GIUSEPPE VERDI (Le Roncole, Primer Imperio Francés, 10-10-1813 / Milán, Reino de Italia, 27-1-1901): IN MEMORIAM
«Giuseppe
Verdi es uno de los más grandes compositores de ópera, profundamente
italiano, autor de páginas musicales inolvidables, de personajes que ya
forman parte indisoluble de nuestra cultura, como La traviata, Rigoletto o
Aida, meticuloso investigador en su arte, muy exigente, con un sentido
crítico fuera de lo común, orgulloso de sus orígenes campesinos pero de
carácter vivo e inquieto.
En su larga vida, que abarca casi todo
el ottocento, compuso 28 óperas, fue capaz de reinventarse cada vez que
fue necesario. Desde una evolución interior, sin rupturas abruptas con
el pasado, formando parte del mismo melodrama en música, tan italiano,
que va de Monteverdi a Puccini, buscó siempre una perfecta
caracterización a través de la expresión dramática y teatral, sea en el
canto, en la orquesta, en el texto o en la acción.
Pero vamos con
una breve biografía. Fortunino Francesco Giuseppe Verdi nació en Le
Roncole, una diminuta localidad cercana a Busseto, en la provincia de
Parma, entonces un ducado perteneciente al imperio francés, el 10 de
octubre 1813. Su padre, Carlo, poseía una pequeña posada y su madre,
Luigia Ottini, era tejedora.
El pequeño Beppino se sintió muy
pronto atraído por la música. Ya en su infancia aparecerá un personaje
muy importante en su vida, Antonio Barezzi, comerciante y miembro de la
Sociedad Filarmónica de Busseto, que no sólo ejercería como mecenas del
compositor sino que será una relevante figura de padre. A los 12 años se
traslada a casa Barezzi en Busseto, continuando sus estudios musicales
con Ferdinand Provesi; a los 19 años intentó entrar en el Conservatorio
de Milán, donde no sería admitido, debido a sobrepasar el límite de edad
y a su educación musical poco académica, en gran parte autodidacta.
Curiosamente, el Conservatorio de Milán hoy lleva su nombre.
Apoyado por Barezzi, se quedaría en Milán continuando su educación
musical con clases particulares de Vincenzo Lavigna; allí podría asistir
al “gallinero” de la Scala y descubriría su verdadera vocación.
Al finalizar sus estudios vuelve a Busseto, como profesor de música. En
1835 se casa con la hija de su benefactor, Margherita Barezzi, pero
Verdi quería volver a Milán, cosa que hizo con la ayuda de su suegro. Al
fin, el 17 de noviembre de 1839 Verdi estrenó su primera ópera, Oberto
Conte di San Bonifacio, para el Teatro alla Scala, que tuvo un cierto
éxito y que le valdría un nuevo contrato del empresario Bartolomeo
Merelli para su segunda ópera, una ópera buffa. Entonces sucedería lo
impensable, sus dos hijos, la pequeña Virginia y su hermano Icilio
habían muerto con poco más de un año de vida en el 38 y el 39
respectivamente y su mujer, Margherita murió en junio de 1840. En ese
estado psicológico, Verdi tenía que escribir una ópera cómica. Un
giorno di Regno fue un gran fracaso, Verdi sería duramente abucheado y
ni siquiera pudo finalizar esa representación del estreno.
Fue
la época más dura del maestro, sabemos poco de esa edad oscura que
probablemente influyó enormemente en Verdi y lo convertiría en el
“pesimista”, como lo llaman algunos.
Lo que sí que se sabe es que
el empresario de la Scala, Merelli, le ofreció el libreto de
Nabuccodonossor. En 1842, dos años después de la pérdida de su familia,
se estrena su tercera ópera, Nabucco, que tuvo un enorme éxito. Verdi
tenía sólo 29 años.
El papel de Abigaille lo interpretó Giuseppina Strepponi, famosa soprano, que será compañera de Verdi durante más de 50 años.
Después de su éxito vendrían los “años de galera” como él mismo los
definiría, trabajando por encargos y a ritmo de una ópera al año. De
esas óperas, muy de tradición italiana, yo destacaría Macbeth, que
supone un primer paso enorme hacia el drama musical que Verdi deseaba.
Es curioso cómo se quejaba de la intérprete protagonista por no tener
una voz áspera y malvada. Donizetti, Rossini y, me atrevería a decir,
todos los compositores hasta bien entrado el siglo XX, no habrían
siquiera pensado en esa caracterización total de un personaje de ópera.
Desde 1847 pasa largas temporadas en Paris, conociendo bien los trabajos de Meyerbeer, Hàlevy o Gounod.
El gran paso siguiente fue, sin duda, la llamada trilogía popular Rigoletto, Il trovatore y La traviata, en especial la primera.
En 1848 compra Villa Sant’Agata cerca de su tierra natal, donde desde
1851 vivirá casi ininterrumpidamente, preocupándose de ampliar y
gestionar sus terrenos y cultivos como el campesino que llevaba dentro.
Las siguientes óperas ya se alejan cada vez más del encorsetamiento del
melodrama italiano, Un ballo in maschera, La forza del destino, Don
Carlo o Aida, son obras maestras de su propio lenguaje teatral.
Elegido miembro del primer parlamento del Reino de Italia y senador
vitalicio desde 1874, Verdi fue un patriota convencido, aunque en la
última parte de su vida estuviera algo desilusionado con esa nueva
Italia unida.
Después del estreno de Aida y de su Messa da
Requiem en 1874, Verdi decide retirarse, tenía 68 años, pero serán su
editor Ricordi y Arrigo Boito quienes se ocupen de convencerle de seguir
escribiendo. En 1887 se estrena Otello y en 1893 Falstaff, trabajos
estos dos últimos que culminan el camino que el compositor ansiaba,
representando la cima de su idea teatral.
Verdi dice adiós a los
escenarios a los 80 años, retirándose a su amada Villa Sant’Agata.
Cuatro años después, en 1897 muere Giuseppina, dejándolo en una amarga
soledad.
Pero le queda una obra más por hacer: en 1899 se crea la fundación para la Casa Verdi.
“Delle mie opere, quella che mi piace di più é la Casa che ho fatto
costruire a Milano per accogliervi i vecchi artisti di canto non
favoriti dalla fortuna, o che non possedettero da giovani la virtù del
risparmio. Poveri e cari compagni della mia vita!”
("De mis trabajos, el que más me gusta es la Casa que he hecho construir en Milán para acoger a los viejos artistas de canto no favorecidos por la fortuna, o que no tenían de jóvenes la virtud del ahorro. ¡Pobres y queridos compañeros de mi vida!")
("De mis trabajos, el que más me gusta es la Casa que he hecho construir en Milán para acoger a los viejos artistas de canto no favorecidos por la fortuna, o que no tenían de jóvenes la virtud del ahorro. ¡Pobres y queridos compañeros de mi vida!")
Durante la Navidad de 1901, la
salud de Verdi empeora, está en Milán donde suele pasar los últimos
inviernos. Por via Manzoni los caballos y las carrozas marchan lentos,
hay paja en la calle para amortiguar el ruido de cascos y ruedas… nadie
quiere molestar el reposo del maestro… Giuseppe Verdi muere la madrugada
del 27 de Enero de 1901 en su habitación de siempre en el primer piso
del Grand Hotel de Milan.»
(Copiado de OPERA CROCE E DELIZIA BLOG DE OPERA)
Marcha de Aida (2º Acto)
Brillante Marcha Triunfal que nos hace recordar a un Verdi siempre triunfador y brillante esta publicación de Javi!
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