GEORGE GERSHWIN (Brooklyn, New York, 26-9-1898 / Beverly Hills, California, 11-7-1937): IN MEMORIAM
Tal día como hoy hace 77 años pasó a mejor vida el insigne y magistral compositor estadounidense Jacob Gershovitz, conocido mundialmente como George Gershwin, quien en su corta existencia de tan sólo 38 años legó a la posteridad obras inmortales como Rhapsody in blue (1924), An American in Paris (1928) o Porgy and Bess (1935), cumbres de la música norteamericana.
Desde que en 1920 Al Jolson popularizase Swanee, su primera canción de gran éxito, escrita por él con Irving Caesar como letrista un año antes, hasta su temprana muerte, el maestro Gershwin, en sus diversas obras compuestas para espectáculos de Broadway o películas de Hollywood, dejó una impresionante cantidad de canciones, que el tiempo ha convertido en standards en las voces de los mejores intérpretes. ¿Quién no ha escuchado alguna vez -además de las archifamosas I got rhythm o Summertime de sus arriba mencionadas obras capitales- melodías tan características como A foggy day, Bidin' my time, But not for me, Embraceable you, Fascinating rhythm, Funny face, He loves and she loves, How long has this been going on?, I've got a crush on you, Lady be good, Let's call the whole thing off, Love is here to stay, Love is sweeping the country, 's wonderful, Shall we dance?, Someone to watch over me, Strike up the band, Sweet and lowdown, The man I love, They all laughed, They can't take that away from me, Treat me rough, o Who cares?, entre otras muchas? No cabe duda de que George Gershwin es el gran genio de la música estadonidense.
Esta es la semblanza que le dedica la página Biografías y Vidas:
En un país que, hasta el final de la Primera Guerra Mundial, había
dependido en el ámbito musical casi exclusivamente de modas,
compositores e intérpretes llegados de Europa, George Gershwin fue el
primero en hacer oír una voz inequívocamente autóctona, aunque capaz, al
mismo tiempo, de conquistar el éxito fuera de las fronteras de su
patria. Y lo hizo a través de unas obras en que hábilmente se
sintetizaban elementos procedentes del jazz y de la tradición clásica, y
que le permitieron destacar por igual en campos tan dispares como el de
la música sinfónica y la popular.
Hijo
de una familia de inmigrantes rusos de origen judío, su talento para la
música se manifestó a temprana edad, cuando, mediante un voluntarioso
aprendizaje autodidacto, aprendió a tocar el piano de oído. Ante su
entusiasmo, su padre decidió hacerle estudiar en serio con un profesor,
Charles Hambitzer, quien le descubrió el mundo sonoro de compositores
como Liszt, Chopin o Debussy. Sin embargo, los grandes referentes de
Gershwin en aquellos primeros años fueron Irving Berlin y Jerome Kern,
reyes del Broadway de la época gracias a sus canciones y sus comedias
musicales. El deseo de triunfar como compositor en las salas de
concierto, aunque latente entonces, no tomaría forma hasta años más
tarde.
Así, abandonó en 1914 sus estudios para trabajar
en unos almacenes de música en los que, sentado al piano, presentaba al
público las melodías de moda. Pronto se animó él mismo a componer sus
primeras canciones, algunas de las cuales consiguieron cierta
popularidad y, sobre todo, le valieron la oportunidad de escribir su
primer musical para Broadway, La, la, Lucille. Su inmediato éxito significó el verdadero comienzo de su carrera como compositor. A éste siguieron otros títulos como Lady Be Good, Oh Kay!, Funny Face, Girl Crazy y Of Thee I Sing, que contribuyeron a cimentar su fama y a convertirlo en un personaje aún más popular que sus admirados Kern y Berlin.
A partir de la década de 1920, inició también la
composición de otros trabajos destinados a las salas de concierto.
Fecha señalada en este sentido fue la del 12 de febrero de 1924, cuando
estrenó en el Aeolian Hall de Nueva York su Rhapsody in blue, una
pieza para piano y orquesta en la que de manera original se
sintetizaban algunos elementos del jazz, como la síncopa, con otros de
procedencia clásica. La obra fue polémica, sobre todo a causa de esa
misma mezcla de estilos «serio» y «ligero» que constituye su esencia,
pero en poco tiempo consiguió hacerse con un puesto en el repertorio de
los mejores solistas y las más destacadas orquestas.
Rhapsody in blue fue la primera obra
seria en que Gershwin abandonó los fáciles éxitos de las operetas, del
cinematógrafo y de los teatros de variedades, e intentó revestir las
características rítmicas, instrumentales y temáticas del jazz con los
modos sabios de la música europea, la cual estaría representada en este
caso por el poema sinfónico de Strauss. Con todo, algo del énfasis y de
la megalomanía instrumental del modelo ha pasado a la susodicha
imitación americana, sofocando en parte la frescura y la sinceridad de
los elementos del jazz.
El "blue", que es, como se sabe, típica
expresión americana que indica tristeza, nostalgia o melancolía,
sentimiento característico que se infiltra en la ruidosa jovialidad, dio
lugar a un ritmo en el que se inspiró Gershwin cuando quiso celebrar,
en su primera composición de gran acierto y serias aspiraciones, la vida
intensa y tumultuosa de las metrópolis, los torbellinos de las
muchedumbres atareadas, el caos de las grandes arterias bulliciosas y
palpitantes bajo las moles despiadadas de los rascacielos, la
insatisfacción y la tristeza reprimida del individuo perdido en medio de
la muchedumbre. Fenómeno típicamente americano; la flor del sentimiento
brota tenue y delicada del árido suelo de cementos y asfaltos en la
geométrica rigidez de la vida moderna.
Musicalmente, Rhapsody in blue está
compuesta de varios órdenes de elementos: los gritos lacerantes y
descarados de una abigarrada instrumentación de jazz, atractiva con la
insignificancia de su fácil y clamorosa alegría; el angustiado
replegarse en la nostalgia de los instrumentos de cuerda y de los
saxofones; y por debajo de todo esto, el ritmo obstinado y frenético del
jazz, ininterrumpidamente palpitante como el cuerpo gigantesco de la
gran ciudad, como el pisoteo de los pies de la enorme muchedumbre
atareada. Rhapsody in blue no es una obra ligera y burlesca, como
podría darlo a creer su exterioridad espectacular y brillante; en ella
está profundamente sentida y parcialmente expresada la trágica
contradicción de la vida moderna en las grandes metrópolis apresuradas,
rígidas y desecadas en sus construcciones geométricas de cemento y
acero. Una especie, en suma, de Dos Passos musical, incluso por su
ingenua afición a la sensacional exterioridad técnica.
El éxito de Rhapsody in blue no hizo
olvidar a Gershwin sus numerosas lagunas técnicas, por lo que prosiguió
sus estudios musicales con la intención de enriquecer su estilo y
abordar metas más ambiciosas. En 1925 llegó otra composición
concertante, el Concierto para piano en fa, a la que siguió la pieza sinfónica Un americano en París.
Estrenada el 13 de diciembre de 1928 en Nueva York, Un americano en París
es una partitura colorista y brillante en la que Gershwin intentó
describir las impresiones de un turista estadounidense mientras pasea
por la capital gala. Y lo hizo con un envidiable sentido del humor,
evidente en algunos originales recursos instrumentales, como el
sorprendente uso de bocinas de automóvil o la cita de melodías de
variopinta procedencia. La orquestación es del propio Gershwin, y en
ella interviene destacadamente la batería, así como las cuatro bocinas
de auto adquiridas por el compositor en un establecimiento situado en la
avenida de la Grand'Armée. El cine, de la mano del director Vincente Minnelli y el actor y bailarín Gene Kelly, contribuirían a la celebridad de la pieza.
La culminación de su carrera como compositor llegó en 1935 con la ópera Porgy and Bess,
en la que el autor, fiel a su estilo, sintetizó las dos tradiciones
que conocía: la estadounidense, representada por el jazz y el
espiritual, y la sinfónica europea. Gershwin escogió para su primera y
única ópera (su prematura muerte truncó la realización de nuevos
proyectos) un argumento en el que se describe de forma vívida y poética
la vida de una comunidad negra en el sur de Estados Unidos,
concretamente en la localidad de Charleston.
Sus protagonistas principales son el inválido
Porgy y Bess, una joven con problemas de adicción a las drogas. El
conflicto estalla cuando Crown, el amante de ella, mata a un hombre
durante una partida de dados y huye. Cuando Bess busca refugio al lado
de Porgy, el amor nace entre ellos dos. La felicidad de ambos, sin
embargo, no será posible: Crown regresa y Porgy se ve obligado a
matarlo. Con Porgy en la cárcel, Bess cederá a las insinuaciones de
Sporting Life, un traficante de drogas, para marchar a Nueva York con
él. Cuando el inválido sale de la prisión y se entera de la noticia,
decide partir en busca de su amada.
Compuesta sobre un libreto escrito por su
hermano Ira, su habitual colaborador, y Du Bose Heyward, sobre una
novela original del segundo, Porgy and Bess no sólo es el título
de la obra fundamental del repertorio operístico estadounidense, sino
que también es el de una de las más extraordinarias óperas del siglo XX.
Una de las características más sorprendentes de esta ópera es el uso
que su autor hace del jazz (asociado primordialmente al personaje de
Sporting Life) y del espiritual afroamericano. Ya en obras anteriores
Gershwin se había distinguido por su habilidad para sintetizar recursos
de estos lenguajes con la tradición clásica europea, pero es en su ópera
donde esta síntesis alcanza sus mejores resultados. Números como Summertime (una de las canciones más universales de todo el repertorio estadounidense), Oh, I got plenty o'nuttin o Bess, you is my woman now son absolutamente inolvidables. Ellos son los que, junto a algunas páginas corales, hacen de Porgy and Bess una obra irrepetible y fascinante.
El estreno de Porgy and Bess tuvo lugar
el 30 de setiembre de 1935 en Boston, provocando el desconcierto de
algunos críticos por su innovador uso de fórmulas procedentes del jazz y
del espiritual africano, dos estilos alejados de la ópera convencional.
A pesar de esa inicial resistencia por parte de la crítica
especializada, Porgy and Bess se impuso rápidamente en los
escenarios de todo el mundo, hasta el punto de que hoy es la ópera
estadounidense por antonomasia. George Gershwin, sin embargo, no pudo
disfrutar durante mucho tiempo de su éxito: un tumor cerebral truncó
prematuramente su vida, privando a la música estadounidense de uno de
sus compositores más representativos y universales.
Adorable!! Una joya de semblanza!!
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