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lunes, 7 de julio de 2014

Vittorio De Sica (Sora, Lazio, Italia, 7-7-1901 / Neuilly-sur-Seine, France, 13-11-1974): In memoriam

EL ORO DE ITALIA

Aniversario natal del gran director y actor italiano Vittorio De Sica, figura clave del Neorrealismo italiano y un cineasta profundamente humanista. Su película El limpiabotas fue la primera en lengua no inglesa en ganar un Oscar honorífico, así como también obtuvo otro Ladrón de bicicletas (considerada después una de las quince películas más influentes en la historia del cine). Ya en competición, Ayer, hoy y mañana y El jardín de los Finzi Contini consiguieron también sendos premios de la Academia. Asímismo dos de sus films fueron galardonados con el Premio Especial del Jurado en Cannes (Milagro en Milán) y el Oso de Oro en Berlín (El jardín de los finzi Contini).

La siguiente reseña biográfica (con algún ligero retoque) está tomada de la página decine21:

El defensor de la humanidad
por Juan Luis Sánchez

Ya no quedan cineastas tan sensibles con el entorno social, elegantes, creativos y humanos como Vittorio De Sica. Fue también un notable actor candidato al Oscar como secundario.
Nacido en Sora, la ciudad italiana de la provincia de Terra di Lavoro, el 7 de julio de 1901, Vittorio Domenico Gaetano Sorano De Sica era hijo de un calabrés empleado de banco y una napolitana. Cuando era muy pequeño la familia se trasladó a la capital. "Tuve una infancia muy poco feliz. Creo que comprendí lo que era el sufrimiento humano y durante toda mi vida he intentado retratarlo y salir en defensa de la humanidad que sufre", explica De Sica.
El chico estudiaba contabilidad cuando un amigo de la infancia le convence de que pueden ganar algo de dinero en el cine, por entonces un arte en desarrollo. Así, se presenta a un casting y consigue un papel en la cinta muda El proceso Clemenceau (1917), lujoso melodrama al servicio de la diva italiana Francesca Bertini. Decidió dedicarse a la interpretación, por lo que se integró en la compañía teatral de Tatiana Pavlova. En poco tiempo forma su propia compañía teatral, y adquiere un gran prestigio sobre los escenarios, que no abandonaría a lo largo de su vida, pues interpretó unos 150 montajes de obras teatrales y revistas.
También llegaría a intervenir en un número más o menos similar de películas. Tras la llegada del sonoro protagoniza ¡Qué sinvergüenzas son los hombres! (1932), una comedia de teléfonos blancos –películas italianas ligeras de la época– dirigida por Mario Camerini. El actor se prodigaría mucho en el género, en películas de tono elegante, como A vuestras órdenes, señora (1939).
Una vez en la cumbre del estrellato en Italia, De Sica consigue impulsar sus proyectos como director. Debuta con ayuda de Giuseppe Amato, con Rosas escarlatas (1940), también bastante intrascendente, en torno a un tipo convencido de que su esposa le engaña. "Un director de cine debe interpretar el momento en el que vive y representar la realidad actual. Luego puede ser mejor o peor, pero lo importante es ser honrado", dijo De Sica.
Tras Magdalena, cero en conducta (1940) y Nacida en viernes (1941) dirige Recuerdo de amor (1942), durante cuyo rodaje se enamoró de la protagonista, la española María Mercader, a pesar de que De Sica estaba casado con la actriz Giuditta Rissone, con la que había tenido una hija. Decidió separarse y estuvo durante el resto de su vida unido a Mercader, que dio a luz a otros dos hijos, el actor Manuel De Sica y el compositor Christian De Sica. También había tenido una relación anterior con la actriz española Mimí Muñoz, con la que tuvo otra hija, la también intérprete Vicky Lagos.
Mientras rodaba como actor Daró un millione (1935), otra cinta de Camerini, intimó con el guionista Cesare Zavattini, con el que se compenetraba a la perfección y que acabaría escribiendo casi todas sus películas. Casi de la misma edad, y de formación católica ambos, inician sus fructíferas colaboraciones con I bambini ci guardano (1944), en torno a la tragedia de Prico, niño de cuatro años cuya madre abandona a la familia para irse con su amante.
Cuando rodaba su siguiente film con guión de Zavattini, La puerta del cielo (1945) –un encargo especial del Vaticano, a través del Centro Católico Cinematográfico– De Sica se convirtió en un Oskar Schindler italiano. De acuerdo con un plan de rescate, al parecer supervisado por el propio papa Pío XII, el cinesta salvó la vida de centenares de judíos reclutándoles como extras de su película, en torno a un grupo de enfermos que viajan como peregrinos a un santuario. Cuentan que el Sumo Pontífice obligaba a dilatar cada vez más el rodaje para hacer tiempo en espera de la liberación aliada. Ejercía como delegado de producción Giovanni Montini, posteriormente el Papa Pablo VI.
Por aquella época, nada menos que Goebbels, el ministro de propaganda nazi, llamó a De Sica para que se reuniera con él. Le ofreció convertirse en el eje del nuevo cine fascista italiano. Por suerte, De Sica tenía una buena excusa para librarse de tan 'amable' ofrecimiento: su contrato con el Vaticano le obligaba a terminar la cinta.
Tras la liberación, el tándem Zavattini-De Sica ayudó a consolidarse al neorrealismo emergente con El limpiabotas (1946), en torno a dos niños que sobreviven como pueden limpiando zapatos, en la Italia de la postguerra. El título original, Sciuscià, hace referencia al término anglosajón 'shoe-shine', con el que se nombra al oficio. "El neorrealismo no se creó en torno a una mesa o en medio de una discusión. Nació en nosotros, en nuestro ánimo, en la necesidad de expresarnos de forma diversa a como nos habían obligado el régimen de Mussolini y un cierto tipo de cine norteamericano", explica el realizador.
Sin duda, la mayor obra maestra neorrealista del dúo es Ladrón de bicicletas (1948), sobre un padre que con su hijo busca la bicicleta que le han robado sin la que no podrá trabajar pegando carteles. "Una historia de amor al prójimo", opinó sobre ella el crítico André Bazin. El realizador no conseguía financiarla, porque los productores no confiaban en que una historia tan simple fuera a funcionar. Encontró a uno interesadísimo en el proyecto que le ofreció un millón de dólares de la época, siempre y cuándo el protagonista fuera... ¡Cary Grant! Pero De Sica se negó porque había pensado que el papel tenía que ser para un hombre de la calle, idéntico al personaje. Finalmente contrató a Lamberto Maggiorani, auténtico obrero siderúrgico al que De Sica conoció durante uno de sus habituales paseos por Roma para impregnarse de los problemas de la gente. El film obtuvo el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. No obstante, los productores seguían siendo reacios a pagar sus aventuras con Zavattini. Para sacar adelante las siguientes, decide prodigarse cada vez más como actor, en películas a veces de baja calidad. Gracias a eso consigue el dinero para rodar Milagro en Milán (1951), genial mezcla de cine social con elementos mágicos. El ciclo neorrealista termina con la magistral Umberto D (1952), sobre las dificultades cotidianas de un jubilado, que sin embargo es un gran fracaso económico y tendría un último eco en El techo (1956).
Así las cosas, De Sica decide maquillar su cine, realizar concesiones comerciales en las que pudiera 'colar' sus inquietudes sociales. Consigue interesar al gran productor estadounidense David O'Selznick, que le financia el melodrama Estación Termini (1953), a cambio de que su pareja, Jennifer Jones, encarnase a la protagonista, un ama de casa americana que duda entre regresar a su marido, o quedarse con su amante (un extraordinario Montgomery Clift). O'Selznick también le contrató para arropar a Jones como actor, encarnando al amigo de Rock Hudson en Adiós a las armas (1957), papel por el que obtuvo una candidatura al Oscar al mejor actor secundario.
Como actor fue capaz de rodar cualquier cosa, aunque él siempre mantuvo el nivel alto. Destaca su papel del oficial de carabinieri Antonio Carotenuto que interpretó en Pan, amor y fantasía (1953) y, debido a su éxito, en las secuelas Pan, amor y celos (1954), Pan, amor y... (1955) (en España rodó Pan, amor y... Andalucía (1957), donde a pesar del título encarnó a otro personaje). Fue aristócrata en Madame de... (1953) de Max Ophüls, el Papa Pío VII en Austerlitz (1960), de Abel Gance, un abogado italiano en Capri (1960), de Melville Shavelson, cardenal en Las sandalias del pescador (1968), de Michael Anderson... También se dirigió a sí mismo como abogado de la defensa en El juicio universal (1961). Posiblemente, su mejor trabajo fue el farsante que acaba defendiendo los ideales del héroe al que ha suplantado en El general de la Rovere (1959), donde se puso a las órdenes de otro de los grandes del neorrealismo, Roberto Rossellini, fundador del movimiento.
Tras hacerse muy amigo del matrimonio formado por el prolífico productor Carlo Ponti y la extraordinaria actriz Sophia Loren, decide colaborar con ellos en varios largometrajes. Con El oro de Nápoles (1954), formado por seis historias napolitanas, consagra a la actriz. Por Dos mujeres (1960) –que contiene una durísima secuencia de una violación–, la dura historia de una madre que trata de sobrevivir junto con su hija durante la postguerra, Sophia Loren ganó el Oscar a la mejor actriz. Volvieron a nominarla por su modélico trabajo como amante habitual de un hombre de negocios, encarnado por Marcello Mastroianni, en Matrimonio a la italiana (1964), adaptación de la gran obra teatral 'Filumena Marturano', del maestro Edoardo De Filippo.
Loren y Mastroianni, que ya habían protagonizado Ayer, hoy y mañana (1963) para él, volverían a ponerse a sus órdenes en la célebre Los girasoles (1970), donde una campesina viaja a Rusia en busca de su marido, desaparecido durante la guerra. Por desgracia, en los 70, sus películas son excesivamente comerciales, y resulta difícil reconocer en ellas sus obsesiones autorales. Cuando ya nadie confiaba en su cine, y tras obras menores como Un mundo nuevo (1965), Tras la pista del zorro (1966) o Siete veces mujer (1967), sorprende a propios y extraños con  El jardín de los Finzi Contini (1970), adaptación de la novela de Giorgio Bassani, sobre una familia judía que trata de mantener la ilusión de la normalidad en la Italia de Mussolini, previa a la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente es uno de sus pocos trabajos en los que no contó con Zavattini.
También tiene su interés Amargo despertar (1973), en torno a una enferma de tuberculosis que se enamora de un mecánico en un sanatorio. Se despide del cine con la irregular El viaje (1974), con Sophia Loren acompañada por el británico Richard Burton. 
Vittorio De Sica murió a los 73 años tras operarse de un quiste en el pulmón.

Vittorio De Sica

"El limpiabotas" (1946)

"Ladrón de bicicletas" (1948)

"Milagro en Milán" (1951)

"Umberto D" (1952)

"Estación Termini" (1953)

"El techo" (1956)

"Dos mujeres" (1960)

"El especulador" (1963)

"Ayer, hoy y mañana" (1963)

"Matrimonio a la italiana" (1964)

"Siete veces mujer" (1967)

"Amantes" (1968)

"Los girasoles" (1970)

"El jardín de los Finzi Contini" (1970)

1 comentario:

  1. Pues Javi ha elaborado un merecidísimo homenaje a de Sica, totalmente a la altura de su grandeza!

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