EL PATITO FEO QUE SE CONVIRTIÓ EN CISNE DE HOLLYWOOD
Hoy se cumplen 146 años del nacimiento de Marie Dressler, actriz canadiense, dos veces candidata al Oscar, ganadora de uno, y estrella número uno en popularidad en Estados Unidos los años 1932 y 1933, cuya muerte truncó su carrera en la cima del éxito.
Reseña biográfica procedente (con retoques) de la página El Criticón:
Marie Dressler, de nombre real Leila Marie Koerber, era hija de un militar veterano de la guerra de Crimea y de una profesora de música. Su corpulento y poco agraciado físico, propicio para las
representaciones cómicas ante sus compañeros desde su etapa infantil, le
llevó a comenzar con prontitud una carrera teatral, que dió inicio
cuando Leila contaba solamente con 14 años de edad. A los veinte años ya
estaba convertida en una experimentada actriz de vodevil y comedias
musicales.
Rebautizada en homenaje a su tía como Marie Dressler, la actriz de
origen canadiense logró debutar en Broadway a los veintidós años,
alcanzando el estrellato escénico con su talento para las obras cómicas,
especialmente gracias a su encarnación desde 1909 en el personaje que
le daría la fama: Tillie Blobb. Unos años antes, a fines del siglo XIX, Marie había contraído matrimonio con George Hoeppert, lo que le dió la nacionalidad estadounidense, aunque el matrimonio apenas duró dos años.
El éxito de las obras teatrales de Dressler en Broadway provocaron el
interés de un compatriota suyo, Mack Sennett, para utilizar el personaje
de Tillie (apellidado en el cine Banks) en la primera película de la
voluminosa actriz, Las aventuras de Tillie (1914), que Marie
co-protagonizó junto a Charles Chaplin y Mabel Normand. El film obtuvo estimables resultados comerciales, lo que provocó tres
secuelas tituladas Tillie's tomato surprise (1915), Tillie wakes up
(1917) y The scrub Lady (1917), las tres con las ausencias de Chaplin y
Sennett y resultados inferiores a la película inicial. La última había sido producida por la propia compañía de la actriz. Junto a estas iniciales apariciones cinematográficas, Marie Dressler
prosiguió su triunfante trayectoria teatral hasta que en 1917 su
implicación en la huelga de las coristas contra los productores y
propietarios de los teatros de Broadway, le ocasionó ser incluida en una
lista negra que la mantuvo alejada del teatro y el cine durante cerca
de diez años. Marie, que logró con su reinvidicación ayudar a crear el "Actor's Equity
Union", entró en un período de inestabilidad emocional compartido por
su pareja, James Dalton, hombre de negocios que fue su compañero de 1908 hasta 1921, año en que él murió. Dressler exorcizó sus ansias profesionales y estado
depresivo escribiendo su autobiografía, "The life story of an ugly ducking".
En 1927 todo cambió. La guionista Frances Marion recuperó a Marie
Dressler y, haciéndole compartir créditos con Polly Moran, escribió la
historia de la película The Callahans and the Murphys (1927), dirigida
por George W. Hill. Dressler retomó la interpretación bajo las órdenes de importantes
autores cinematográficos, como Allan Dwan con La chica alegre (1927) o
King Vidor en La que paga el pato (1928). Sus años de gloria en la gran pantalla alcanzaron su auge con el
advenimiento del cine sonoro y de nuevo la colaboración con Frances
Marion, quien fue la encargada de redactar el guión de sus mejores
películas: La fruta amarga (1930), dirigida por George W. Hill y
co-protagonizada por Wallace Beery, Anna Christie (1930), film
protagonizado por Greta Garbo y realizado por Clarence Brown, y Cena a
las ocho (1933), la comedia maestra dirigida por George Cukor. Además, Marie fue la estrella de Emma (1932), una comedia dramática de Clarence Brown basada en una historia ideada por Frances.
Todos estos títulos, aclamados por la crítica y recibidos con entusiasmo
por el público, convirtieron a Marie Dressler en una de las actrices
favoritas de comienzos de la década de los 30, logrando el Oscar por su
interpretación en La fruta amarga (1930) y siendo nominada de nuevo por Emma
(1932). Sus últimos títulos fueron Ana la del remolcador (1933) de Mervyn LeRoy y El difunto Christopher Bean (1933) de Sam Wood. Esta triunfal trayectoria cinematográfica sería frenada cuando el cáncer provocó su muerte a los 65 años.
Bonita reseña, muy apropiada para la Dressler.
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