EL MÁS FAMOSO DIRECTOR JAPONÉS
Tal día como hoy hace 105 años vino al mundo el cineasta japonés Akira Kurosawa. Séptimo hijo de Isamu, un oficial de carrera descendiente de samurais, y de Shima, perteneciente a una rica familia de comerciantes, fue desde adolescente un admirador de la cultura occidental. Pintor frustrado por su propia autoexigencia, decidió dedicarse al cine,
en el que se inició como guionista. Recorre su obra este pasado
pictórico, en forma de una cuidadísima fotografía, además de un profundo humanismo
y una gran habilidad narrativa. En 1951 su película Rashomon, triunfadora en Venecia y ganadora del Oscar después, le abrió las puertas de occidente y Kurosawa se convertiría en el más conocido de los directores japoneses, irónicamente, más famoso fuera que dentro de su país.
El último samurai
por José María Aresté
El cineasta nipón decía de sí mismo: “yo menos películas igual a cero”. Tanto se entregó a la hora de hacer cine.
Aunque como ocurre con cualquiera, la vida de Akira Kurosawa
(1910-1998) iba más allá de las películas, o bien, digamos que las
películas se nutrían de su experiencia vital. Sin ir más lejos, su
afición al alcohol le ayudó en El ángel ebrio. Akira nació en Omori, en la provincia de Tokio. Y se vio estimulado a escribir su ‘casi autobiografía’ por el ejemplo de Jean Renoir y el no-ejemplo de John Ford. Advertía que para los que se acercaban a su cine, saber de él ayudaba a entenderle.
Kurosawa dedicó buena parte de sus memorias a recordar su infancia:
su retraso en el colegio, su etapa de ‘niño llorón’. Tal circunstancia
le unió a un compañero, Keinosuke Uesuka, llorón que, como él, acabaría
dedicándose al cine. Muy unido a su hermano mayor, el suicidio de éste
con 27 años le marcó. Precisamente él le inculcó el amor al cine, por su
trabajo como narrador de filmes mudos. Entre las películas que Akira
vio entre 1919 y 1929, cerca de un centenar, hay trabajos de Chaplin,
Ford, Sternberg, Von Stroheim, Lubitsch, DeMille, Sjostrom, Lang, Wiene,
Walsh, Dreyer, Pabst, Buñuel, Borzage, Renoir… El cine extranjero le
interesa más que el nacional.
En 1935 responde a un anuncio de los estudios de cine PCL, que buscan
ayudantes de dirección. Lo ve como una casualidad, y algo más: “Me
había dedicado a la pintura, a la literatura, al teatro, a la música y a
otras artes, y me había quebrado la cabeza con todas esas materias que,
al fin y al cabo, reúne el arte del cine”. Siempre guardará un recuerdo
entrañable de los profesores que le ayudaron, a los que homenajea en su
último film, Madadayo.
Entre los cineastas menciona como gran maestro a Kajiro Yamamoto, a
quien llamaba cariñosamente Yama-san. Con él aprendió a llamar a la
gente por sus nombres, incluidos los extras. Otros maestros fueron
Nobuyoshi Morita, Yasujiro Shimazu, Sadao Yamanaka, Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu y Mikio Naruse.
Decía: “Cuando pienso en todos ellos me gustaría alzar la voz y cantar
aquella canción: ‘… damos las gracias por la amabilidad de nuestro
profesor, al que honramos y respetamos…’ ”
Akira era hijo de militar, y tomó clases de kendo (lucha con cañas de
bambú) y esgrima. Terco y de mal genio, le gustaba el mundo militar, de
guerreros, cabalgadas y batallas, que reflejó en sus filmes.
Disciplinado como cineasta, daba un consejo, que él mismo se aplicaba,
para ‘los que no tienen tiempo’: “Puede que sólo escribas una página por
día, pero si lo haces todos los días te encuentras al final de un año
con que tienes 365 páginas de guión.” Su filmografía es apasionante.
Bebió de fuentes occidentales, y él mismo influiría más allá de las
fronteras de Japón. Shakespeare (Trono de sangre, Ran), Dostoievski (El idiota) por un lado, y los filmes revisitados en Occidente (Los siete samuráis y Los siete magníficos, Yojimbo y Por un puñado de dólares, La fortaleza escondida y La guerra de las galaxias) por el otro. El boom fuera de Japón se lo dio Rashomon, León de Oro en Venecia. Cuando llegaron horas bajas (su mala experiencia con Tora! Tora! Tora!), algunos admiradores occidentales le echan una mano: Lucas y Coppola con Kagemusha, la sombra del guerrero, Spielberg con Los sueños de Akira Kurosawa, los rusos con Derzu Uzala. Aunque tocó muchas teclas (el cine negro en El infierno del odio y Los canallas duermen en paz, o su continua revisitación del mundo de los samuráis), quizá uno de sus títulos más rebosantes en humanidad fue Vivir.
El periplo del funcionario anodino cuya vida da un vuelco cuando le
diagnostican un cáncer (al fin hará algo útil, escuchar la petición de
impulsar un parque infantil) confirma el humanismo de un gran cineasta.
(Texto procedente de la página decine21)
Premios:
Premios Óscar - Mejor película de habla no inglesa
1951 - Rashomon
1975 - Dersu Uzala
Óscar Honorífico
1990 - Premio a la Trayectoria Profesional
Premios BAFTA - Mejor director
1980 - Kagemusha
Mejor película de habla no inglesa
1986 - Ran
Festival de Cannes Palma de Oro
1980 - Kagemusha
León de Oro - Festival de Venecia
1951 - Rashomon
Filmografía:
La leyenda del gran Judo (1943)
La más bella (1944)
La nueva leyenda del gran Judo (1945)
Los hombres que caminan sobre la cola del tigre (1945)
Los que construyen el porvenir (1946)
No añoro mi juventud (1946)
Un domingo maravilloso (1947)
El cazador de samurais (1947)
El ángel ebrio (1948)
Un duelo silencioso (1949)
El perro rabioso (1949)
Escándalo (1950)
Rashomon (1950)
El idiota (1951)
Vivir (1952)
Los siete samuráis (1954)
Crónica de un ser vivo (1955)
Trono de sangre (1957)
Los bajos fondos (1957)
La fortaleza escondida (1958)
Los canallas duermen en paz (1960)
El mercenario (1961)
Sanjuro (1962)
El infierno del odio (1963)
Barbarroja (1965)
Dodes ka-den (1970)
Dersu Uzala (El cazador) (1975)
Kagemusha (La sombra del guerrero) (1980)
Ran (1985)
Los sueños de Akira Kurosawa (1990)
Rapsodia en agosto (1991)
Madadayo (1992)
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