EDOUARD MANET (París, 23-1-1832 / París, 30-4-1883): IN MEMORIAM
Hoy es aniversario natal del pintor francés Edouard Manet, figura central dentro de la renovación de la pintura de finales del siglo XIX. A pesar de no haber
pertenecido al movimiento impresionista, la técnica y la temática de sus
obras se convirtieron en referentes imprescindibles para la generación
de pintores jóvenes que se decantaron por esta corriente. Guiado por su admiración por los grandes maestros
de la pintura, copió en el Museo del Louvre las obras de los pintores
renacentistas italianos y viajó por Bélgica, Holanda y Alemania. Más
tarde, su veneración por la obra de Velázquez, Murillo, Zurbarán y Goya le llevó a pintar temas inspirados en España, adonde viajó en 1865. La pintura de Manet evolucionó desde su inicial
estilo tenebrista, de inspiración española, a una más luminosa, centrada
por primera vez en la vida urbana moderna. Sus cuadros representaron París y sus personajes tal y como eran (iconografía en la que se anticipó a Lautrec) de forma realista y sin ningún tipo de idealización. Para captar la realidad y la fugacidad del momento empleó una pincelada rápida, directa y empastada, rasgo característico del Impresionismo. Esta temática,
desarrollada bajo la influencia de su amigo Charles Baudelaire, y su atrevida técnica ligera y brillante,
provocaron su rechazo sistemático de los Salones oficiales y de la crítica, al tiempo
que se acrecentó su fama entre los jóvenes pintores impresionistas,
quienes intentaron sin éxito que se les uniera en sus exposiciones. El deseo de Manet fue siempre triunfar en el Salón de París, el lugar oficial del momento, alejándose de los foros independientes.
Hacia el final de su vida pintó numerosos
retratos de mujeres, tanto al óleo como en pastel, así como un gran
número de bodegones y jardines. Su técnica, que se volvió todavía más
suelta y espontánea, abrió un nuevo camino a la pintura moderna. Como
escribió Henri Matisse
varios años después de su muerte, Manet, al ser «el primer pintor en
lograr la traducción inmediata de las sensaciones, liberó el instinto
del pintor».
Semblanza biográfica (con ligeras modificaciones) procedente de la página Biografías y Vidas:
Hijo de un importante funcionario del ministerio de
Justicia, Edouard Manet fue un mediocre estudiante interesado únicamente
en el dibujo. Ante la resistencia paterna a que iniciara una carrera
artística, trató infructuosamente de ingresar en la Escuela Naval hasta
que, tras un segundo intento fallido, su familia accedió a regañadientes
a financiar sus estudios artísticos, que inició en 1850 en el taller
del pintor clásico Thomas Couture.
Tras seis años de
aprendizaje, Edouard Manet se estableció en un estudio propio. En esos
primeros tiempos entabló relación con artistas y literatos como Henri
Fantin-Latour, Edgar Degas y Charles Baudelaire. A principios de 1860
empezaron a ser reconocidas algunas de sus obras, que merecieron, entre
otras, la cálida acogida del crítico y escritor Téophile Gautier.
En 1863, el Salón de Otoño le rechazó un lienzo que iba a resultar trascendental para la posterior evolución de la pintura: Almuerzo sobre la hierba,
que fue doblemente criticado, tanto por su temática -muestra a una
mujer desnuda flanqueada por dos jóvenes ataviados de forma
contemporánea- como por la técnica empleada, revolucionaria lo mismo en
el tratamiento de la perspectiva que en el de la representación del
entorno natural, bañado en una luz fuerte y contrastada.
Ese
mismo año Édouard Manet contrajo matrimonio con la holandesa Suzanne
Leenhoff, con quien había tenido un hijo ilegítimo poco antes. En 1865
volvió a escandalizar con la obra Olympia, en la que, inspirado en una Venus de Tiziano, repitió el
tema del desnudo femenino y aumentó aún más la intensidad de la luz
ambiental, al tiempo que diluía el contorno de figuras y objetos hasta
lograr imágenes prácticamente bidimensionales. Denegada su inclusión en
la exhibición pictórica que se realizó con motivo de la Exposición
Universal de 1867, improvisó una exposición privada de varias de sus
obras más recientes que fue recibida con indiferencia.
En 1868, el joven novelista Émile Zola
escribió una laudatoria recensión de su trabajo en la que identificaba a
Manet con la figura romántica del artista incomprendido. Tras un breve
lapso provocado por la guerra franco-prusiana de 1870-1871, en la que
Manet combatió como oficial de la Guardia Nacional, el marchante Paul
Durand-Ruel adquirió un número considerable de obras del fondo del
artista. Mantuvo buenas relaciones con los jóvenes impresionistas, muy
en especial con Claude Monet, aunque siempre se resistió a participar en
las exposiciones independientes organizadas por éstos; prefería ofrecer
sus obras al Salón y exponerlas en su propio estudio si eran
rechazadas.
En su producción de finales de la década de 1870 acentuó
el naturalismo de su temática, para otorgar el protagonismo de sus
pinturas a prostitutas y coquettes sorprendidas bebiendo o seduciendo a
sus jóvenes amantes, y al tratamiento expansivo de la luz. Por último,
Manet abandonó su técnica tradicional, el óleo, para pasar al pastel.
Paralelamente, su salud experimentó un creciente deterioro a causa de
una enfermedad de origen infeccioso originada en su pierna izquierda.
A
pesar de ello, en 1882 participó en una importante exhibición de arte
francés realizada en Londres, para cuya ocasión presentó Bar del Folies-Bergère,
la última de sus grandes composiciones. Ese año se le concedió la Legion de Honor. Al año siguiente se le declaró
la gangrena en la pierna enferma y tuvo que ser amputada, operación de
la cual no pudo recuperarse y que le acarrearía la muerte poco después.
La exhibición póstuma de sus obras, celebrada en enero de 1884, marcó el
nacimiento de un creciente reconocimiento de su talla como artista, al
que la historia ha concedido el apelativo de padre del impresionismo y la consideración de artista que inaugura la pintura moderna francesa.
Edouard Manet, Autoportait à la palette, 1878 |
Edouard Manet |
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