CABALLERO SIN ESPADA
Aniversario natal del gran actor estadounidense James Stewart, considerado uno de los mejores de la época dorada de Hollywood. Cinco veces candidato a los premios de la Academia, ganó un Oscar en competición y otro honorífico, además del Life Achievement Award del American Film Institute (AFI), entre otras abundantes distinciones. En la mayoría de las 92 películas que rodó, muchas de ellas clásicos del séptimo arte, personificó con inteligente solvencia el prototipo de americano de clase media con sus luchas y esfuerzos cotidianos. Muy escasos actores cuentan con una filmografía de la categoría de la suya.
Perfil biográfico extraído (con algunos retoques) de la página El Criticón:
Hijo de comerciantes ferreteros, cuando su destino parecía que se encaminaba a la arquitectura, pues
estudió la carrera en la Universidad de Princeton, Jimmy Stewart comenzó
a dedicarse a la interpretación al conocer al director Joshua Logan, quien le propuso que se uniera a su grupo teatral University Players, una compañía en la se encontraba gente como Henry Fonda o Margaret Sullavan. Tras estos inicios, Stewart se mudó con Fonda a la ciudad de Nueva York
para probar fortuna en Broadway, en donde recibiría excelentes críticas
por su trabajo.
Con la recomendación de la actriz y columnista Hedda Hopper, Jimmy
realizó una prueba para la Metro Goldwyn Mayer, estudio que le
contrataría a mediados de los años 30. Su primer papel fue en La voz que acusa (1935), una película dirigida por Tim Whelan y protagonizada
por Spencer Tracy.
Al año siguiente, Stewart intervino en ocho títulos, de los que los más destacados serían Rose Marie (1936) de W. S. Van Dyke, Cuando volvamos a amarnos (1936), un film dirigido por Edward Griffith que estaba co-protagonizado por su antigua compañera Margaret Sullavan, Una chica de provincias (1936) de William A. Wellman, Nacida para la danza (1936) de Roy del Ruth y Ella, él y Asta (1936), película dirigida de nuevo por Van Dyke. Seguirían títulos como El séptimo cielo (1937) de Henry King o Ardid femenino (1938) de George Stevens.
Al año siguiente, Stewart intervino en ocho títulos, de los que los más destacados serían Rose Marie (1936) de W. S. Van Dyke, Cuando volvamos a amarnos (1936), un film dirigido por Edward Griffith que estaba co-protagonizado por su antigua compañera Margaret Sullavan, Una chica de provincias (1936) de William A. Wellman, Nacida para la danza (1936) de Roy del Ruth y Ella, él y Asta (1936), película dirigida de nuevo por Van Dyke. Seguirían títulos como El séptimo cielo (1937) de Henry King o Ardid femenino (1938) de George Stevens.
Stewart alcanzaría el estrellato cuando coincidió por primera vez con el
gran director Frank Capra en Vive como quieras (1938), una estupenda
comedia co-protagonizada con Jean Arthur que ganó el Oscar a la mejor película. A raíz de ahí, Stewart terminó la década de los 30 con filmes del calibre de El lazo sagrado (1939) de John Cromwell, En este mundo traidor
(1939) de Van Dyke, Caballero sin espada
(1939), otro título de Capra, por el que sería nominado al premio Oscar por primera vez y Arizona (1939), un western muy taquillero de George Marshall, donde encabezó el reparto junto a Marlene Dietrich.
En los años 40 su carrera se vio frenada por su participación en la Segunda Guerra Mundial. Antes de acudir al ejército protagonizó películas como El bazar de las sorpresas (1940),
comedia de Ernst Lubitsch
en la que se emparejaba con Margaret Sullavan, al igual que en el drama Tormenta mortal (1940) de Frank Borzage, o Historias de Filadelfia (1940), una comedia
de George Cukor que reunía a tres de los mejores intérpretes de la
historia del cine: Cary Grant, Katharine Hepburn y James Stewart. Por esta película Stewart logró el Oscar como mejor actor. Antes de partir para el frente, también protagonizó No puedo vivir sin ti
(1941) de Clarence Brown o Las chicas de Ziegfeld (1941) de Robert Z. Leonard. Por sus servicios bélicos, James sería galardonando y nombrado Coronel, alcanzando con el tiempo el rango de General que le otorgaría el Presidente Eisenhower.
A pesar de que su trabajo como actor se vio suspendido por esta ausencia, la popularidad de Stewart alcanzó sus cotas máximas en esta época.
En la posguerra, Jimmy volvería al cine después de cinco años sin
participar en ninguna producción. Su primer film tras este largo
alejamiento sería ¡Qué bello es vivir! (1946), todo un clásico de Frank
Capra por el que Stewart lograría convertirse en el actor favorito de la
audiencia estadounidense. Sería nominado al Oscar por tercera vez.
Los años 40 y 50 fueron periodos llenos de obras maestras que harían del
actor de Indiana uno de los grandes de la historia del cine. Sólo
citando una serie de sus títulos más imprescindibles se puede apreciar
la importancia de este hombre a nivel interpretativo: Yo creo en ti
(1948) de Henry Hathaway, La soga (1948) de Alfred Hitchcock
(en su primera participación con el gran maestro del cine), Winchester 73 (1950) de Anthony Mann (en también su primera colaboración -de las ocho- con Mann), Flecha rota (1950), western de Delmer Daves, El invisible Harvey (1950), con nueva nominación al Oscar y Momentos de peligro (1951), ambas de Henry Koster, (1952), El mayor
espectáculo del mundo (1952) de Cecil B. DeMille, Horizontes lejanos (1952), Colorado Jim
(1953), Bahía negra (1953) y Música y lágrimas (1954), cuatro
títulos de nuevo bajo las órdenes de Anthony Mann, La ventana
indiscreta (1954) de Hitchcock, Tierras lejanas (1955), Acorazados del aire (1955) y El hombre
de Laramie (1955), tres trabajos otra vez en compañía del director
Anthony Mann, El hombre que sabía demasiado (1956) dirigido por
Hitchcock, El héroe solitario (1957),
biografía del piloto Charles Lindbergh con dirección de Billy Wilder, Vértigo (1958), la
obra maestra de Alfred Hitchcock, Me enamoré de una bruja (1958) de Richard Quine
o Anatomía de un asesinato (1959), un film dirigido por Otto
Preminger por el que volvió a ser nominado al Oscar por quinta vez y FBI contra el imperio del crimen (1959) de Mervyn LeRoy.
En los años 60 la producción de sus trabajos fue menguando, comenzando
la década de manera espléndida al filmar con John Ford dos westerns
memorables: Dos cabalgan juntos (1961) y El hombre que mató a Liberty
Valance (1962). Ese mismo año Jimmy
participó en el western épico La conquista del Oeste (1962),
película que reunió a algunos de los nombres más prestigiosos dentro de
la dirección e interpretación del famoso género estadounidense. Además de estos títulos, un ya añoso James Stewart, protagonizó amables
películas como Un optimista de vacaciones (1962), Regalo para soltero (1963) o Querida Briggite (1965), las tres dirigidas por Henry
Koster, productos familiares de fácil consumo y sin
pretensiones. John Ford volvió a contar con él para El gran combate (1964) lo mismo que otros westerns menores que hicieron que la
figura de Stewart se fuese poco a poco retirando de la gran pantalla. De su etapa final destacan El club social de Cheyenne (1970) de Gene Kelly, junto a su amigo Henry Fonda, y El último pistolero (1976) de Don Siegel, junto a John Wayne y Lauren Bacall. Con actuaciones muy esporádicas Stewart se retiraría a principios de los
años 80.
En 1949 James Stewart se había casado con Gloria Hatrick, con la que tuvo cuatro hijos y de quien nunca se separó hasta la muerte de ella en 1994.
James Stewart falleció en Los Angeles en 1997 a los 89 años, a consecuencia de una embolia pulmonar. El Presidente Bill Clinton dijo aquel día: "Estados Unidos perdió hoy un tesoro nacional. Jimmy Stewart fue un gran actor, un caballero y un patriota".
Un elegido del talento. Siempre impecable y brillante!
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