RESPETADO REFERENTE DEL CINE ESPAÑOL
Hoy se cumplen cinco años del fallecimiento del director cinematográfico, productor, guionista y ocasional actor español José Luis Borau, quien también escribió ensayos, relatos y novelas. Toda su producción mantiene una vinculación temática: la infancia, la familia, la memoria, la amargura, el sexo, Norteamérica,
lo fronterizo, la provincia, la muerte, la culpa, la Navidad… aparecen en sus relatos y guiones. Referente absoluto para varias generaciones que vieron en él a su representante más independiente, le gustaba decir que no había hecho otra cosa en su vida que ver y leer cine. En varios momentos de su vida asumió los compromisos de un hombre incorruptible, en cuyo fondo latía la insobornable tenacidad de todo individualista, siempre comprometido con la libertad de expresión. Hombre culto, de consenso y educación exquisita, bondadoso aunque temperamental, sus cinco años como Presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España son considerados como los mejores de dicha institución. Fue miembro de la Real Academia Española de la Lengua desde 2008 hasta su muerte. Entre otros galardones, fue reconocido con un premio Goya al mejor director, además de la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1988), la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (2000) o el Premio Nacional de Cinematografía (2002).
Hijo único y tardío, José Luis Borau Moradell nació en el seno de una familia de clase media. Durante la Guerra Civil española, después de un bombardeo, sus padres decidieron para protegerle que no asistiese al colegio. Ese periodo lo pasó encerrado en su casa sentado en una mecedora, donde se pasaba las horas leyendo y que guardaría como reliquia el resto de su vida. En su adolescencia fue un gran cinéfilo, además de lector voraz. Luego, por imperativo familiar estudió Derecho. En los años 50 ejerció como crítico de cine en el periódico Heraldo de Aragón y en 1957 se trasladó a Madrid a fin de inscribirse en la Escuela Oficial de Cine, donde fue alumno aventajado. Para poder mantenerse, trabajó como funcionario del Instituto Nacional de la Vivienda y en la agencia de publicidad Clarín. En 1960 se graduó como director.
Su primer lagometraje dirigido fue Brandy (1964), spaghetti western con
Alex Nicols,
Maite Blasco y Jorge Rigaud, al que siguió Crimen de doble filo (1965), thriller con Susana Campos,
Carlos Estrada y Antonio Casas. Ambos films tuvieron buena acogida crítica pero escaso eco comercial, por lo que Borau tardó casi una década en volver a rodar. En 1967 fundó su propia productora El Imán, de la que saldrían títulos como Un, dos, tres, al escondite inglés (1970) de Iván Zulueta o Mi querida señorita (1972) de Jaime de Armiñán, cuyo guión coescribió Borau junto a su director, y que fue candidata al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa. Volvió a ponerse tras la cámara con Hay que matar a B. (1974), thriller político de estilo preciso y minucioso que contó con un reparto internacional que incluía a
Darren McGavin,
Stephane Audran,
Patricia Neal y
Burgess Meredith.
En los estertores del régimen franquista rodó la que se considera su mejor película, Furtivos (1975), drama rural de gran crudeza con
Lola Gaos,
Ovidi Montllor y
Alicia Sánchez. La censura exigió cuarenta cortes en su metraje, pero Borau se negó denodadamente y el film, tras alzarse con la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, obtuvo un enorme éxito de crítica y de público. Luego de producir películas para otros -La adúltera (1975) de Roberto Bodegas, Camada negra (1976) de Manuel Gutiérrez Aragón, El monosabio (1977) de Ray Rivas,
In memoriam (1977) de Enrique Brasó, Sonámbulos (1978) de Manuel Gutiérrez Aragón-, ya en tiempos democráticos Borau estrenó La Sabina (1979), drama con elementos fantásticos para el que reunió a un elenco internacional formado por Angela Molina,
Jon Finch,
Harriet Andersson,
Simon Ward,
Ovidi Montllor y Carol Kane, Río abajo (1984), drama rodado en los Estados Unidos que suponía un alegato contra las fronteras, con David Carradine,
Scott Wilson y
Victoria Abril, todo un fracaso financiero, y Tata mía (1986), drama con toques de comedia protagonizado por
Imperio Argentina,
Alfredo Landa y Carmen Maura.
Después de volver a su faceta de productor de films de otros cineastas -Malaventura (1988) de Manuel Gutiérrez Aragón, Todos a la cárcel (1993) de Luis García Berlanga, Ilona llega con la lluvia (1996) de Sergio Cabrera- dirigió otras dos películas propias: Niño nadie (1997), drama con Rafael Álvarez "El Brujo",
Icíar Bollaín y
Pedro Alonso, y Leo (2000), drama con Icíar Bollaín y Javier Batanero por el que ganó el premio Goya al mejor director. Su última película como productor fue El verano de Anna (2001) de la directora germano-argentina Jeanine Meerapfel.
En 1992 dirigió la miniserie televisiva familiar de seis episodios "Celia", basada en los libros de Elena Fortún. De 1994 a 1999 fue Presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, desde la que dirigió la elaboración y edición del Diccionario de Cine Español en 1998. En 1995 fundó su propia editorial, Ediciones El Imán, dedicada principalmente a la cinematografía. Cubriendo la vacante dejada por Fernando Fernán Gómez, en 2008 fue nombrado académico de la Real Academia Española.
Tras superar una operación de cáncer de esófago, José Luis Borau falleció dos años después de cáncer de laringe, cuando contaba 83.
Muy revelador e interesante resumen biográfico acerca de este cineasta español al que no conocía. Siempre hay que aprender!
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