PRIMER REFERENTE DEL CINE POLÍTICO
El cineasta greco-francés Costa Gavras cumple hoy 83 años. Director (además de guionista y productor de muchas de sus películas) siempre comprometido política y socialmente, la amplitud de su mirada, alejada del maniqueísmo y el estereotipo, le ha conducido a preocuparse por el pasado y el presente de
países azotados por la tortura, las desapariciones sistemáticas de
individuos o los regímenes dictatoriales. Considerado en justicia como el principal iniciador del llamado 'cine
político', sus películas intentan trascender la coyuntura histórica que
aborda el argumento para convertirse en símbolos universales contra la
intolerancia, la represión y la falta de libertades, procedan de donde
procedan.
Aunque inicialmente pretendía ser bailarín, Konstantinos Gavras fue enviado a estudiar a Francia en 1952 por su padre, un comunista que había formado parte del Frente de Liberación Nacional de Grecia en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Estudió literatura varios años en la Sorbona, pero la Cinemateca Francesa despertó su interés profesional por el cine y se matriculó en el Centro de Estudios Superiores Cinematográficos. En 1956 adquirió la ciudadanía francesa. Entretanto rodó sus primeros cortos. En los inicios de la siguiente década trabajó como ayudante de
dirección de Jean Giono, René Clair, René
Clément, Henri Verneuil, Jacques Demy o Jean Becker. Debutó como director en formato largometraje con Los raíles del crimen
(1965), thriller policíaco basado en una novela de Sebastien Japrisot. Uno de sus protagonistas, Yves Montand, se convertiría en uno de sus actores
predilectos. Su segundo film fue Sobra un hombre (1967), historia de la Resistencia
francesa contra los nazis que contaba en el reparto con Charles Vanel.
Gavras ha pasado a la historia del cine por su producción de intrigas
políticas, la más conocida fue su tercera película, Z (1969), que denuncia la dictadura griega (el régimen de los Coroneles) e inspirada en hechos reales (el asesinato del diputado Lambrakis), con
Yves Montand, Irene Papas y Jean-Louis Trintignant como protagonistas, ganadora del Oscar a la mejor película en lengua extranjera y al mejor montaje, por la que también fue nominado
como mejor director y guionista (junto a Jorge Semprún). Montand también protagonizó sus siguientes films, La confesión (1970),
drama sobre las purgas en la Checoslovaquia comunista de los años 50, y Estado de sitio (1972), con la presencia de los Tupamaros uruguayos
en el hecho real del secuestro y asesinato del agente del FBI Dan
Mitrione. Sección especial (1975), con Louis Seigner, se centra en el régimen de Vichy durante la ocupación nazi de Francia, describiendo el colaboracionismo de jueces franceses bajo la ocupación alemana. Todos estos films pretendían suscitar la reflexión de los espectadores sobre la
intemporalidad y universalidad de los mecanismos represivos de los
estados totalitarios. En Una mujer singular (1979) se alejó de los temas políticos y volvió a
contar con Yves Montand para narrar una historia romántica al lado de Romy Schneider.
Su primer film con capital estadounidense fue Desaparecido (1982), basado en hechos reales y protagonizado por Jack Lemmon y Sissy Spacek, sobre la angustiosa búsqueda de un joven estadounidense desaparecido en Santiago durante la dictadura chilena de Augusto Pinochet, quien había alcanzado el poder con la connivencia del Departamento de Estado norteamericano. La película ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y obtuvo cuatro candidaturas al Oscar, ganando el de mejor guión adaptado. Logró además amplia difusión internacional, consolidando a Costa Gavras como uno de los más importantes directores de Francia. En los años 80 el director también estrenó Hanna K. (1983), drama con Jill Clayburgh y Jean Yanne sobre el conflicto
palestino-israelí, Consejo de familia (1986), una comedia criminal con
Johnny Hallyday, Fanny Ardant y Guy Marchand, El sendero de la traición (1988), crítica al racismo en la Norteamérica rural, con Debra Winger y Tom Berenger, La caja de música (1989), drama protagonizado por Jessica Lange y Armin Mueller-Stahl, sobre los genocidas nazis ocultos en Estados Unidos tras la caída del régimen de Hitler, que le valió el Oso de Oro en el Festival de Berlín.
En los años 90 sólo rodó dos películas de menor repercusión: Un pequeño Apocalipsis (1993), comedia con Pierre Arditi, André Dussollier y Jirí Menzel, sátíra en torno a los revolucionarios de Mayo de 1968 y su progresivo ascenso
en la escala social capitalista gracias al poder propagandístico de los
medios de comunicación de masas, y Mad City (1997), thrilleer con Dustin Hoffman y John Travolta, despidadada visión del mundo de los medios de comunciación, el afán de poder y la manipulación informativa. Esta última supuso el mayor fracaso comercial de su carrera.
En el nuevo siglo volvió con fuerza rodando otro de sus mejores títulos, Amén (2002), impactante drama con Ulrich Tukur y Mathieu Kassovitz, sobre el silencio vaticano ante el exterminio judio por los nazis en tiempos de Pío XII, film por el que ganó el César al mejor guión. Después ha dirigido Arcadia (2005), comedia negra con José García, denuncia de la sociedad capitalista en guerra económica y social permanente, Edén al Oeste (2009), drama sobre la inmigración ilegal en la Unión Europea, con Riccardo Scamarcio, y El capital (2012), thriller sobre la crisis económica actual, con Gad Elmaleh y Gabriel Byrne.
Costa Gavras se casó en 1968 con Michèle Ray, productora de bastantes de sus films. Tiene tres hijos llamados Julie, Alexandre y Romain, que también se dedican al cine. Entre 1982 y 1987 fue presidente de la Cinemateca Francesa y en 2007 fue nombrado presidente y administrador de la misma. En 1985 recogió la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.
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