LA INOLVIDABLE ANNIE JOHNSON DE "IMITACIÓN A LA VIDA"
Hoy es aniversario natal de la actriz estadounidense Juanita Moore. Se inició en el cine con papeles de figuración en una época en que los actores afroamericanos apenas contaban con oportunidades de actuar en películas de los grandes estudios y casi siempre le tocó representar a criadas, muchas veces sin acreditar. A tal respecto Moore dijo en cierta ocasión: «¿Por qué debería quejarme por hacer de criada ganando 700 dólares a la semana? De no ser así, habría ganado 7 dólares siendo criada». Ha pasado a la historia del séptimo arte por encarnar a la sufrida Annie Johnson en el fastuoso melodrama Imitación a la vida, memorable papel al que aportó grandes dosis de sensibilidad y calidez, y por el que fue nominada al Globo de Oro y al Oscar a la mejor actriz de reparto. Desde que Hattie McDaniel ganó el Oscar en 1940, en los siguientes veinte años fue la cuarta intérprete negra de cualquier sexo en lograr una nominación a los premios de la Academia. Moore también señaló: «Pienso que mi papel fue el mayor rol dramático jamás ofrecido a una actriz de mi raza y yo estuve determinada a hacerle justicia».
Siendo muy pequeña, Juanita Moore se trasladó a Los Angeles con su padres, seis hermanas y un hermano durante los primeros años de la Gran Migración Negra, época en la que millones de afroamericanos abandonaron el Sur en busca de oportunidades laborales en estados del Oeste. Cuando creció se desplazó a Nueva York y trabajó como corista en el famoso Cotton Club antes de regresar a Los Angeles y convertirse en actriz de teatro, mientras trabajaba como figurante en películas.
En el cine apareció en buen número de títulos hasta que consiguió ser acreditada en La dama de Trinidad (1952) de Vincent Sherman, noir protagonizado por Rita Hayworth y Glenn Ford, al que siguieron Los fusileros reales de Africa (1953) de Lesley Selander, film de aventuras con
Louis Hayward, El único testigo (1954) de Roy Rowland, drama criminal con Barbara Stanwyck,
George Sanders y
Gary Merrill, Rapto (1956) de Alex Segal, drama criminal con
Glenn Ford y
Donna Reed, o Una rubia en la cumbre (1956) de Frank Tashlin, comedia con
Tom Ewell,
Jayne Mansfield y
Edmond O'Brien. Estas películas se intercalaron con otras en las que Moore podía ser vista pero no se acreditó su nombre.
Su gran oportunidad llegó cuando el productor Ross Hunter de Universal Pictures la seleccionó para interpretar el papel que Louise Beavers había desempeñado en la primera adaptación a la pantalla de la novela "Imitación a la vida" de Fannie Hurst, que en 1934 había dirigido John M. Stahl y protagonizado Claudette Colbert. El remake en color Imitación a la vida (1959) fue dirigido por Douglas Sirk y contó con un magnífico reparto en el que también figuraban
Lana Turner,
John Gavin,
Sandra Dee,
Dan O'Herlihy,
Susan Kohner y Robert Alda. El suntuoso melodrama recorre doce años de las vidas de una actriz teatral (Turner) y su ama de llaves interna de raza negra (Moore), dos mujeres que tienen una hija cada una de ellas pero no marido. Annie Johnson, el personaje de Moore, es una fiel sirviente que, a fin de que su empleadora pueda triunfar sobre las tablas, cuida de la casa y de las dos niñas hasta que se hacen mayores. Pero tiene graves problemas con su propia hija, mulata (de padre blanco) que tiene la piel clara y pretende hacerse pasar por blanca, lo que deriva en un creciente rechazo hacia su madre. Con gran espíritu de sacrificio Annie debe aceptar el abandono y alejamiento de su hija, lo que acaba por deteriorar su salud y provocar su propia muerte. La impresionante secuencia final de esta obra maestra de Sirk, con el espectacular funeral de Annie al que asiste su arrepentida hija poseee una carga emotiva indescriptible. Tanto Juanita Moore como Susan Kohner fueron candidatas al Globo de Oro (Kohner lo ganó) y al Oscar a la mejor actriz de reparto. El film es hoy un muy reverenciado gran clásico del género.
Empero, a Moore no volvieron a ofrecerle un papel de semejante envergadura, aunque intervino en Mi adorada salvaje (1961) de Harry Keller, comedia con
Sandra Dee y
John Gavin, La gata negra (1962) de Edward Dmytryk (1962), drama con Laurence Harvey, Capucine, Jane Fonda, Anne Baxter y Barbara Stanwyck, Los líos de papá (1963) de George Marshall, comedia con Jackie Gleason y Glynis Johns, Dominique (1966) de Henry Koster, drama semiautogiográfico sobre Jeanine Deckers, la monja cantante, que protagonizó Debbie Reynolds, Rosie, una señora riquísima (1967) de David Lowell Rich, comedia con
Rosalind Russell y Sandra Dee, Angelitos negros (1970) de Joselito Rodríguez, drama de producción mexicana que adaptaba una novela de Fannie Hurst, con Manuel López Ochoa,
Martha Rangel y
Titina Romay, Los trotamundos (1971) de
Paul Bogart, western cómico con
James Garner, Louis Gossett Jr. y Susan Clark, Goldy el chulo (1973) de Michael Campus, drama criminal blaxploitation con
Max Julien,
Don Gordon y
Richard Pryor,
Tres golpes al día (1974) de Gordon Parks Jr., western blaxploitation con
Max Julien y
Vonetta McGee,
Abby (1974) de William Girdler, film de terror blaxploitation con
William Marshall,
Terry Carter,
Austin Stoker y
Carol Speed, Un padre fuera de serie (1981) de David Steinberg, comedia con Burt Reynolds, El cielo puede esperar, pero la mujer de O'Hara no (1982) de William Bartman, comedia con Jodie Foster y Ed Asner, Encrucijada de pasiones (1988) de Zalman King, drama con
Sherilyn Fenn,
Richard Tyson,
Louise Fletcher,
Burl Ives y
Kristy McNichol, o El chico (2000) de Jon Turteltaub, comedia familiar de fantasía con Bruce Willis. También apareció como estrella invitada en diversas series televisivas y en 1959 actuó en el West End londinense con la obra "Un lunar en el sol" y en 1965 en Broadway con "The amen corner".
Juanita Moore se casó y enviudó dos veces. Su primer marido fue el actor Ananias Berry (1943-1951); el segundo fue el conductor de autobús Charles Burris (1953-2001). La actriz falleció por causas naturales a la edad de 99 años.
Muy justo y necesario homenaje le ha elaborado Javi a Juanita Moore con esta magnífica semblanza que se deja leer deliciosamente.
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