ANTONÍN DVORÁK (Nelahozeves, Bohemia, Imperio austrohúngaro, 8-9-1841 / Praga, Bohemia, Ibid, 1-5-1904): IN MEMORIAM
Hoy es aniversario natal del compositor checo Antonín Dvořák. Creador de la sinfonía checa, es en general en su obra instrumental
donde dio lo mejor de sí mismo. En su orquestación buscó la espectacularidad, conseguida a través de
contrastes dinámicos y de la experimentación de nuevas combinaciones
tímbricas. Sus numerosas y variadas composiciones incluyen nueve sinfonías, obras para piano, dos colecciones de danzas eslavas, once óperas, varios poemas sinfónicos, suites, cantatas, coros, serenatas, oberturas, música de cámara,
oratorios, misas, un concierto para piano, otro para violín y otro para violonchelo, canciones y dúos vocales. Su música refleja exactamente
las referencias culturales de su país con, a la vez, una fuerte
impregnación germánica y la influencia reconocida de Beethoven, Schubert, Liszt, Brahms y Wagner;
pero también refleja el enraizamiento nacionalista propio del siglo XIX y el apego a las tradiciones históricas y legendarias eslavas. La Sinfonía nº 9, también llamada Sinfonía del Nuevo Mundo, la más célebre de sus obras, le convirtió en el músico checo más famoso en el mundo.
Nacido en un pequeño pueblo al norte de Praga, Antonín Dvořák aprendió a tocar el violín cuando aún era un niño y participaba a menudo
en celebraciones campestres tocando con la banda de su pueblo natal. Al
ser el mayor de ocho hermanos, Antonín tuvo que compaginar su afición
por la música con el trabajo en el negocio de su padre, un carnicero
rural que poseía un pequeño establecimiento hostelero. Su progenitor le enseñó rudimentos de piano y órgano. A los catorce años Dvořák compuso su primera polka y fue enviado, con el fin de aprender alemán, lengua oficial del Imperio, a vivir con su tío en Zlonice, donde inició sus estudios de viola, órgano, piano y contrapunto. En 1857 ingresó en la escuela de órgano de Praga, terminando sus estudios con éxito dos años más tarde y ganándose la vida tocando en una orquestina. Entre 1863 y 1871, fue violista de la orquesta del Teatro Nacional de la capital checa, dirigida en aquel momento por Bedřich Smetana, de quien Dvořák se consideraría continuador. En 1863 participó en tres conciertos de obras de Richard Wagner dirigidas por el propio compositor. Durante estos años, imitando los modelos románticos, creó sus primeras composiciones, entre las que se encontraban sus dos primeras sinfonías y el ciclo de canciones Cipreses, del cual extrajo fragmentos que utilizaría posteriormente en su Concierto para violonchelo (1895).
Su primera ópera, Alfred, data de 1870 y posee una gran influencia wagneriana. En 1871 comenzó a trabajar en su ópera El rey y el carbonero, concluída y estrenada con éxito tres años después. Pero fue su cantata para voces masculinas Hymnus (1873), conmemorativa de la
epopeya histórica de los héroes de la Montaña Blanca, la que le hizo
verdaderamente popular entre sus compatriotas. En 1874, ya desarrollando un estilo más clásico, su Sinfonía en mi bemol fue premiada en Austria por un jurado entre cuyos miembros se encontraba Johannes Brahms.
El compositor húngaro se interesó de tal forma por la obra de Dvořák
que logró que su editor Simrock publicara las partituras del joven autor checo. Este desarrolló su faceta de organista de la iglesia de San Vojtech de
Praga entre 1874 y 1877, época en que estudió el folclore de su país, cuyos principales elementos utilizó posteriormente en sus composiciones. Dos años después, en 1879, el editor Simrock
publicó la primera serie de las famosas Danzas eslavas y los Cantos moravios, obras que le hicieron célebre, sobre todo entre el público inglés. Su Sexta sinfonía en Re mayor (1880), compuesta para la Orquesta
Filarmónica de Viena, fue la primera en proporcionarle notoriedad
internacional dentro del campo de la música sinfónica. El gran éxito alcanzado por su Stabat Mater (1877), su obra sacra más destacada, estrenada en 1884 en el Albert Hall londinense, facilitó el primero de sus nueve viajes a Inglaterra. Su obra fue reconocida también en Austria, Alemania, Hungría y Rusia.
Tras la notoriedad alcanzada, pudo llevar a cabo uno de sus grandes anhelos: adquirir una casa de
campo en Vysoká, un pueblo del sur de Bohemia, adonde se retiraba
frecuentemente con su familia durante los meses de verano. En 1891 comenzó a impartir clases de composición en el Conservatorio de Praga. Al año siguiente, Dvořák aceptó la invitación de Jeannete Thurber,
presidenta del Conservatorio Nacional de Nueva York, para que dirigiera
esta institución. Allí se trasladó con su mujer y dos de sus seis hijos.
Para el cuarto centenario del descubrimiento de América y a petición de Thurber, escribió su Te Deum. Durante su estancia en los Estados Unidos, Dvořák se interesó por la
música indígena y afro-americana y fue allí donde compuso su célebre Novena Sinfonía "del Nuevo Mundo",
fruto de su búsqueda de nuevos rumbos estéticos que dejaran atrás el
Romanticismo. La obra se estrenó con gran éxito en el Carnegie Hall de Nueva York en diciembre de 1893. De esta estancia procede también su Cuarteto de cuerda nº 12 en fa mayor (1893), conocido como Cuarteto americano y los Cantos bíblicos (1894) para soprano o tenor.
Añorando su tierra, en 1895 volvió a su país natal y siguió impartiendo clases en el
Conservatorio de Praga, institución que dirigió a partir de 1901. Tras
su vuelta a Bohemia escribió diversos poemas sinfónicos como Vodník (Ondina) y Polednice (La bruja del mediodía), ambos de 1896, y dedicó gran parte de su tiempo a la creación de óperas. Rusalka (1901) fue la más exitosa y Armida (1904), basada en un poema del italiano Torcuato Tasso, fue la última ópera que compuso, un intento de escribir una obra escénica de carácter internacional. A pesar de haber logrado ser un compositor cuya reputación traspasó fronteras y
de haber recibido numerosos honores y distinciones como la Orden
austriaca de la Corona de Hierro (1889) o el doctorado honoris causa por la Universidad de Cambridge (1890), siempre se consideró a sí mismo "un simple músico checo".
Antonín Dvořák se casó en 1873 con Anna Čermákova, con quien tuvo nueve hijos, de los cuales tres murieron durante la infancia. El compositor falleció a los 62 años de una trombosis cerebral. El día de su funeral fue una jornada de luto en toda la región de Bohemia.
Sin lugar a dudas, su obra más célebre es la Sinfonía Novena o del Nuevo Mundo
(1893), que posee reminiscencias de los cantos
espirituales negros y de las melodías de las plantaciones del sur de los
Estados Unidos que Dvořák oyó cantar en Nueva York a Harry T. Burleigh,
un alumno suyo. El compositor realizó investigaciones sobre cuáles
serían los aspectos definitorios de un estilo musical propiamente
americano y, aun sin utilizar niguna de esas melodías, desarrolló su temática con todos los recursos del ritmo sincopado, las cadencias, el contrapunto y el color orquestal modernos. Pese a todo, se suele considerar que, como muchas otras de las obras de Dvořák, este trabajo tiene más en común con la música popular de su Bohemia natal que con los Estados Unidos. El astronauta Neil Armstrong llevó esta música durante la misión del Apollo 11, la primera que pisó la Luna, en 1969. De los cuatro movimientos de que consta la sinfonía (Adagio-Allegro molto, Largo, Molto vivace y Allegro con fuoco), en el video se puede apreciar la ejecución del último en una grabación de 1985 a cargo de la Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por un veteranísimo Herbert Von Karajan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario