PRECURSOR DE LA NOUVELLE VAGUE
Hoy es aniversario natal del director cinematográfico francés Jean-Pierre Melville, considerado maestro del 'polar' o policiaco galo. Muy influido por las películas de gangsters norteamericanas de los años 30 y 40, construyó una filmografía que, aun breve, ocupa un lugar único en el cine francés (del que se le ha calificado como el 'más americano' de los directores). Autor en toda regla, con una muy personal y depurada puesta en escena a base de estilización visual en decorados (planos de ciudad nocturna próxima al alba con siluetas inciertas), vestuario con accesorios a la americana (abrigos, sombreros, armas), escasos diálogos y montaje sincopado con saltos de eje que acentúan la tensión y la violencia, amén de sus temáticas en las que componía una mitología de la virilidad y de las sociedades entre hombres. Extremadamente individualista e independiente, además de moralista desengañado, Melville dotó a sus obras de un halo trágico de fatalidad, dejando al menos media docena de clásicos a la posteridad. Adorado por los nuevos realizadores de la nouvelle vague, que le consideraron su guía (Godard o Chabrol le hicieron aparecer en sendas películas por ellos filmadas), su influencia se hizo después patente en films de Walter Hill, John Woo, Jim Jarmusch, Quentin Tarantino u otros.
Hijo de judios alsacianos, Jean Pierre Grumbach (su nombre real) descubrió la magia del cine con un pequeña cámara Pathé-Baby de 8 mm.
que le regalaron sus padres a los cinco años. Doce meses después, sus
primeras inquietudes fílmicas se ven satisfechas con el obsequio de un proyector en miniatura. Con ello tuvo la oportunidad de aprender los rudimentos del lenguaje cinematográfico y de ver muchos clásicos del cine mudo americano, lo que incrementó su afición por el séptimo arte. De adolescente pasaba días enteros en el cine, nutriéndose fundamentalmente de producciones norteamericanas, que siempre fueron sus preferidas y cuya visión repetida le hizo formarse en la técnica de filmar de manera autodidacta.
La irrupción de la Segunda Guerra Mundial aplazó sus aspiraciones de convertirse en realizador. Durante ésta prestó sus servicios en la caballería francesa, después en el ejército inglés y finalmente en las FFI (Fuerzas Francesas del Interior), que organizaban la resistencia contra los alemanes y el régimen de Vichy. En la clandestinidad su seudónimo era Melville -tomado del autor de "Moby Dick", escritor a quien admiraba- y que, tras la contienda, adoptó como nombre profesional. Con él filmó su primer cortometraje, Veinticuatro horas en la vida de un payaso (1946).
Sin encontrar ayudas para rodar lo que quería, formó su propia productora y tuvo hasta sus propios estudios en París. Su primer largo fue El silencio del mar (1949), drama sin estrellas que adaptaba una novela de Jean Bruller sobre la reciente ocupación alemana, tema sobre el que Melville volvería en films posteriores. El talento y originalidad demostrados en su puesta en escena hicieron que Jean Cocteau personalmente le encargase la adaptación cinematográfica de su obra teatral Los niños terribles (1949). Depués de dirigir a Juliette Greco, Philippe Lemaire e Yvonne Sanson en el drama Cuando leas esta carta (1953), realiza su primer policiaco, Bob el jugador (1956), con Isabelle Corey, Roger Duchesne y Daniel Cuchy, al que sucede el noir Dos hombres en Manhattan (1959), su único film rodado en Estados Unidos y también el único que protagonizó como actor (junto a Pierre Grasset).
Deseoso de lograr mayor reconocimiento popular para sus obras, a partir de los años 60 apoyó sus filmaciones en la presencia de actores conocidos, fundamentalmente tres: Jean-Paul Belmondo, Lino Ventura y Alain Delon, que se alternaron en el protagonismo de sus siguientes películas. En Léon Morin, sacerdote (1961), drama con Jean-Paul Belmondo y
Emmanuelle Riva, volvía a describir el ambiente de la Francia ocupada en una pequeña localidad de provincias donde, bajo una apariencia de normalidad, subyace una profunda violencia. Sus siguientes títulos fueron todos policiacos en los que hizo uso de una violencia cada vez más estilizada: El confidente (1962), intenso thriller con aires de tragedia clásica y protagonismo de Jean-Paul Belmondo y Serge Reggiani, considerada la primera de sus obras maestras, El guardaespaldas (1963), adaptación de una novela de Georges Simenon, con Jean-Paul Belmondo y Charle Vanel, Hasta el último aliento (1966), thriller con
Lino Ventura y
Paul Meurisse, El silencio de un hombre (1967), thriller con
Alain Delon,
François Périer y Nathalie Delon que muchos consideran la cima de su obra, clásico de culto donde cuenta la historia de un hermético y frío asesino a sueldo con una desnudez formal llevada al límite, El ejército de las sombras (1969), drama con Lino Ventura,
Paul Meurisse,
Jean-Pierre Cassel y Simone Signoret, que supone el más emotivo homenaje que el cine ha rendido a la resistencia francesa ante la ocupación alemana, Círculo rojo (1970), noir con
Alain Delon,
André Bourvil,
Gian Maria Volontè,
Yves Montand y François Périer, y Crónica negra (1972), thriller con Alain Delon,
Richard Crenna y
Catherine Deneuve.
Jean-Pierre Melville falleció de un ataque cardiaco a los 55 años. Atras quedó su cine que, desde 1962, es una sucesión de obras maestras que subliman los cánones del cine
negro estadounidense conformando una suerte de territorio mítico, donde el valor, la soledad, la ocultación de los sentimientos y los finales inexorablemente desdichados llegan a límites no alcanzados ni por los clásicos del otro lado del Atlántico.
Estupendas sus películas! Rigurosa semblanza con detallado contenido.
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