INTÉRPRETE ESPAÑOL DE PRESTIGIO INTERNACIONAL
Hoy es aniversario natal del actor español Francisco Rabal. Uno de los intérpretes más populares en España a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, accedió también a una carrera internacional. Ganador de premios en festivales como San Sebastián (1953) o Cannes (1984), en sus últimos años fue reconocido con la Medalla de Oro de la Academia de Cine española (1993), el Goya al mejor actor de 1999 y (postumamente) con el premio Donostia en San Sebastián (2001).
De origen humilde (padre minero, madre molinera), contaba
seis años cuando la familia se trasladó a Madrid, y allí comenzó a
ayudar a la maltrecha economía de los suyos con lo que ganaba, en plena
Guerra Civil, primero como vendedor de golosinas y luego como aprendiz
en una fábrica de bombones. Gracias a un cura conocido de la familia, consiguió más tarde el empleo de ayudante de
electricista en los estudios cinematográficos Chamartín.
Apuesto y viril, su iniciación ante las cámaras se produjo gracias al director Rafael
Gil, quien lo incluyó como actor de reparto en su
película, La pródiga (1946), a la que siguieron otros títulos como Alhucemas (1948) de Jose López Rubio, La honradez de la cerradura (1950) de Luis
Escobar, Luna de sangre (1952) y Hay un camino a la derecha (1953) las dos de Francisco Rovira Beleta (por la segunda Rabal fue premiado como mejor actor en San Sebastián), La guerra de Dios (1953) de Rafael
Gil, Todo es posible en Granada (1954) de José Luis Sáenz de Heredia, Murió hace quince años (1954) y El beso de Judas (1954), ambas de Rafael Gil, o La pícara molinera (1954) de León Klimovsky. Para su iniciación en el teatro fueron
fundamentales las recomendaciones del poeta Dámaso Alonso y los directores Luis
Escobar y José Tamayo. En 1947 pasó a integrar el elenco de
la compañía Lope de Vega dirigida por este último, del que formaba
parte la actriz catalana María Asunción Balaguer. Se casaron en enero de
1951 y, no obstante los confesos vaivenes sentimentales del actor a lo largo de su vida, ella fue su incondicional compañera hasta el último instante. Del matrimonio nacerían dos hijos, Teresa (1951) y Benito (1953). Por entonces, Rabal estaba a punto de lograr su primer éxito teatral con La muerte de un viajante (1952), de Arthur Miller, un papel destacado que luego le permitió encabezar el reparto en obras como Edipo rey (1954), Julio César (1955), La vida es sueño (1955) o Las brujas de Salem (1956),
junto a figuras reconocidas como Analía Gadé, Berta Riaza, Maruchi
Fresno, Manuel Dicenta, Andrés Mejuto o Mary Carrillo. Al mismo tiempo obtuvo papeles
de protagonista en grandes éxitos del cine de la época, como Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia, o Amanecer en puerta oscura
(1957), de José María Forqué. Pronto extendió esos primeros pasos e
inauguró su carrera internacional con títulos como Prisioneros del mar (1957) de Gillo Pontecorvo o Jerusalén liberada (1958) de Carlo Ludovico Bragaglia.
Actor sobrio y eficaz, dotado de una voz grave y enérgica (con el tiempo cada vez más ronca), logró llamar
la atención de realizadores extranjeros, con los que participó en
numerosas películas relevantes. A fines de la década se produjo en
México su encuentro con Luis Buñuel en Nazarín (1958), decisivo en su trayectoria, con quien rodaría tres films. En los años siguientes gozó de
su etapa más interesante gracias al trabajo con cineastas destacados en películas como Sonatas (1959) y A las cinco de la tarde (1960), ambas de Juan
Antonio Bardem, La sed (1961) de Lucas Demare, La mano en la trampa (1961) de Leopoldo Torre-Nilsson, Viridiana (1961) de Buñuel, Tiro al pichón (1962) de Giuliano Montaldo, El eclipse (1962) de Michelangelo Antonioni, Setenta veces siete (1963) de Torre-Nilsson, Llanto por un bandido (1963) de Carlos Saura, Intimidad de los parques (1964) de Manuel Antín, Marie-Chantal contra el doctor Kha (1965) de Claude Chabrol, La religiosa (1966) de Jacques Rivette, Las brujas (1966), en el episodio de Luchino Visconti, Bella de día (1966), de nuevo con Buñuel, Cabezas cortadas (1970) de Glauber Rocha, La leyenda del alcalde de Zalamea (1972) de Mario Camus, La sonrisa del gran tentador (1974) de Damiano Damiani, Tormento (1974) de Pedro Olea, Las largas vacaciones del 36 (1976) de Jaime Camino, El desierto de los tártaros (1976) de Valerio Zurlini, Carga maldita (1977) de William Friedkin, o Así como eres (1978) de Alberto Lattuada. Estos trabajos fueron intercalados con otros en películas más populares como Currito de la Cruz (1965), Camino del Rocío (1966), Nada menos que todo un hombre (1971) o La guerrilla (1972), las cuatro de Rafael
Gil, Las melancólicas (1974) de Rafael Moreno Alba, o Metralleta 'Stein' (1975) de José Antonio de la Loma.
Posteriormente, tras un período de inflexión (que incluyó trabajos puramente 'alimenticios'), Rabal resurgió en su madurez con fuerza arrolladora en películas como La colmena (1982) de Mario Camus, Truhanes (1983) de Miguel Hermoso, Epílogo (1984) de Gonzalo Suárez, Los santos inocentes (1984) de Mario Camus, basada en la novela de Miguel Delibes, donde su impactante y memorable interpretación del retrasado Azarías le hizo compartir con Alfredo Landa el premio al mejor actor en Cannes, Los zancos (1984) de Carlos Saura, Padre nuestro (1985) de Francisco Regueiro, Los paraísos perdidos (1985) de Basilio Martín Patino, Luces de bohemia (1985) de Miguel Ángel Diez, La hora bruja (1985) de Jaime de Armiñán, Tiempo de silencio (1986) de Vicente Aranda, Divinas palabras (1987) de José Luis García Sánchez, El aire de un crimen (1988) de Antonio Isasi-Isasmendi, La blanca paloma (1989) de Juan Miñón, ¡Átame! (1990) de Pedro Almodóvar, El hombre que perdió su sombra (1991) de Alain Tanner, Así en el cielo como en la tierra (1995) de José Luis Cuerda, Pajarico (1997) de Carlos Saura, El evangelio de las maravillas (1998) de Arturo Ripstein, o Goya en Burdeos (1999) de Carlos Saura, por la que recibió el premio Goya al mejor actor. También trabajó en populares series de televisión como "Fortunata y Jacinta" (1980) de Mario Camus, "Los desastres de la guerra" (1983), también de Camus, "Teresa de Jesús" (1984) de Josefina Molina, o "Juncal" (1989) y "Una gloria nacional" (1993), ambas de Jaime de Armiñán.
Falleció a causa de un enfisema pulmonar en un aterrizaje forzoso en Burdeos, llegando a
bordo del avión en que regresaba de Canadá, donde había recibido un
premio por el conjunto de su carrera en el XXV Festival de Montreal. Otra distinción de similar categoría, el premio Donostia del
Festival de San Sebastián, que iba a serle entregado el 24 de
septiembre, hubo de ser recogido por su nieto, el también actor Liberto
Rabal, en un emotivo homenaje tributado por sus amigos de oficio. Rabal tenía setenta y cinco años y llevaba más de
cincuenta en el cine, un medio en el que se mantenía tan activo como
siempre y que le dio las más grandes satisfacciones a través del
reconocimiento de directores y críticos y del cariño palpable del
público, de sus allegados y de todos sus compañeros de profesión. Su
madurez artística y personal coincidió con el período más creativo y
fecundo de su extensa carrera. Actor hecho a sí mismo, con las técnicas
que aprendió del oficio y de la vida y dueño de una memoria portentosa,
había dejado de interpretar para aprehender cada personaje e
incorporarlo a su manera de ser.
(Informe basado en la página Biografías y vidas)
(Informe basado en la página Biografías y vidas)
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