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miércoles, 3 de octubre de 2018

Eleonora Duse (Vigevano, Lombardia, Italia, 3-10-1858 / Pittsburgh, Pennsylvania, US, 21-4-1924): In memoriam

LA GRAN DAMA ITALIANA DE LA ESCENA

Tal día como hoy, hace ciento sesenta años, nació la legendaria actriz teatral italiana Eleonora Duse. Mujer de pequeña estatura y grandes ojos, excelente intérprete de melodramas, fue una de las más grandes divas escénicas de su tiempo y la más célebre de las nacidas en Italia. Su fama se debió a su destreza al comunicar emociones intensas, a su sentido del realismo, impregnado de matices poéticos, y a su capacidad para representar el sufrimiento humano. Sus contemporáneos vieron en ella no sólo el modelo de la nueva actriz, sino también de la mujer moderna. Actuando (siempre en lengua italiana), no podía distinguirse si su aflicción era un artificio o la pura realidad, debido a la dolorosa vida espiritual que tuvo y a sus desengaños amorosos. Con su arte deslumbró al publico italiano, europeo y americano, se convirtió en una leyenda y algunos críticos la consideraron incluso superior a la francesa Sarah Bernhardt, catorce años mayor que ella y cuyo triunfo la precedió. Sin embargo, ambas poseían estilos muy diferentes, ya que Eleonora buscaba comprender la mentalidad del personaje y Sarah imprimía su sello personal a los roles que interpretaba. Pirandello dijo de Duse: « Nunca fue y no podría ser simplemente una actriz [ ]. Su espíritu se ha ido desarrollando sin pausa a través del estudio intenso y la meditación profunda sobre la vida: así, se ha convertido en una grandísima personalidad, y no solamente en el teatro [ ]. Quien como yo tuvo la suerte de verla en "La dama de las camelias", no olvidará jamás el encanto romántico, la secreta dulzura y la tremenda pasión que sólo ella es capaz de expresar en esa medida ».         
Hija de cómicos de la legua, modestos propietarios de una compañía itinerante, Eleonora Duse vivió desde muy pequeña el ambiente de los escenarios en cada una de las pequeñas poblaciones donde se presentaban sus padres, quienes en sus desplazamientos portaban consigo cuanto poseían. Fue la suya una infancia triste, casi miserable, de la que arrastró siempre la melancolía y (dada la alimentación escasa), el físico frágil. A los cuatro años debutó sobre las tablas encarnando a Cosette niña en una versión teatral de "Los miserables" de Victor Hugo. Su padre le enseñó a leer y escribir así como rudimentos de interpretación. Eleonora adquirió pronto el gusto por la lectura que siempre la acompañaría. Con catorce años, recién disuelta la compañía familiar, interpretó en Verona su primer rol protagónico en "Romeo y Julieta" de Shakespeare con una naturalidad que impresionó gratamente a los asistentes. Para la adolescente actriz fue un momento importante, pero por encima de los aplausos comprendió lo que podía ser la creación de un personaje: se había convertido en Julieta. Una noche, en medio de una de las representaciones, recibió un telegrama comunicándole la muerte de su madre, hospitalizada en Ancona. No obstante, reprimió su tribulación y continuó actuando hasta el final de la obra.
Eleonora y su padre pasaron de una compañía a otra, abriéndose ella camino poco a poco como segunda actriz. En 1879 con "Teresa Raquin" de Emile Zola, comenzó en Nápoles a suscitar la adoración del público y la aclamación de la crítica. Su éxito fue rotundo, a tal punto que el propio Zola le escribió una carta dándole las gracias. En esa ciudad. el sofisticado y mundano periodista Martino Cafiero, diecisiete años mayor, la cortejó, sedujo, embarazó y se desentendió de ella cuando la compañía partió hacia Turín. En un desesperado breve encuentro en Roma concertado a instancias de ella, Cafiero se negó a casarse y Duse regresó abatida a Turín. Tiempo después se desplazó a un pequeño pueblo en la costa toscana para parir un hijo que sólo sobrevivió unos días. Poco después tuvo que volver a trabajar.
De vuelta en Turín se integró como primera actriz en la compañía del actor Cesare Rossi. Su primer triunfo en ella llegó en Roma en 1880 con "La princesa de Bagdad" de Alexandre Dumas hijo. En 1881, poco antes de cumplir 23 años, se casó con un compañero de trabajo, el actor Tebaldo Marchetti, con el cual tuvo una hija, Enrichetta, nacida a comienzos de 1882. El matrimonio fracasó y la pareja se separaría definitivamente en 1885, año en que la compañía de Rossi efectuó una gira por América Latina que incluyó representaciones en ciudades de Uruguay, Brasil y Argentina. En 1886, a su regreso a Italia, ya estrella aclamada fuera de su país, Duse decidió formar compañía propia.
En Turín había visto actuar a Sara Bernhardt en 1882, por entonces una gran diva internacional, y quedó impactada. La reconoció como a una auténtica dama del escenario y decidió tomarla por modelo y guía. A partir de ese momento cambió por completo, logró interpretar cada personaje a la perfección y el público se le rindió completamente. A semejanza de la Bernhardt formaron parte de su repertorio de entonces obras de Victorien Sardou ("Divorciémonos", "Fedora", "Odette", "Teodora") y de Alexandre Dumas hijo ("La dama de las camelias", "Una visita de bodas", "La mujer de Claudio"). También fue Santuzza en "Cavalleria rusticana" de Giovanni Verga.
En 1884 emprendió una oculta relación con Arrigo Boito, libretista de Verdi y compositor de la ópera "Mefistófeles" que tradujo para ella "Antonio y Cleopatra" de Shakespeare. Gracias a él conoció a Henrik Ibsen, en adelante su autor favorito, de quien interpretó "Casa de muñecas", "La dama del mar" y "Hedda Gabler". Con la ayuda y consejo de Boito, el único enamorado que la comprendió y respetó, que la enseñó a vestirse con gusto y a elegir a sus dramaturgos, además de hacerle ver la importancia del estudio y la cultura y de recomendarle lecturas, Eleonora había desarrollado una personalidad singular, que aunaba una intensa espiritualidad y una sensualidad refinada. A partir de 1890 actuó más fuera que dentro de Italia. Sus triunfales giras europeas la llevaron hasta Rusia en 1891. En 1893 logró un resonante éxito en América del Norte con "La dama de las camelias". Los críticos fomentaron una rivalidad entre ella y Sara Bernhardt. Duse también subyugaría al público de ciudades como Viena, París o Barcelona.
Momento fundamental en su vida privada y carrera artística fue su encuentro en Venecia en 1894 con el poeta, dramaturgo y escritor Gabriele D'Annunzio, del que se convertiría en musa y amante y con quien mantendría una tempestuosa relación sentimental y profesional de diez años que alternó rupturas y reconciliaciones. De D'Annunzio representaría obras como "El sueño de una mañana de primavera", "La Gioconda", "Francesca de Rimini", "La ciudad muerta" o "La hija de Yorio", que contribuyeron decisivamente a la fama del dramaturgo. Este hombre de indudable talento pero carácter veleidoso, inconstante, caprichoso, petulante y ostentoso, fue quien más la hizo sufrir.
A los 46 años, Eleonora cayó gravemente enferma de pulmonía, asunto que no preocupó a quien se dijera el amor de su vida, D´Annunzio, que ni siquiera se dignó a visitarla. El hecho desencadenó la ruptura de su relación. Más adelante, ella declararía haberse sentido explotada, arruinada y humillada por él. En 1907 Duse realizó una segunda gira por Sudamérica, triunfando en Buenos Aires y Montevideo sobre todo con "La dama de las camelias" y "Adriana Lecouvreur". Aunque continuó después actuando en diferentes ciudades europeas, el fin de sus amores, su mala salud y una crisis espiritual la llevaron, después de su éxito con "La posadera" de Goldoni en 1909, a posponer o cancelar representaciones y a abandonar inesperadamente el teatro. La relación con D'Annunzio terminó definitivamente en 1910, cuando el polémico escritor se involucró en asuntos políticos, siendo precursor del fascismo italiano, ya despreocupado totalmente por Eleonora. La prensa en 1910 difundió la noticia de la retirada de Eleonora Duse y comentó el completo alejamiento del mundo en que se encontraba voluntariamente recluida la enamorada del poeta D'Annunzio.
Eleonora Duse se mudó a residir con su hija Enrichetta y durante doce años vivió aislada, dedicándose a la meditación espiritual. Durante la I Guerra Mundial, de 1914 a 1918, la actriz prodigó su asistencia a heridos y dio recitales en los frentes. Hizo un breve paréntesis para filmar, en 1916, "Cenizas", una película de Febo Mari de algo más de 30 minutos. Fue su único testimonio cinematográfico, cuando rondaba los 58 años y presentaba un aspecto demacrado con el cabello casi blanco.
Su situación económica, muy resentida por la guerra, la obligó a volver al teatro en 1921, reapareciendo en Turín con "La dama del mar". Duse era una leyenda y el público la ovacionó de pie en el momento en que pisó nuevamente el escenario. En esta época interpretó papeles de mujer mayor, negándose a ser maquillada y preocupándose tan sólo de ofrecer al público no una ficción, sino el fruto de una ansiosa búsqueda de la verdad interior. Su arte estaba intacto y continuaba electrizando al público. La gran dama de la escena pensaba que quizá el arte era lo único que podía sustituir al amor. En sus últimos años de vida reemprendió una etapa final en su vida artística. Animada por los nuevos éxitos, recobró la ilusión por actuar, añadiendo a su repertorio obras nuevas. Pese a su precaria salud, emprendió una gira por Inglaterra y Estados Unidos, actuando allí en el Metropolitan de Nueva York, además de recorrer muchas de las principales ciudades del país de este a oeste. Era un auténtico mito viviente y grandes estrellas del cine como Gloria Swanson, Charles Chaplin, Mary Pickford o Douglas Fairbanks fueron a aplaudirla. En una breve estancia en Cuba a comienzos de 1924 inauguró el Teatro Nacional de La Habana, donde presentó "La puerta cerrada" de Marco Praga, "Espectros" de Ibsen y "La ciudad muerta" de D'Annunzio. Aún a su avanzada edad, al decir de sus admiradores, atesoraba el sortilegio de una exquisita primadonna. El 1 de abril llegó con su compañía a Pittsburgh y, tras representar por última vez "La puerta cerrada", se sintió muy enferma. Veinte días después una pulmonía acabó con su vida a los 65 años.
Un contrito Gabriele D'Annunzio, que la sobreviviría catorce años, al enterarse de la noticia, murmuró: "Ha muerto aquella a quien no merecí". De hecho, desde su separación, pasó el resto de su vida lamentándose con el recuerdo de la actriz. En muchas ciudades de Italia hay teatros que llevan el nombre de Eleonora Duse.



1 comentario:

  1. Absolutamente maravillosa, deslumbrante, como la propia Eleonora debió ser, es esta semblanza que además, es un hermoso poema digno de la Duse!

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