THE DUKE
Aniversario natal del actor estadounidense John Wayne, de larga carrera en el cine, que abarca más de cincuenta años y 170 películas, 142 de ellas como protagonista, una cifra récord. Su imagen ruda y masculina ha quedado asociada para la mayoría del público con el western, género con el que más se le identifica, aunque también rodase películas bélicas, policiacas, de aventuras, etc. Ya sexagenario ganó un Globo de Oro y un Oscar al mejor actor.
Perfil biográfico (con retoques) de la página El Criticón:
Uno de los grandes mitos e iconos
de la historia del cine. Símbolo por antonomasia del western, traspasa
con creces ese distintivo para convertirse en uno de los personajes más
queridos por el público cinéfilo estadounidense y una presencia
ineludible para todos los amantes del séptimo arte.
El Duque nació el 26 de mayo de 1907 en Winterset, Iowa (Estados
Unidos). Unos días después fue bautizado con el rimbombante nombre de
Marion Michael Morrison.
En su temprana niñez Marion y sus padres, Clyde y Mary, decidieron
trasladarse a California debido al mejor clima que ofrecía para la salud
de su padre, quien cambió su profesión de farmacéutico por la de
ranchero en la parte sur del soleado Estado. En el rancho fue en donde el joven Marion aprendió a dominar con
habilidad el arte ecuestre, pues iba a todas partes montado en su caballo. Tristemente, la aventura ranchera no le salió bien a Clyde Morrison y
éste regresó a sus quehaceres de boticario en la ciudad de Glendale, en
donde el mejor compañero de Marion, además de su hermano Robert, fue su
perro "Duke" (de ahí viene su apodo aristocrático). Gran aficionado a los deportes, Marion era un buen jugador de fútbol americano y no descuidaba sus estudios. Después de terminar su etapa en el instituto, acudió a la Universidad de
California del Sur en donde prosiguió su carrera deportiva y académica.
Su fortaleza física (atlético y con una altura superior al 1’90) hizo
que el popular actor de westerns Tom Mix se fijase en él y le propusiera
actuar como especialista en una de sus películas. A Marion no le
pareció mal la idea y se pasó por los estudios de Hollywood en donde
trabajó para la Fox como chico para todo. Allí
conoció a un joven director que comenzaba a hacerse un nombre en el cine
llamado John Ford. Rápidamente congeniaron y entablaron una duradera
amistad que les uniría con éxito profesionalmente. Ford le consiguió sus primeros papeles de figurante en varias
producciones (suyas o de otros), debutando en un papel no acreditado de
una película dirigida por Jack Conway que llevaba el título de Brown of Harvard (1926). Después de estos primeros pasos, lo primero que hizo Morrison cuando vio
la oportunidad de asentarse como actor fue reconsiderar su nombre
auténtico. Lo de Marion Morrison no le parecía demasiado masculino. Pensó en Tony
Morrison, pero tampoco le convenció, así que sus primeras apariciones
acabaron acreditadas con el nombre de Duke Morrison. Poco después Ford
le recomendó que cambiara lo de Morrison por Wayne. John Wayne fue el
nombre adoptado definitivamente.
El primer papel protagonista para Wayne llegó de nuevo por mediación
de su amigo John Ford, quien le recomendó a Raoul Walsh para intervenir
en La gran jornada (1930). La película fue un fracaso comercial y Wayne regresó a las películas de
serie B pero ahora ya, sobre todo, como protagonista de innumerables westerns de
escasa calidad. Tras intervenir en cuantiosas cintas del Oeste para diversas
productoras de segunda, entre ellas Republic, Lone Star, Monogram o Vitagraph,
Wayne contó con otra oportunidad para dejar atrás la serie B cuando Ford
le requirió para protagonizar La diligencia (1939), la película que
hizo de John Wayne una superestrella, estrellato del que nunca se apeó y
que le convirtió en un ídolo y referencia de conducta para muchos de
sus compatriotas.
Los años 40 y 50 transformaron al desconocido Wayne en uno de los
actores más importantes que haya conocido el mundo cultural
norteamericano, alcanzando tras su muerte un calificativo de leyenda que
se acentuó todavía más con el paso del tiempo. Asimismo, su capacidad como intérprete fue mejorando progresivamente
gracias a las enseñanzas de dos de (entre otros) los más grandes
maestros que haya conocido el cine: el citado John Ford y Howard Hawks (por no hablar de Raoul Walsh, Henry Hathaway o William Wellman).
Algunas de sus películas más importantes de estas dos décadas fueron Mando siniestro (1940) de Raoul Walsh, Hombres intrépidos (1940) de
John Ford, Siete pecadores (1940) de Tay Garnett, Piratas del Mar Caribe (1942) de Cecil B. De Mille, They were expendable (1945) de John Ford, Sucedió en el tren (1946) de Mervyn
LeRoy, Fort Apache (1948) de Ford, Río Rojo (1948) de Howard Hawks, Tres padrinos (1948) de Ford, Arenas sangrientas (1949) de Allan
Dwan, La legión invencible (1949) de John Ford, Río Grande (1950) de
nuevo con Ford, Infierno en las nubes (1951) de Nicholas Ray, El hombre tranquilo
(1952) de John Ford, The high and the mighty (1954) de William
Wellman, Callejón sangriento (1955), film también dirigido por Wellman
con Lauren Bacall
como co-protagonista, Centauros del desierto (1956) de John Ford,
Escrito bajo el sol (1957) de Ford, Arenas de muerte (1957) de Henry Hathaway, El bárbaro y la geisha (1958) de John Huston, Rio Bravo (1959) de Howard Hawks y Misión de audaces (1959) de Ford.
Wayne diversificó sus funciones cinematográficas, ya que además de actor
se introdujo en tareas de producción con su compañía Wayne-Felowes (que
posteriormente se llamó Batjac y en la que se encontraban sus hijos), y
a partir de los 60 también dirigió dos películas: El Alamo (1960) y Boinas verdes (1968).
Como actor y al margen de sus propias cintas, John Wayne brilló en las
décadas de los 60 y 70 con Alaska, tierra de oro (1960) de Henry
Hathaway, Los comancheros (1961) de Michael Curtiz, Hatari (1962) de
Howard Hawks, las superproducciones La conquista del Oeste (1962) y El día más largo (1962), El hombre que mató a Liberty Valance (1962)
de Ford, La taberna del irlandés (1963), de nuevo bajo las órdenes del
gran John Ford, Primera victoria (1965) de Otto Preminger, Los cuatro hijos de Katie Elder (1965) de Hathaway, El Dorado (1966) de Hawks, Ataque al carro blindado (1967) de Burt
Kennedy, Valor de ley (1969) de Hathaway, Río Lobo (1970) de Hawks, Los cowboys (1972) de Mark Rydell, Ladrones de trenes (1973) de Burt Kennedy, McQ (1974) de John Sturges, El rifle y la biblia (1975) de Stuart Millar y
su último y valioso trabajo cinematográfico, El último pistolero
(1976) de Don Siegel.
Por su actuación en Valor de ley (1969) logró el Oscar al mejor actor,
premio al que había sido nominado veinte años antes por la película de
Allan Dwan Arenas sangrientas (1949).
Wayne, que compartió créditos en varias ocasiones con Maureen O'Hara, contrajo matrimonio en tres ocasiones y siempre con mujeres de origen hispano. La primera con Josephine Saenz, hija del cónsul de Panamá, en un enlace
que duró desde 1933 hasta 1945. La segunda con la mexicana Esperanza
Bauer, con quien se casó en el año 1946 para divorciarse en 1954, y la
tercera y última con la peruana Pilar Palette, con quien estuvo casado
desde 1954 hasta su muerte (aunque él mantenía una relación con su
secretaria Pat Stacey). Tuvo siete hijos, cuatro con Josephine: Michael (nacido en 1934), Mary
Antonia (1936), Patrick (1939) y Melinda (1940), y tres con Pilar: Aissa
(1956), John Ethan (1962) y Marisa (1966).
El fallecimiento de John Wayne se produjo a causa de un cáncer de estómago el 11 de
junio del año 1979. El padecimiento del cáncer se achacó a su
intervención en la película El conquistador de Mongolia (1956), un
film cuyo rodaje transcurrió en un espacio anteriormente utilizado para
pruebas nucleares. El Duque tenía 72 años.
Tremenda semblanza!! John Wayne, uno de los imprescindibles!!
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