Hoy se cumplen 170 años del fallecimiento del compositor alemán Felix Mendelssohn, uno de los músicos más influyentes y destacados del romanticismo europeo del siglo XIX. Fue, además, un buen intérprete de violín, viola y piano, facetas a las que más tarde se añadiría la de director de orquesta. Bach, junto con Mozart y Haendel, constituiría el pilar fundamental de su estilo. Su obra, de una gran perfección técnica y formal, es una espléndida
síntesis de elementos clásicos y románticos. Romántico que cultivaba un
estilo clásico o clásico que reflejaba una expresividad romántica,
Mendelssohn fue definido por Robert Schumann como "el Mozart del siglo XIX, el músico más claro, el primero que ha sabido ver y conciliar las contradicciones de toda una época". De entre su prolífica producción, su música coral y para órgano, de las más destacadas del siglo XIX, constituye la aportación más importante al repertorio de órgano desde Johann Sebastian Bach.
Segundo de cuatro hermanos, Jakob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy nació en el seno de una culta familia de banqueros de origen judío en la ciudad-estado de Hamburgo. Era nieto del filósofo ilustrado Moses Mendelssohn. Su padre, Abraham Mendelssohn, banquero, se convirtió al protestantismo y
adoptó para su familia el apellido Bartholdy perteneciente al hermano
de su mujer, y que éste había adquirido en propiedad con el fin de poder
desenvolverse en la sociedad alemana de la época sin sufrir los
problemas de antisemitismo que en ella había. Su madre, Lea Salomon, una pianista con profundos conocimientos de la literatura alemana, enseñaría los rudimentos musicales a su hijo. Félix Mendelssohn, educado con esmero, creció en la tradición liberal del humanismo
alemán y en la religión protestante dentro de un clima rígido y
afectuoso al mismo tiempo. Contó para su formación con notables profesores privados, con los que
estudió tanto disciplinas científicas como artísticas, además de diversas
lenguas. Recibió lecciones de órgano, canto y diversos instrumentos de cuerda. De inusitado genio precoz, también tocaba el piano desde los nueve años, a los diez empezó a componer música (su maestro fue Carl Friedrich Zelter) y
asímismo dibujaba de manera admirable. Cuando tenía doce años, a través de Zelter, conoció en Weimar a Goethe, a la sazón septuagenario, quien quedó muy sorprendido por su talento y le comparó con Mozart. En el futuro, ambos se volverían a encontrar en varias ocasiones y, años después, obras de Goethe servirían de inspiración a Mendelssohn. A los dieciséis años, Felix fue examinado y elogiado por Luigi Cherubini, por entonces director del Conservatorio de París. Su familia, establecida en Berlín desde 1811 (abandonando Hamburgo, entonces ocupada por los franceses), se trasladaría en el verano de 1925 a una espaciosa y confortable mansión que era frecuentada con asiduidad por poetas, músicos, filósofos y eruditos, convirtiéndose la residencia en el principal salón cultural de la ciudad y posiblemente de toda Alemania.
Su obertura de concierto El sueño de una noche de verano (1826), basada en la obra homónima de William Shakespeare, es la obra más famosa de su adolescencia. Un año después estrenó la ópera La boda de Camacho (1927), que no tuvo éxito. Entre 1926 y 1929 estudió en la Universidad de Berlín, asistiendo a las clases de estética de Hegel. Se le atribuye el haber redescubierto la obra de Johann Sebastian Bach, al estrenar en 1829 su Pasión según san Mateo, de la que realizó los arreglos y dirigió la orquesta en Berlín.
En la primavera de 1830 emprendió un largo viaje que duró
más de dos años. Pasó por Weimar (estuvo de nuevo en casa de Goethe),
Munich y Viena, antes de hacerlo por Italia, Suiza, París y Londres. En
París conoció a Chopin, Liszt, Auber, Rossini y Meyerbeer. Como pianista y director orquestal realizó giras por Europa, sobre todo por Gran Bretaña, donde era muy admirado por la familia real. Su estancia en Escocia le inspiró la obertura (en realidad, un poema sinfónico) Las Hébridas (1830), revisada dos años después y estrenada en Londres, así como su Sinfonía nº 3 'Escocesa', que no concluiría hasta 1942. El color y la atmósfera de Italia sirvieron de base a su Sinfonía nº 4 'Italiana' (1933). Ambas son las más conocidas de sus cinco sinfonías.
En 1833 fue director musical en Düsseldorf y en 1835 le fue confiada la dirección de la orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, cargo que ejercería durante doce años, hasta su prematura muerte. Allí interpretó numerosas obras contemporáneas y rescató del olvido muchas otras antiguas. Un hito en su carrera fue el estreno de su oratorio Paulus (1936). En 1837 contrajo matrimonio con Cécile Charlotte Sophia Jeanrenaud, hija de un clérigo protestante francés y diez años más joven que él. La pareja tuvo cinco hijos.
Gozando de incuestionable prestigio e independencia económica, por encargo del rey de Prusia, compuso la música incidental El sueño de una noche de verano (1842), para determinados pasajes de la obra de Shakespeare, dieciséis años después de haber escrito la obertura. Una de las piezas de esta obra, estrenada en Postdam en 1943, es la famosísima Marcha nupcial, que se sigue tocando en la actualidad en numerosas bodas. La primera noche de Walpurgis, una cantata sobre un poema de Goethe que Mendelssohn había compuesto en 1831 fue revisada y publicada en 1843. Su Concierto en mi menor para violín y orquesta (1944) y el oratorio Elías (1946) para coro y orquesta fueron sus últimas obras importantes.
Su reputación como director y compositor se extendió por toda Europa, pero, a pesar de su éxito e influencia, reveses y decepciones minaron su salud. A finales de mayo de 1847 le afectó terriblemente la muerte de su hermana Fanny, también compositora de talento, autora de valiosos lieder y piezas para piano, y a quien siempre estuvo muy ligado. Meses después, Felix Mendelssohn sufrió una apoplejía y a los pocos días falleció a los 38 años de edad.
Diferentes sistemas filosóficos se
reflejan en la obra de Mendelssohn. El más importante está ligado a su
juventud y concebido alrededor del universo restringido de una casa
burguesa, desde la que contemplaba el amplio mundo con sus conflictos y
sus luchas, y la música que de allí emanaba, llena de lirismo, estaba
compuesta con perfección formal. Lo pintoresco y las piezas de género
tuvieron también su lugar, pero los contrastes violentos o los
conflictos fueron rechazados. A esta concepción del arte une su deseo de
representar a un Dios misericordioso, y para expresar su fe,
Mendelssohn supo encontrar frases líricas, etéreas, claramente
construidas, sin sorpresas, pero sin querer traspasar las ideas de su
tiempo.
Por mediación de Goethe, sin duda
alguna, contactó con la concepción panteísta de una naturaleza animada
por genios benévolos a través de los cuales el individuo entra en
contacto con el universo. Es posible que se considerase como un genio
bondadoso que servía de portavoz a un mundo superior. Necesitó
confrontar esta filosofía con el mundo real. Es posible que sus
conflictos interiores se suscitasen en su propia casa, durante su
adolescencia, debido a la música de Schubert y sobre todo a la de
Beethoven. Comprendió que sus composiciones no produjeron el efecto
esperado ni obtuvieron el público deseado. Durante mucho tiempo vivió
con la esperanza de que una buena música hiciera mejores a los hombres,
pero en sus últimos años ya no alimentaba ninguna ilusión. Profundas
divergencias de opinión le enfrentaron al clan reaccionario de la Corte
de Berlín y a sus apreciados ingleses. Se refugió en su familia y en sus
amigos, y sintió que la desaparición de Goethe, de sus padres y sobre
todo de su hermana Fanny eran síntomas de su declive. Adoptó una nueva
actitud, distinta a las anteriores, llegando a la conclusión de que los
hombres eran mediocres o malvados para reconocer la verdadera grandeza.
Se forjó una nueva imagen de Dios: un Dios irritado. Esta yuxtaposición
de dos imágenes distintas de Dios explica las adaptaciones sucesivas
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Estas ideas contradictorias
originaron dos clases de obras. Las que corresponden al período de su
juventud, de una gran sencillez, y que fueron precisamente las que
envejecieron antes y cayeron en lo convencional, y las obras o fragmentos
de conflictos íntimos.
En la actualidad, la crítica suele clasificarlo como clásico-romántico por su apego a las formas y valores musicales heredados, así como por la espontaneidad, delicadeza y mesura de su música.
La Marcha nupcial de Mendelssohn, incluida en su ballet El sueño de una noche de verano, suele sonar a menudo, generalmente interpretada por un órgano, al final de muchas bodas actuales. En el video la interpreta la Orquesta Filarmónica de Rusia dirigida por Michail Jurowski en el Svetlanov Hall
de Moscú en una grabación del año 2012.
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