LA VIDA COMO MELODRAMA POPULAR
Hoy es aniversario natal del escritor argentino Manuel Puig, fallecido a los 57 años. Hijo de un comerciante y una farmacéutica, cinéfilo desde muy pequeño, lector desde la adolescencia, viajero en su juventud y cosmopolita en edad madura, escribió su primera novela a los 32 años, llegando a conformar una obra literaria que se nutrió de la cultura popular para delinear un estilo casi cinematográfico, tan innovador como irrepetible. Experimentando narrativamente con materiales de derribo como la novela rosa, el folletín escrito o radiado y la telenovela, de los que se apropió trascendiéndolos lucidamente, construyó un personal universo poblado de personajes proclives a la ensoñación, pero alienados y atrapados en su propia subcultura y finalmente abocados a la soledad, el abandono y el vacío existencial. Son relevantes su inventiva para revivir desvaídos recuerdos, su habilidad para reproducir diálogos coloquiales y su capacidad de penetración en la sordidez de las neurosis humanas, tras las que se ocultaba su aguda visión de narrador, pero sin dejar nunca de compadecer a quienes las padecen. Indisimulado homosexual, la obra de Puig, enmarcada en el llamado arte pop que irrumpió en la escena artística durante los años sesenta, se valora actualmente como una de las más originales del siglo XX.
Este es su perfil procedente de la página Biografías y Vidas:
A través de su afición por el cine y el uso paródico del
habla coloquial creó una singular literatura. Fascinado por el séptimo
arte, se vinculó en Buenos Aires a las vanguardias artísticas; marchó a
Italia a estudiar cine y luego a Nueva York, donde amplió su
conocimiento de sus estrellas preferidas, Greta Garbo, Marlene Dietrich y
Rita Hayworth.
Su infancia transcurrió en el
aislamiento de la pampa bonaerense. En 1951, una beca le permitió
estudiar cinematografía en Roma (asistió a unos cursos de Cesare Zavattini) y
trabajó luego en varios films como ayudante de dirección. La influencia
del cine sobre su narrativa no es sólo de orden técnico sino también
social y ambiguamente temático, configurando su mensaje, pues, al igual
que el serial radiofónico, sirve al autor como marco y modelo que
encuadran sentimentalmente la cursilería de la pequeña clase media. Dos
rasgos merecen añadirse: el original enfoque del autor, que es
implacablemente objetivo y de un humor ambiguo, y su predilección por
personajes femeninos.
La propia actriz consintió en que utilizase su nombre en la novela La traición de Rita Hayworth
(1968), que relata la iniciación amorosa de un adolescente a través de
escenas de comedia rosa de Hollywood. Se trata de una evocación de su
infancia pueblerina que resultó finalista en España del premio
Biblioteca Breve. El periódico francés Le Monde la proclamó una
de las mejores novelas del bienio 1968-1969. La estructura de la obra se
basa en la superposición de distintos recursos que ponen de manifiesto
las fantasías y alienaciones de los personajes.
Puig regresó a Buenos Aires, donde publicó Boquitas pintadas
(1969), de la que afirmó era un folletín con el cual, sin renunciar a
los experimentos estilísticos iniciados en su primera novela, intentaba
una nueva forma de literatura popular; esta obra resultó, igualmente, un
éxito de público, pero dividió la opinión de los críticos. Su tercera
novela, The Buenos Aires affair (1973) encuentra su marco
apropiado en el género policial pero, a su vez, cada capítulo se halla
precedido por una cita cinematográfica. Fue secuestrada en Argentina y
obligó a Puig a exiliarse, primero en Brasil y después en México.
En El beso de la mujer araña (1976),
que fue llevada al cine y adaptada al teatro, abordó los temas del
compromiso político y la homosexualidad. La obra transcurre en la
cárcel, donde un homosexual refiere casi sin cesar a un preso político
argumentos de películas clásicas con cuyas heroínas se identifica
plenamente. A continuación publicó Pubis angelical (1979), que
relata dos historias paralelas: una imaginaria, situada en los años
treinta primero en Europa y luego en Hollywood, y real la segunda,
protagonizada por una mujer enferma en una clínica.
Le siguieron Maldición eterna a quien lea estas páginas (1980), Sangre de amor correspondido (1982) y Cae la noche tropical (1988), una pieza teatral, Bajo un manto de estrellas (1983) y dos guiones cinematográficos, La cara del villano y Recuerdo de Tijuana (ambos de 1985). Murió por falta de atención médica adecuada y dejó inconclusa su novela Humedad relativa: 95%. Su obra es uno de los experimentos mejor logrados de acercar la cultura popular a la literatura.
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