EL ETERNO 'JOVEN FURIOSO'
Hoy es aniversario natal del cineasta estadounidense Samuel Fuller. Guionista y director de películas controvertidas en su época, se especializó en cine de acción de varios géneros (bélico, western, noir) y bajo presupuesto, menos valoradas criticamente en su tiempo que a partir de los años 60. Con un impactante y directo estilo visual y un acerado sentido de la
narración, es singular en su cine el empleo de primerísimos planos,
tomas largas y un uso manifiesto de la violencia, tratando temas como el racismo, la marginación social o la corrupción política. Abrupta, caótica, sorprendente y rompedora, su muy inconformista obra, fruto de su acusado individualismo, está poblada de personajes de excepción (mercenarios, prostitutas, impostores, neurópatas...) y, de forma seca y visceral, rezuma energía y pasión, huyendo de todo cliché. Pocas veces contó con estrellas importantes en sus films, algunos de los cuales son hoy clásicos de culto. Después de que Hollywood terminó por cerrarle la puerta, hizo cameos como actor en peliculas de jóvenes directores que le reverenciaban por su imagen de rebelde que eludió las servidumbres del sistema al amparo de la serie B; así en "Pierrot el loco" de Godard, sentenció: « Una película es como una batalla: amor, odio, acción, violencia y muerte. En una palabra, emoción ».
Samuel Fuller nació en el seno de una familia judía emigrada a los Estados Unidos desde Europa. Su padre falleció cuando él tenía once años y después los suyos se trasladaron a la ciudad de Nueva York, donde un año más tarde Samuel comenzó a trabajar en el mundo del periodismo como copista. A los diecisiete años ya era el más joven reportero de sucesos y en su temprana juventud dio inicio también a su faceta como escritor, ideando relatos pulp, experiencias que servirían de base a algunas de sus futuras películas. Desde mediados de los años 30 escribió guiones cinematográficos y cuando su país entró en la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el ejército para combatir con el grado de cabo tanto en el frente europeo como en el norteafricano. Por sus
servicios bélicos recibió varias condecoraciones, entre ellos el Corazón
de Púrpura y la Estrella de Plata.
Fuller debutó como director con Balas vengadoras (1949), un western
con
Preston Foster,
Barbara Britton y
John Ireland sobre la figura de Bob Ford, el hombre que mató a Jesse James, que fue continuado por otro título del
oeste, El barón de Arizona (1950), protagonizado por Vincent Price y Ellen Drew. A continuación amplió su filmografía con un par de títulos bélicos sólidos y relevantes, completamente alejados del triunfalismo de la
época y que subrayaban los aspectos menos heroicos de la guerra en Corea: Casco de acero (1950), con Gene Evans, un éxito que le reveló como director (después trabajó para Zanuck en la Fox), y A bayoneta calada
(1951), con
Richard Basehart,
Gene Evans y
Michael O'Shea. Siguieron La voz de la primera plana (1952), drama periodístico con Gene Evans y
Mary Welch, Manos peligrosas (1953), memorable noir con
Richard Widmark,
Jean Peters y
Thelma Ritter, El diablo de las aguas turbias (1954), drama aventurero relacionado con la guerra fría, con Richard Widmark y Bella Darvi, La casa de bambú (1955), noir con Robert Ryan y Robert Stack, Corredor hacia China (1957), drama bélico sobre la guerra de Indochina, con
Gene Barry,
Angie Dickinson y
Nat 'King' Cole, Yuma (1957), western con
Rod Steiger, Sarita Montiel,
Brian Keith y
Ralph Meeker,
Cuarenta pistolas (1957), western con
Barbara Stanwyck,
Barry Sullivan,
Dean Jagger,
John Ericson y
Gene Barry, Verboten!
(1959), drama bélico (el primero de sus films sobre la Segunda Guerra Mundial) con James Best y
Susan Cummings, y El kimono rojo (1959), noir con
Victoria Shaw,
Glenn Corbett y
James Shigeta.
En la década siguiente sólo rodó cinco películas: Bajos fondos (1961), thriller criminal con
Cliff Robertson,
Dolores Dorn y
Beatrice Kay,
otra de sus mejores obras, Invasión en Birmania (1962), bélico con
Jeff Chandler y
Ty Hardin, Corredor sin retorno (1963), drama sobre un periodista que, con la intención de ganar el premio Pulitzer, ingresa en un hospital psiquiátrico haciéndose pasar por loco a fin de investigar un asesinato
allí cometido, con
Peter Breck,
Constance Towers,
Gene Evans,
James Best y
Hari Rhodes, Una luz en el hampa (1964), drama criminal sobre una prostituta que huye de su pasado, con
Constance Towers,
Anthony Eisley y
Michael Dante,
y Arma de dos filos (1969), thriller de acción con Burt Reynolds, Barry Sullivan, Arthur Kennedy y Silvia Pinal. De este último título quedó Fuller tan descontento que pidió (sin éxito) a los productores que retirasen su nombre de los créditos.
Alejado de Hollywood rodó el thriller Muerte de un pichón (1973) en Alemania y no regresó hasta dirigir Uno Rojo, división de choque (1980), un proyecto basado en personales experiencias bélicas y demorado durante décadas, con
Lee Marvin y
Mark Hamill. Después del drama Perro blanco (1982), thriller que adaptaba una novela de Romain Gary, con Kristy McNichol, Paul Winfield y Burl Ives, que fracasó en taquilla, ya septuagenario filmó en Francia sus dos últimas películas, las menos interesantes de su carrera, Ladrones en la noche (1984), drama con
Véronique Jannot y
Bobby Di Cicco, y Calle sin retorno (1989), drama con
Keith Carradine,
Bill Duke y Valentina Vargas.
Samuel Fuller tuvo dos esposas: Martha Downes, de quien se divorció en 1959, y la actriz Christa Lang, con la que estuvo casado desde 1963 hasta su muerte y tuvo a su hija Samantha. El director falleció por causas naturales a los 85 años. En el año 2002 se publicó su autobiografía.
Interesante y sugerente la descripción que nos da Javi sobre su estilo como director. No creo que haya visto alguno de sus filmes.
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