GIACOMO PUCCINI (Lucca, Toscana, Italia, 22-12-1858 / Bruselas, Bélgica, 29-11-1924): IN MEMORIAM
«Pocos compositores nos han regalado sensaciones tan intensas como Puccini, sus páginas permanecerán eternamente en el rincón de la emoción donde nada nos es indiferente.
Más allá del hombre elegante con el sombrero ladeado en exceso y el cigarrillo en la boca, Giacomo Puccini es el espejo de un cambio de siglo, de una transformación estética profunda basada en el enfrentamiento de ideas opuestas, la ternura y el terror, la belleza clásica y lo grotesco, el orden y el caos.
Así Puccini es arrogante y tímido, vago y brillante, mujeriego y fiel, primitivo y sofisticado; además el maestro toscano es profundamente melancólico, sin motivo aparente pasa de la alegría muchas veces socarrona a la más profunda ansiedad y a la tristeza.
Nacido en Lucca en 1858, desde su infancia las mujeres marcaron su vida; criado en un ambiente femenino, fue huérfano de padre a los cinco años, su familia la formaban su madre, cinco hermanas y tan sólo un hermano menor, además de algunas tías y primas.
De estirpe de músicos durante cinco generaciones, desde los catorce empieza a tocar el piano, no muy bien, en iglesias y locales para pagarse los cigarrillos y poder visitar los burdeles de Lucca; desde muy joven ya fue fumador y mujeriego empedernido.
Sólo gracias a los sacrificios de su madre consigue acabar los estudios en el conservatorio de Milán en 1883 y ese mismo año escribe su primera ópera, Le Villi; después vendría Edgar (1891), por encargo de Ricordi, pero fue Manon Lescaut, estrenada en Turín en 1893, donde Puccini encontró el éxito esperado que le permitió dejar Milán y comprarse una casa en Torre del Lago, donde vivirá practicamente hasta su muerte.
Durante esos diez años pasaron cosas importantes en su vida: la madre muere en 1884 y poco después se fuga con la mujer de un amigo, Elvira Gemignani, con la que tuvo un hijo en 1886. Esa unión "irregular" fue muy censurada por la sociedad de la época. Se acabarían casando en 1904 gracias a la inesperada viudedad de Elvira.
Después de Manon vendría el periodo más fructífero de Puccini, respaldado por la colaboración de los libretistas Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Entre partidas de caza, automóviles y mujeres hermosas nacerían La bohème (1896), Tosca (1900) y Madama Butterfly (1904), probablemente sus mejores creaciones.
Los años más oscuros de Puccini empiezan con la muerte de su libretista Giacosa en 1906, su falta de entendimiento con Illica, seguido por el escándalo propiciado por su mujer, que le acusó de infidelidad con la joven criada Doria, quien debido a esto se suicidaría en 1909; curiosamente se descubrió en la autopsia que era infundado, ya que resultó ser virgen.
De esta época es La fanciulla del West, estrenada en 1910. El universo de Puccini se venia abajo: las críticas a su obra cada vez eran más feroces, en el mundo de la música se buscaba la vanguardia, las disonancias, la forma clásica de entender la ópera estaba desapareciendo, muere Ricordi, su editor, quien le había apoyado en sus inicios y acabó siendo buen consejero y amigo íntimo. Escribe La rondine (1917) e Il Tritttico (1918): [Il tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi].
Puccini se siente viejo, abandona Torre del Lago debido a una molesta polución producida por la explotación de una turbera; Caruso, Leoncavallo e Illica habían muerto, su carácter se volvió más oscuro y los periodos de melancolía eran cada vez más prolongados y profundos, sólo la ilusión por terminar Turandot le devolvía la esperanza.
Un dolor en la garganta resultó ser el cáncer que mataría al maestro; sin haber acabado Turandot, el 29 de noviembre de 1924 en una cínica de Bruselas, Puccini muere a los 65 años.
El único heredero de Verdi amaba los disparos de fusil, la niebla del lago, fumar, era fanfarrón e infiel, el sexo dominó su existencia, daba igual la raza, edad o religión, en un tren, en la playa de Viareggio o en un camerino. De hecho, Puccini muestra inconscientemente desde sus primeros trabajos su sentido de culpa en sus personajes femeninos, que pagan su amor y su culpa con la muerte.
Todas sus heroínas son como él, vulnerables e inseguras, sufren de soledad y melancolía, enferman de amor. Contrariamente a lo que se piensa, él las ama profundamente a todas, desde Manon hasta Liù. En comparación con otros compositores contemporáneos italianos como Catalani, Leoncavallo, Mascagni o Giordano, tenía Puccini un maravilloso instinto teatral y un gran poder de seducción; su música se sustenta en la gran tradición italiana y, sin embargo, era moderna, siempre cuidada y actualizada a las nuevas tendencias europeas de vanguardia.
Basta echar un vistazo a la galería de sus personajes femeninos, sus "grandes" mujeres son figuras inolvidables, enormemente frágiles, pero nunca sumisas, heroínas que capturan los corazones del público, que vuelve una y otra vez a escuchar su música con un poder narrativo extraordinario y es ese juego de precisión milagrosa el que, cada vez que tenemos oportunidad de oirlo, nos hace soñar y nos conmueve.»
(Copiado de OPERA CROCE E DELIZIA BLOG DE OPERA)
El tenor francés Roberto Alagna durante una grabación en 1995 del aria "Che gelida manina", perteneciente al primer acto de La bohème de Puccini.
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