LA PRIMERA ESTRELLA ASIÁTICO-AMERICANA
Hoy se cumplen cincuenta y cinco años del fallecimiento de la actriz chino-americana Anna May Wong, presencia bastante reconocida del cine mudo y una estrella en Europa. Su historia es la de una intérprete bella y exótica que luchó por hacer carrera en una industria que no le daba muchas oportunidades.
Nacida con el nombre de Wong Liu Tsong, su interés por el cine fue temprano: en lugar de asistir a clases, se
escapaba al cine. Vivía en las afueras de Chinatown, donde se solían
rodar películas y siempre se buscaban caras. Con catorce años, logró el
permiso de su padre para ejercer como extra en The red lantern (1919) de Albert Capellani, drama silente con Alla Nazimova como protagonista. Y ya no paró.
Continuó asistiendo al colegio y apareciendo en películas hasta 1921,
cuando decidió dedicarse por completo a la actuación. Ese mismo año
consiguió su primer rol protagónico en The toll of the sea (1922) de Chester M. Franklin, una de las primeras películas a color. Wong tuvo la oportunidad de demostrar que era buena y lo hizo en una película novedosa. Esto le consiguió la atención de Douglas Fairbanks, quien le ofreció un papel en El ladron de Bagdad (1924) de Raoul Walsh. Había nacido una estrella, pero una estrella que no podía disfrutar de
su éxito como las demás: las revistas podían escribir sobre ella, pero
no podían ponerla en portada; no se le permitía asistir a fiestas; no
podía tener un romance público (a menos que fuera con "un chino", como
ella misma decía en las entrevistas); sus opciones para papeles no eran
muchas (ni hablar de personajes complejos), y a veces preferían a
actores latinos o europeos para interpretar a personajes asiáticos.
Con los años continuó apareciendo como secundaria en títulos como Mr. Wu (1927) de William Nigh, Orgullo de raza (1927) de Alan Crosland, El loro chino (1927) de Paul Leni, La danzarina sagrada (1927) de Fred Niblo, The Crimson City (1928) de Archie Mayo, o Across to Singapore (1928) de William Nigh. Cansada de papeles poco destacables y estereotipados, decidió emigrar a Europa. Pensaba que allí podría encontrar más
oportunidades y estaba en lo cierto. Se estableció primero en Berlín,
luego en Londres, y protagonizó diversas películas europeas, entre ellas Piccadilly (1929) de Ewald André Dupont, su último film silente y su rol más memorable.
En 1930 regresó a Hollywood contratada por Paramount, que le prometía mejores papeles de los que había interpretado hasta el momento en Estados Unidos. Asímismo el prestigio ganado en Europa la llevó a debutar en Broadway. Sucesivamente intervino en La hija del dragón (1931) de Lloyd Corrigan, drama criminal con Warner Oland y Sessue Hayakawa, El expreso de Shanghai (1932) de Josef von Sternberg, obra maestra ambientada en la guerra civil china, con Marlene Dietrich y Clive Brook, Estudio en rojo (1933) de Edwin L. Marin, thriller con Reginald Owen como Sherlock Holmes, o Limehouse blues (1934) de Alexander Hall, drama criminal con George Raft y Jean Parker. De nuevo en Europa, protagonizó Princesa de China (1934) de Thorold Dickinson y J. Walter Ruben, drama histórico con Elizabeth Allan. Su siguiente destino sería China, donde viajó a visitar a su familia. Allí se encontró con que la prensa
estaba muy enfadada con la caracterización hollywoodiense del país y sus
habitantes, y que la culpaban por ello. Wong aclaró que ella se veía obligada a interpretar a esos personajes como le
indicaban y que estaba harta de interpretarlos. Logró el perdón de la
prensa y el público, pero no prosiguió allí su carrera y se incrementaron sus problemas con el alcohol. A finales de los años 30, para completar su contrato con Paramount, intervino en varios films de serie B: Daughter of Shanghai (1937) y Dangerous to know (1938), ambas de Robert Florey, o King of Chinatown (1939) de Nick Grinde. Durante la II Guerra Mundial protagonizó películas de propaganda anti-japonesa: Lady from Chungking (1942) de William Nigh, y Bombs over Burma (1943) de Joseph H. Lewis. Después no volvió a aparecer en la gran pantalla hasta seis años después en Impacto (1949) de Arthur Lubin, noir con Brian Donlevy, Ella Raines, Charles Coburn y Helen Walker. En los años 50 trabajó en la televisión, donde tuvo su propio programa, "The Gallery of Madame Liu-Tsong" (1951), la primera serie americana con una actriz protagonista de origen asiático y participó en varias series. El cine contó con ella por última vez en Retrato en negro (1960) de Michael Gordon, drama protagonizado por Lana Turner y Anthony Quinn. Con problemas financieros y la salud deteriorada por su alcoholismo, Anna May Wong falleció a los 56 años de un ataque al corazón mientras dormía en su casa de Santa Monica. Fue sobrevivida por sus tres hijas, nacidas en 1927, 1929 y 1931. En años recientes, retrospectivas de sus películas han reavivado el interés por su carrera, la de una pionera que intentó abrirse camino en la industria del cine.
Además de la estupenda y detallada reseña, la galería de fotos no tiene desperdicio!
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