A LA SOMBRA DE LOS HÉROES
Hoy se cumplen treinta años de la muerte del actor y director teatral inglés Anthony Quayle. Alto, fuerte, con voz potente y resonante, mirada profunda y pómulos prominentes, fue un prestigioso intérprete de amplísima experiencia en el teatro de Shakespeare, al que consagró gran parte de su actividad profesional. Su inconvencional aspecto físico condicionó su carrera en el cine y casi siempre fue secundario como contrafigura de los protagonistas, aunque con frecuencia encarnó a personajes con autoridad. Debido a su gran destreza en teatro clásico, su presencia fue requerida en buen número de films históricos tanto en la pantalla grande como pequeña. Por su interpretación en Ana de los mil días fue candidato al Oscar al mejor actor de reparto. En 1952 fue nombrado Comendador de la Orden del Imperio Británico y en 1985 Caballero de la misma con el título de Sir.
Hijo de un abogado de Lancashire, John Anthony Quayle después de graduarse estudió en la prestigiosa Royal Academy of Dramatic Art in Londres y debutó como actor de music hall. En 1932 se unió a la compañía Old Vic, especializada en repertorio de Shakespeare. Su reputación profesional fue creciendo continuamente y en 1936 llegó a debutar en Broadway con Ruth Gordon como oponente. Ya era un actor consolidado sobre la escena cuando la II Guerra Mundial interrumpió su carrera. Quayle fue de los primeros actores en alistarse en el ejército, sirviendo en Artillería. Más adelante fue utilizado por el servicio secreto como oficial de enlace con los partisanos de Albania y fue ayudante del gobernador de Gibraltar. Tras seis años como militar se licenció al acabar la contienda con el grado de comandante. Sus experiencias le inspiraron dos novelas bélicas que publicó en 1945 y 1947.
En 1946 debutó como director teatral con una producción londinense de "Crimen y castigo". Entre 1948 y 1956 fue director en el Shakespeare Memorial Theatre y en la Royal Shakespeare Company, donde además interpretó, entre otros, roles como Petruchio, Falstaff, Otelo, Benedicto o Enrique VIII. Grandes divos de la escena como Laurence Olivier y John Gielgud fueron dirigidos por el. Su aclamada trayectoria interpretativa escénica (como también la cinematográfica) transcurriría a ambos lados del Atlántico, actuando en obras como "Volpone" de Ben Johnson, "Tamburlaine" de Christopher Marlowe, "Largo viaje hacia la noche" de Eugene O'Neill, "La vida de Galileo" de Bertolt Brecht, "El primogénito" de Christopher Fry, "La huella" de Anthony Shaffer o "El rey Lear" de Shakespeare.
En el cine tuvo apariciones sin acreditar en la segunda mitad de los años 30 y su debut oficial se produjo interpretando a Marcelo en Hamlet (1948) de Laurence Olivier, adaptación del drama de Shakespeare que protagonizó su director y ganó cuatro Oscars. Después apareció en Matrimonio de estado (1948) de Basil Dearden, drama histórico con Stewart Granger,
Françoise Rosay, Joan Greenwood y
Flora Robson.
Quayle era consciente de que su rostro de peculiares facciones angulosas y redondeadas con pequeños ojos tristes, le vetaba el estrellato en la pantalla, por lo que empleó más a fondo su indudable talento en el teatro, su medio favorito. Su presencia en el cine no se hizo asidua hasta ¡Oh, Rosalinda! (1955) de Michael Powell y Emeric Pressburger, comedia musical que adaptaba una opereta de Johann Strauss, con Ludmilla Tchérina,
Anton Walbrook, Michael Redgrave y Mel Ferrer, a la que siguieron otros roles destacados en La batalla del Río de la Plata (1956) de Michael Powell y Emeric Pressburger, film bélico con John Gregson y Peter Finch, Falso culpable (1956) de Alfred Hitchcock, drama de intriga con Henry Fonda y
Vera Miles que supuso su primera incursión en una producción de Hollywood, El hombre que no quiso hablar (1958) de Herbert Wilcox, drama criminal con Anna Neagle y
Zsa Zsa Gabor, Fugitivos del desierto (1958) de J. Lee Thompson, drama bélico con
John Mills,
Sylvia Syms y
Harry Andrews,
Acusación infame (1959) de Terence Young, drama con
Cliff Richard y
Sarah Churchill, La gran aventura de Tarzán (1959) de John Guillermin, film de acción con
Gordon Scott, El reto (1960) de John Gilling, drama criminal con
Jayne Mansfield y
Carl Möhner, Los cañones de Navarone (1961) de J. Lee Thompson, exitoso film de hazañas bélicas con Gregory Peck,
David Niven y Anthony Quinn, Motín en el Defiant (1962) de Lewis Gilbert, aventuras marinas en el siglo XVIII con
Alec Guinness y
Dirk Bogarde, Lawrence de Arabia (1962) de David Lean, drama épico-histórico con Peter O'Toole, Alec Guinness, Anthony Quinn, Jack Hawkins y José Ferrer ganador de siete Oscars, La caída del imperio romano (1964) de Anthony Mann, drama épico-histórico con
Sophia Loren,
Stephen Boyd, Alec Guinness,
James Mason y
Christopher Plummer,
Rebelión en el Sudán (1964) de Nathan Juran, drama de aventuras en el siglo XIX que protagonizó junto a
Sylvia Syms, Operación Crossbow (1965) de Michael Anderson, thriller de espionaje con
Sophia Loren,
George Peppard,
Trevor Howard,
John Mills,
Richard Johnson y
Tom Courtenay, Estudio de terror (1965) de
James Hill, thriller con
John Neville,
Donald Houston y
John Fraser,
Las flores del diablo (1966) de Terence Young, telefilm de intriga exhibido en salas de cine, con
Yul Brynner,
Angie Dickinson,
Omar Sharif,
Marcello Mastroianni y
Senta Berger, El incomprendido (1967) de Luigi Comencini, drama italiano con
Stefano Colagrande,
Simone Gianozzi y
John Sharp, El oro de Mackenna (1969) de J. Lee Thompson, western con
Gregory Peck,
Omar Sharif y
Telly Savalas, Cadenas de libertad (1969) de J. Lee Thompson, film bélico con David Niven,
Topol,
Anna Karina y
John Hurt, o Ana de los mil días (1969) de Charles Jarrott, drama histórico con
Richard Burton,
Geneviève Bujold e
Irene Papas donde su interpretación del Cardenal Thomas Wolsey mereció sendas nominaciones al Globo de Oro y el Oscar en la categoría de mejor actor de reparto.
El resto de su filmografía incluye títulos como Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972) de Woody Allen, comedia de episodios y amplio reparto encabezado por su director, Legado de un héroe (1973) de James Cellan Jones, drama histórico que adaptaba una obra de Terence Rattigan sobre el Almirante Nelson y Lady Hamilton durante las Guerras Napoleónicas, con
Glenda Jackson,
Peter Finch y
Michael Jayston, La semilla del tamarindo (1974) de Blake Edwards, drama con
Julie Andrews y
Omar Sharif, Ha llegado el águila (1976) de John Sturges, thriller bélico con Michael Caine,
Donald Sutherland y
Robert Duvall, Holocausto 2000 (1977) de Alberto De Martino, producción italiana de terror con
Kirk Douglas,
Simon Ward y
Agostina Belli,
Asesinato por decreto (1979) de Bob Clark, thriller de época con Christopher Plummer,
James Mason,
David Hemmings,
Susan Clark,
John Gielgud,
Frank Finlay,
Donald Sutherland y
Geneviève Bujold, La leyenda del santo bebedor (1988) de Ermanno Olmi, drama de producción italiana, con
Rutger Hauer, Buster: El robo del siglo (1988) de David Green, comedia criminal con Phil Collins y Julie Walters, o Los reyes del viento (1990) de Peter Duffell, film de aventuras doeciochescas con Frank Finlay, Jenny Agutter, Nigel Hawthorne, Glenda Jackson y Richard Harris estrenado después de su muerte. En la última etapa de su carrera también participó en series televisivas como Las seis esposas de Enrique VIII (1970), El toque satánico (1973), QB VII (1974), Moisés (1974), Masada (1981), Los últimos días de Pompeya (1984) o Conspiración terrorista: El caso Bourne (1988) y telefilms como La historia de David (1976) o 21 horas en Munich (1976).
Anthony Quayle estuvo casado con dos actrices. Su primera esposa fue Hermione Hannen, con la que contrajo matrimonio en 1934 y de la que se divorció en 1941. Con la segunda, Dorothy Hayson, se casó en 1947, tuvo dos hijas, Jenny y Rosanna, y un hijo, Christopher. Con ella convivió hasta su propia muerte a los 76 años, ocasionada por un cáncer hepático. En 1989 se publicó, de forma póstuma, su autobiografía.
No sabía de él, así que es muy provechosa esta semblanza.
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