EL REALISMO POÉTICO EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN
Hoy es aniversario natal del director cinematográfico francés Marcel Carné, figura clave del realismo poético en su país y uno de los directores más importantes del cine galo. Influido por la estética de Max Reinhardt y el expresionismo alemán de Murnau, Lang o Sternberg y el policiaco americano, desarrolló, con la importante colaboración del guionista Jacques Prévert, un mundo poético propio con personal y meticulosa atmósfera plástica a base de sugestivos claroscuros e imbuida de fatalismo trágico. Su atención al detalle y gusto por lo pictórico privilegió el decorado y los personajes sobre la acción en sus films. A él se debe la monumental obra maestra Los niños del paraíso (1945), apoteosis de su sentido del espectáculo. Las circunstancias de la guerra y la política no le permitieron
redondear su carrera del modo en que la había iniciado y le impidieron
realizar un mayor número de películas. Aun con todo, es de forzosa
mención en cualquier historia del cine por su sensibilidad y su
capacidad de narración y ambientación. En 1971 compartió un León de Oro honorífico en la Mostra de Venecia con John Ford e Ingmar Bergman y en 1985 se le otorgó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes y el Premio de Honor del Cine Europeo. Recibió también la Legión de Honor, reconocimiento al que se unió el de Caballero de las Artes y las Letras de Francia.
Hijo de un ebanista, Marcel Carné perdió a su madre a los cinco años y fue criado por su abuela y una tía. Su padre quería que heredase su profesión, pero Marcel, pronto aficionado al cine, rechazó tal cosa e hizo cursos de fotografía en la Escuela de Artes y Oficios. Después de trabajar en un banco, una tienda de alimentación y una compañía de seguros, ejerció como crítico de cine hasta 1933. En esa época también había sido ayudante de dirección de René Clair o Jacques Feyder, autores decisivos en su formación, y realizado su primer corto (un documental) en 1929.
Su primer largometraje fue Jenny (1936), drama romántico para el que tuvo la
colaboración como guionista del escritor Jacques Prévert, con quien
iniciará una fecunda relación durante una década. La protagonista femenina fue Françoise
Rosay, que le había ayudado en la puesta en marcha del proyecto. Después dirigió Un drama singular (1937), comedia con Françoise
Rosay,
Michel Simon,
Jean-Pierre Aumont y
Louis Jouvet, con la que comenzó su
época de éxito hasta convertirse en uno de los principales directores del cine
francés. Se le situó en un principio en el denominado movimiento del 'realismo poético', al que estaban adscritos otros directores
como Jean Renoir o Julien Duvivier. Alcanzará una importante notoriedad internacional con El muelle de las brumas
(1938), adaptación de una novela de Pierre Mac Orlan, con
Jean Gabin,
Michel Simon y
Michèle Morgan, una obra que mantiene una conexión ideológica con el movimiento
del Frente Popular y que muestra el ambiente de angustia que se cernía
sobre Europa como consecuencia del avance político del nazismo. Así sucedió también con Hotel del Norte (1938), drama romántico con
Annabella,
Jean-Pierre Aumont,
Louis Jouvet y
Arletty, Amanece (1939), drama con Jean Gabin, Jules Berry, Arletty y
Jacqueline Laurent, que un año después fue prohibido por el gobierno de Vichy por considerarlo desmoralizador (acaba con el suicidio del protagonista).
Sin
embargo, dos títulos destacan por encima de todos los demás como
verdaderas piezas magistrales del cine francés de esos años. En primer
lugar, Los visitantes de la noche (1942), fábula medieval con Arletty,
Marie Déa,
Fernand Ledoux,
Alain Cuny y Jules Berry, una obra realizada en la
Francia ocupada, aunque impregnada, según
muchos, de sentido antinazi. Cinta visualmente espléndida, en
ella el diablo visita un castillo de noche, en un intento de conseguir
el auténtico amor, lo que resulta imposible para él. Los
espectadores franceses la interpretaron como una alegoría
del espíritu de resistencia frente a la ocupación alemana. Su gran obra maestra, empero, es Los niños del paraíso (1945), suntuosa superproducción con un reparto excepcional: Arletty, Jean-Louis Barrault,
Pierre Brasseur,
Pierre Renoir,
Marcel Herrand,
Louis Salou y
María Casarès, considerada una de las mejores películas de todos los tiempos y la mejor de toda la cinematografía francesa. Fábula sobre el amor y la muerte, el bien y el mal, ambientada en el año
1840, su vigor visual y la capacidad para sintetizar las relaciones
entre la vida y el teatro han hecho que sea la obra más vigente de Carné
y siga manteniendo actualidad para el público contemporáneo. El propio
Carné dijo que Los niños del paraíso era un homenaje al mundo del teatro. Durante el segundo año de la ocupación, Carné y su
guionista Jacques Prévert trabajaron afanosamente en este proyecto; Barrault les
sugirió que hiciesen una película en la que se ocupasen de Baptiste
Deberau, uno de los más famosos mimos franceses, y que añadiesen los
crímenes que se habían cometido en el bulevar del Temple, calle que
llegó a hacerse famosa por esa trágica circunstancia. A la idea que
habían recibido, el director y el guionista añadieron la figura de un
famoso criminal llamado Lacenaire. La idea resultó
de lo más feliz; fue también clave la ayuda que aportaron el director
artístico Alexandre Trauner y el compositor Joseph Cosma. El propio
Barrault interpretó al personaje del mimo. El film, mayoritariamente rodado en estudios de Niza, tardó tres años en completarse y fue el más costoso que se había rodado en Francia hasta aquel momento. Se estrenó en marzo de 1945, muy poco antes del fin de la guerra, y fue visto por cerca de cinco millones de espectadores.
Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial estrenó Las puertas de la noche (1946), interesante drama con
Pierre Brasseur,
Serge Reggiani,
Yves Montand,
Nathalie Nattier y Saturnin Fabre, en el que se introdujo la celebérrima canción "Les feuilles mortes" de Jaccques Prévert y Joseph Kosma. Por aquel entonces Carné tuvo problemas
políticos: sospechoso de colaboracionismo, debió enfrentase a un
tribunal de depuración. Aunque no fue finalmente culpado de nada, las
circunstancias cambiaron de un modo decisivo para él. Muchos de sus
colaboradores habituales se habían marchado (entre ellos Jacques Prévert) y él era un personaje bajo
sospecha. Su talento y capacidad de trabajo se resentirían de estas
circunstancias. El neorrealismo había impuesto sus modelos y el denominado realismo poético parecía desfasado. A pesar de todo, Carné todavía realizó películas importantes: La Marie du port (1950), drama de intriga basado en una novela de George Simenon, con Jean Gabin como protagonista, Juliette o la llave de los sueños (1951), drama entre onírico y fantasmagórico con
Gérard Philipe y
Suzanne Cloutier, Teresa Raquin (1953), adaptación de una novela de Emile Zola, con
Simone Signoret y
Raf Vallone, por la que recibió el León de Plata a la mejor realización en la Mostra de Venecia, o El aire de París (1954), drama sobre el mundo del boxeo con
Jean Gabin,
Arletty,
Roland Lesaffre,
Marie Daëms y Folco Lulli.
A partir de entonces la carrera de Carné entró en declive. Algunos títulos como El vendedor de felicidad (1956), fantasía navideña con Gilbert Bécaud y
Françoise Arnoul, Los tramposos (1958), drama con
Jacques Charrier,
Pascale Petit,
Andréa Parisy y
Laurent Terzieff, El solar (1960), drama con Danielle Gaubert, Jean-Louis Bras, Maurice Caffarelli, Constantin Andrieu y Roland Lesaffre, o Alpiste para los pajaritos (1963), comedia con
Dany Saval, Paul Meurisse,
Suzy Delair y Jean Richard, fueron mal recibidos por la crítica (Cahiers du cinéma, en especial); la segunda, no obstante, fue un gran éxito de público, y Tres habitaciones en Manhattan (1965), drama según una novela de Simenon, con
Annie Girardot,
Maurice Ronet y
O.E. Hasse, tuvo mejor acogida. Sus últimos films fueron Les jeunes loups (1968), Les assassins de l'ordre (1971), La merveilleuse visite (1974) y el documental La Bible (1977). Ya retirado, escribió sus memorias, publicadas en 1982, en las que reflejaba sus opiniones y dejaba traslucir su amargura por el trato injusto hacia su persona y su obra.
Homosexual, aunque no de forma publica, Marcel Carné sostuvo una larga relación sentimental con el actor
Roland Lesaffre, que participó en una decena de sus películas. Falleció a la edad de 90 años.
(Semblanza basada en la página Biografías y Vidas)
Estas clases magistrales de apreciación artística de la cinematografía universal de Javi, no tienen desperdicio!!
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