ROBERT DOISNEAU (Gentilly, Paris, France, 14-4-1912 / Montrouge, Paris, France, 1-4-1994): IN MEMORIAM
Hoy es aniversario natal del fotógrafo francés Robert Doisneau, uno de los pilares fundamentales
de la fotografía del siglo XX. Logró pertenecer, por derecho propio, a
un selecto grupo de artistas que hoy se consideran los grandes mitos de
la fotografía universal. Fue un gran retratista que hizo de la gente corriente algo extraordinario, esmerándose en captar con su cámara la belleza de lo cotidiano. Vivió toda su vida enamorado de París y tal vez por eso, Doisneau sea uno de los fotógrafos que más ha contribuido a la imagen romántica de la capital francesa. Su célebre foto El beso del Hôtel de Ville está considerada una de las más reproducidas de la historia y su obra, icónica de la vida parisina, se ha expuesto en ciudades de todo el mundo. Entre la distinciones que recibió en vida figura su nombramiento en 1984 como Caballero de la Legión de Honor francesa.
Nacido el mismo día que se hundió el Titanic, Robert Doisneau era hijo de un fontanero que enviudó cuando el pequeño Robert contaba
siete años. Su padre se volvió a casar y la madrastra le hizo la vida muy
desagradable al pequeño, que era tímido y reservado. Después de formarse como litógrafo, aprendió fotografía de manera autodidacta; conseguía las instrucciones de las botellas
de líquidos de revelado y de las cajas de película. Cuando él empezó, eran poquísimas las publicaciones que difundían la
obra de los fotógrafos. Aprender sin maestros no era fácil, pero
Doisneau supo absorber todo lo que le podía enseñar un pintor, escultor y
cineasta francés llamado André Vigneau. El artista surrealista le
contrató en su estudio de diseño desde comienzos de los años 30 y allí curtió su
mirada el joven Robert. Empezó como fotógrafo industrial, pero duró poco, pues prefería las calles. Le gustaba agazaparse en una esquina hasta que ante sus ojos se formaba
la escena perfecta. Normalmente, ya vencida la timidez, pedía permiso a
los protagonistas de la imagen para retratarlos.
En 1939, Doisneau se alistó en el Ejército francés y colaboró con la
Resistencia, documentando la ocupación nazi y la liberación de la ciudad
de la que estaba enamorado. Retratar París fue justo lo que le pidió la revista
Vogue cuando lo contrató una década después; nadie como él se había
labrado la fama de retratar por igual a la alta sociedad parisina como a
los suburbios y la vida más allá del Sena. La forma de trabajar de Doisneau era sencilla: Salía temprano a la
calle, buscaba un lugar sugerente y pasaba horas allí, atento a lo que
pasaba para captar los gestos de la gente. Siempre quiso contar historias pero hacerlo en un instante. No pretendía
ampliar los límites del lenguaje: primaban las emociones antes que la
composición. Lo esencial residía en captar la magia de los momentos
minúsculos y cotidianos, dando vida a una ficción directamente sacada de
lo real. Humor y nostalgia, ironía y ternura impregnan gran parte de sus imágenes de los barrios parisinos y sus habitantes.
Entre las fotos realizadas en los años 50 destaca la famosísima El beso del Hôtel de Ville (1950), que muestra a una joven pareja de enamorados besándose entre los viandantes de la calle, cerca del ayuntamiento de París. Fue este el trabajo que más gloria y disgustos le acarreó. Pertenecía a una serie hecha por encargo de la revista Life
para mostrar al mundo cómo, después de la guerra, París volvía a ser la
capital del amor. El objetivo se consiguió con creces, hasta llegar a considerarse esa imagen como patrimonio sentimental de la humanidad. El
reverso del éxito llegó décadas después, en 1988, cuando una revista
francesa volvió a sacar la foto en portada preguntándose qué sería de
aquellos jóvenes que, cuando se tomó la instantánea, tenían 23 años él y 20 ella. Doisneau contaba ahora 76 años y estaba casi retirado. Fueron
muchos los que pretendieron hacerse pasar por los protagonistas, pero en realidad esta pareja eran
dos actores a los que encontró besándose en un café y que se habían prestado a posar, repitiendo su gesto ante la cámara. En 1993 ella, intentando conseguir un porcentaje de las cuantiosas ganancias generadas por la imagen, demandó al fotógrafo en un larguísimo juicio que acabó perdiendo
porque su compañero de la fotografía declaró, a favor del artista, que habían cobrado por su trabajo. El beso se subastó en 2007 por 184.960 euros y lo
adquirió un coleccionista suizo cuya identidad se ha mantenido siempre
en el más absoluto misterio.
Bohemio y amigo de artistas, era frecuente que Doisneau pidiera ayuda a estos cuando tenía algún encargo. Fue un pionero en fotografiar a grandes personajes en sus lugares cotidianos; así hizo con Sartre, Cocteau, Giacometti, Camus, Picasso… Famoso es también el retrato de este último con jersey de rayas (Los panecillos de Picasso, 1952).
El fotógrafo de París dejó alrededor de 450.000 negativos. La
inmensa mayoría de sus fotos son en blanco y negro. Aunque experimentó
con el espectro cromático, no publicó ninguna foto en color hasta los
años 60. Fue su serie en Palm Springs, en Estados Unidos, una
sorprendente e irónica producción sobre un universo un tanto irreal y
muy alejado del París en el que él siempre vivió. En esta década su figura se eclipsó para no renacer hasta el redescubrimiento internacional de su obra en los años 80.
Robert Doisneau se casó en 1936 con Pierrette Chaumaison, con quien tuvo dos hijas, Annette (en 1942) y Francine (en 1947). Desde 1979 hasta su muerte, Annette fue su ayudante. Su esposa falleció en 1993 de las enfermedades de Alzheimer y Parkinson, y Doisneau, que tenía implantado un triple bypass, la siguió seis meses después cuando una pancreatitis aguda acabó con su vida a los 81 años. Su hija Annette reveló que, aunque su padre había ganado el jucio por El beso poco antes, en realidad murió de tristeza. Doisneau fue un hombre humilde y sencillo, entregado a su trabajo aún en la cúspide de su fama, que no se consideró a sí mismo más que un "fotógrafo artesano".
El video siguiente constituye una pequeña muestra representativa de la ingente obra del fotógrafo de París, con fondo musical de acordeón a cargo de Alan Dunn.
Mejor título no hay, "el sorprendente Robert Doisneau" porque en verdad, es sorprendente! Un artista excepcional del lente!
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