistas, y los malos, conservadores, tradicionalistas, fanáticos religiosos e intransigentes. Obras simplistas llenas de ardor juvenil. Entre éstas destacan Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), Marianela (1878) y La familia de León Roch (1878). En Doña Perfecta cargó las tintas en el anticlericalismo y en el enfrentamiento entre progreso y tradición; en Gloria repartió por igual la intransigencia religiosa entre judíos y católicos, y en La familia de León Roch entre católicos y liberales. Desde 1873 a 1912, Pérez Galdós se propuso el ambicioso proyecto de contar la historia novelada de la España del siglo XIX, es decir, desde 1807 hasta la Restauración, con la intención de analizar el protagonismo de las fuerzas conservadoras y de progreso en España. Son 46 novelas distribuidas en cinco series de diez obras cada una, excepto la última que quedó interrumpida y sólo tiene seis. Obras corales, épicas, que cubren la anécdota del protagonista individual. Muy lejos de la novela histórica del romanticismo, Galdós se documenta con rigor y hasta donde puede de los hechos históricos y los comentarios están narrados con gran objetividad. Las dos primeras series (1873-1879) cubren la guerra de Independencia y el reinado de Fernando VII. En ellas el autor manifiesta un cierto optimismo en una evolución lenta pero segura hacia el progreso. Entre las obras más celebradas de estas series se encuentran Trafalgar, Bailén, Napoleón en Chamartín o La familia de Carlos IV. En 1898, retomó de nuevo las series, en las que trabajó hasta 1912. Cubre desde las Guerras Carlistas hasta la Restauración. El optimismo galdosiano se ha apagado y ahora aparece la visión amarga de la España profunda dividida y enfrentada en guerras fratricidas; ante esta convicción el autor busca una salida en el ideal de "la distribución equitativa del bienestar humano" resultado de su izquierdismo político. Algunas de las obras de este periodo son Zumalacárregui, Mendizábal, De Oñate a La Granja, Amadeo I o el último episodio, Cánovas.

A partir de 1881 son más de veinte y casi todas se desarrollan en Madrid. En estas obras el autor ya no utiliza planteamientos maniqueos religiosos o políticos para valorar las conductas de sus personajes, y con plena libertad analiza sus sentimientos, deseos y frustraciones. Lo que surge es un conjunto impresionante de mezquinos, bondadosos, burgueses adinerados, nobles arruinados, desheredados, grandezas y miserias de gentes que viven para aparentar. Galdós consigue captar esta pluralidad social y vital con técnicas narrativas nuevas sirviéndose tanto del monólogo interior, como del estilo indirecto o del personaje narrador —que ya había utilizado en los primeros "Episodios Nacionales"—. Ahora el autor presenta y el lector juzga. La primera de estas novelas es La desheredada (1881), obra naturalista en la que la protagonista, una muchacha loca que está en el manicomio de Leganés (Madrid), se cree descendiente de un aristócrata y acaba en la prostitución; El amigo Manso (1883), obra que ya anuncia las "nivolas" de Miguel de Unamuno, plantea el contraste entre un profesor krausista y su superficial y taimado alumno; en Tormento (1884) la protagonista es engañada y seducida por un sacerdote disoluto y la recoge un indiano enriquecido aunque no se casa con ella; en Miau (1888) describe las penalidades de un cesante progresista durante un gobierno conservador, y el infierno de la burocracia; la usura aparece tratada en Torquemada en la hoguera (1889) en la que se narra la ascensión social de un usurero que acaba convertido en senador; el tema ético y religioso se aborda en Nazarín (1895), que Luis Buñuel llevó a la pantalla -como también hizo con otra novela de Galdós, Tristana (1892)- en la que se ve a un sacerdote perder la fe porque su pureza evangélica no es comprendida ni aceptada por un mundo mezquino; Misericordia (1897) está considerada como una de sus obras maestras y en ella retrata a la dulce Benina, que mendiga para llevar dinero a la casa en la que trabaja de criada sin cobrar y en la que aparece el retablo más descarnado de la miseria madrileña. Entre todas estas obras destaca Fortunata y Jacinta (1887) el mural más extraordinario sobre la historia y la sociedad madrileña de la época y una de las mejores novelas de la literatura española. El paso de los años le daba brío y en 1892 se entregó a la reforma del teatro nacional. El estreno de Electra (1901) supuso un acontecimiento nacional: al acabar la representación los jóvenes modernistas acompañaron al autor hasta su casa en olor de multitud. En 1907 volvió al Congreso, como republicano, y en 1909 con Pablo Iglesias, fue jefe titular de la "conjunción republicano-socialista". Su izquierdismo fue el causante de que no se le otorgara el Premio Nobel. En 1920 murió ciego y pobre en Madrid, su ciudad de adopción.


Benito Pérez Galdós por Joaquín Sorolla y Batista, 1894

El insigne escritor, desengañado de la política, tuvo asímismo una faceta visionaria que anticipó la Guerra Civil Española:

«Los dos partidos que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...»

Benito Pérez Galdós, Cánovas, Madrid, 1912


1 comentario:

  1. Esta publicación, más que una semblanza biográfica es todo un ensayo alrededor de Pérez Galdós con clase de estilo literario incluida.

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