FUNDADOR DE LA POESÍA MODERNA
Hoy es aniversario natal del poeta francés Charles Baudelaire, uno de los máximos exponentes del Simbolismo y considerado a menudo el iniciador de la poesía moderna. De vida turbulenta y amarga, reflejada en su obra literaria, fue el primero de los poetas llamados 'malditos'. Su obra fundamental, Las flores del mal supera con mucho las ideas románticas de las que parte (búsqueda de la belleza ideal, huída de la realidad mezquina, rebeldía, afirmación del yo y la libertad, gusto por lo morboso y prohibido...) y marcará un modelo a seguir por las generaciones futuras, no sólo por su temática, sino, sobre todo, por las nuevas propuestas formales que inaugura. Es, sin duda, el libro de poesía más novedoso e influyente del siglo XIX: primero dio origen al Simbolismo (seguido por Verlaine, Rimbaud o Mallarmé), y después, su influencia, pasando de manera especial por el Surrealismo, llegará a todas las generaciones de poetas del siglo XX.
Semblanza procedente de la página Biografías y Vidas:
Hijo del ex sacerdote Joseph-François Baudelaire y de
Caroline Dufayis, nació en París el 9 de abril de 1821. Su padre murió
el 10 de febrero de 1827 y su madre se casó al año siguiente con el
militar Jacques Aupick; Baudelaire nunca aceptó a su padrastro, y los
conflictos familiares se transformaron en una constante de su infancia y
adolescencia.
En 1831 se trasladó junto a su familia a Lyon y
en 1832 ingresó en el Colegio Real, donde estudió hasta 1836, año en que
regresaron a París. Continuó sus estudios en el Liceo Louis-le-Grand y
fue expulsado por indisciplina en 1839. Más tarde se matriculó en la
Facultad de Derecho de la Universidad de París, y se introdujo en la
vida bohemia, conociendo a autores como Nerval y Balzac, y a
poetas jóvenes del Barrio Latino. En esa época de diversión también
conoció a Sarah "Louchette", prostituta que inspiró algunos de sus
poemas y le contagió la sífilis, enfermedad que años más tarde
terminaría con su vida.
Su padre adoptivo, el comandante Aupick, descontento con
la vida liberal y a menudo libertina que llevaba el joven Baudelaire,
lo envió a un largo viaje con el objeto de alejarlo de sus nuevos
hábitos. Embarcó el 9 de junio de 1841 rumbo a la India, pero luego de
una escala en la isla Mauricio, regresó a Francia, se instaló de nuevo
en la capital y volvió a sus antiguas costumbres desordenadas. Siguió
frecuentando los círculos literarios y artísticos y escandalizó a todo
París con sus relaciones con Jeanne Duval, la hermosa mulata que le
inspiraría algunas de sus más brillantes y controvertidas poesías.
Como ya era mayor de edad, reclamó la herencia
paterna, pero su vida de dandy le hizo dilapidar la mitad de su
herencia, lo que indujo a sus padres a convocar un consejo de familia
para imponerle un tutor judicial que controlara sus bienes. El 21 de
septiembre de 1844 la familia designó un notario para administrar su
patrimonio y le asignó una pequeña renta mensual, situación que
profundizó sus conflictos familiares.
A principios de 1845 empezó a consumir hachís y se dedicó a la crítica de arte, publicando Le Salon de 1845,
un ensayo elogioso sobre la obra de pintores como Delacroix y Manet,
entonces todavía muy discutidos. Ante los primeros síntomas de la
sífilis y en medio de una fuerte crisis afectiva, intentó suicidarse el
30 de junio de ese año. Más tarde publicó Le Salon de 1846 y colaboró en revistas con artículos y poemas. Buena muestra de su trabajo como crítico son sus Curiosidades estéticas, recopilación póstuma de sus apreciaciones acerca de los salones, al igual que El arte romántico (1868), obra que reunió todos sus trabajos de crítica literaria.
Fue además pionero en el campo de la crítica
musical, donde destaca sobre todo la opinión favorable que le mereció la
obra de Wagner, que consideraba como la síntesis de un arte nuevo. En
literatura, los autores Hoffmann y Edgar Allan Poe, del que realizó
numerosas traducciones (todavía las únicas existentes en francés),
alcanzaban, también según Baudelaire, esta síntesis vanguardista; la
misma que persiguió él mismo en La Fanfarlo (1847), su única novela, y en sus distintos esbozos de obras teatrales.
Comprometido por su participación en la revolución de 1848, la publicación de Las flores del mal,
en 1857, acabó de desatar la violenta polémica que se creó en torno a
su persona. El 30 de diciembre de 1856, Baudelaire había vendido al
editor Poulet-Malassis un conjunto de poemas, trabajados minuciosamente
durante ocho años, bajo el título de Las flores del mal, que
constituyó su principal obra y marcó un hito en la poesía francesa. El
poemario se presentó el 25 de junio de 1857 y provocó escándalo entre
algunos críticos. Gustave Bourdin, en la edición de Le Figaro del
5 de julio, lo consideró un libro "lleno de monstruosidades", y once
días después la justicia ordenó el secuestro de la edición y el proceso
al autor y al editor, quienes el 20 de agosto comparecieron ante la Sala
Sexta del Tribunal del Sena bajo el cargo de «ofensas a la moral
pública y las buenas costumbres». Sin embargo, ni la orden de suprimir
seis de los poemas del volumen ni la multa de trescientos francos que le
fue impuesta impidieron la reedición de la obra en 1861. En esta nueva
versión aparecieron, además, unos treinta y cinco textos inéditos.
Precedido de una dedicatoria en verso "Au Lecteur", desconcertante y penetrante apóstrofe, Las flores del mal está dividido en seis secciones: Spleen e Ideal, Cuadros parisienses, El vino, Flores del mal, Rebeldía y La muerte.
En esta subdivisión ha querido verse la intención del autor de dar a la
obra casi el riguroso dibujo de un poema que ilustrase la historia de
un alma en sus sucesivas manifestaciones. Así, el espectáculo de la
realidad y el resultado de las múltiples experiencias (que
proporcionaron el terna a las poesías de la primera y de la segunda
secciones) seguramente llevaron al poeta a una desolada angustia, que en
vano busca consuelo en los "paraísos artificiales", en la embriaguez;
después, a una nueva reflexión sobre el mal con sus perversos atractivos
y su desesperado horror, de donde se origina un desesperado grito de
rebelión contra el mismo orden de la creación; y, finalmente, el extremo
refugio de la muerte. Sin embargo, aunque puedan reconocerse las
etapas de su drama personal e incluso las anécdotas biográficas (sus
amantes: Jeanne Duval, Madame Sabatier, Marie Daubrun), este diseño
ideal debe entenderse solamente en su valor simbólico, no como una
sucesión propiamente "histórica" de fases sucesivas.
El mismo año de la publicación de Las flores del mal, e insistiendo en la misma materia, Baudelaire emprendió la creación de los Pequeños poemas en prosa, editados en versión íntegra en 1869 (en 1864, Le Figaro había publicado algunos textos bajo el título de El spleen de París). En esta época también vieron la luz los Paraísos artificiales (1858-1860), en los cuales se percibe una notable influencia de De Quincey; el estudio Richard Wagner et Tannhäuser à Paris, aparecido en la Revue européenne en 1861; y El pintor de la vida moderna, un artículo sobre Constantin Guys publicado por Le Figaro en 1863.
Pronunció una serie de conferencias en Bélgica
(1864), adonde viajó con la intención de publicar sus obras completas,
aunque el proyecto naufragó muy pronto por falta de editor, lo que lo
desanimó sensiblemente en los meses siguientes. La sífilis que padecía
le causó un primer conato de parálisis (1865), y los síntomas de afasia y
hemiplejía, que arrastraría hasta su muerte, aparecieron con violencia
en marzo de 1866, cuando sufrió un ataque en la iglesia de Saint Loup de
Namur.
Trasladado urgentemente por su madre a una
clínica de París, permaneció sin habla pero lúcido hasta su
fallecimiento, en agosto del año siguiente. Su epistolario se publicó en
1872, los Journaux intimes (que incluyen Cohetes y Mi corazón al desnudo),
en 1909; y la primera edición de sus obras completas, en 1939. Charles
Baudelaire es considerado el padre, o, mejor dicho, el gran profeta, de
la poesía moderna.
ELEVACIÓN
Por encima de estanques, por encima de valles,
De montañas, de bosques, de nubes, de mares,
Más allá del sol, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,
Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
Y como un buen nadador que se mece en la ola,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.
Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que colma los límpidos espacios.
Detrás de los hastíos y los hondos pesares
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!
Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matinal su vuelo
-¡Que planea sobre la vida, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!
Siempre agradecido por el enorme trabajo que realizas al recordar a los grandes.
ResponderEliminarEstas reseñas, rigurosas, detalladas, precisas, didácticas, instructivas, son una clase magistral de estilos literarios y poesía, en este caso, de "simbolismo" y poesía francesa. Fenomenal!
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