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jueves, 6 de abril de 2017

Luigi Comencini (Salò, Lombardia, Italia, 8-6-1916 / Roma, Italia, 6-4-2007): In memoriam

UNO DE LOS PADRES DE LA COMEDIA A LA ITALIANA

Hoy se cumplen diez años del fallecimiento del cineasta italiano Luigi Comencini, considerado uno de los padres de la comedia a la italiana. Fue éste un género popular e inteligente que permitió la risa y la crítica en una Italia desolada primero por la guerra y después por el boom económico, que toleró no poca picaresca. La muy variada filmografía de Comencini muestra una constante preocupación por rodar películas que interesen al público y le hagan reflexionar a partir de un espectáculo atractivo. Autor de comedias costumbristas, de sátiras sociopolíticas o de bastantes films sobre la infancia y la juventud, con los años su cine se hizo más pesimista, mostrando la visión de un moralista lúcido y amargo que observa la condición humana desde una perspectiva profundamente desencantada, subrayando el terrible desarraigo de la sociedad contemporánea. Premiado en varias ocasiones y reconocido en diversos festivales, la Mostra de Venecia le otorgó el León de Oro a toda su carrera en 1987, año en que fue nombrado Gran Oficial de la Orden al mérito de la República Italiana, distinción ampliada con la Gran Cruz de Caballero en 1996.
Hijo de un ingeniero, Luigi Comencini pasó su infancia en París y cuando regresó a Italia estudió arquitectura en Milán. En esa época comenzó a demostrar interés por el cine y, junto a sus amigos Alberto Lattuada y Marco Ferreri, recopilaría películas antiguas, creando una colección privada que sería el origen de la Cineteca Italiana. Además de como arquitecto, comenzó a trabajar como crítico cinematográfico y también fue ayudante de dirección. Finalizada la guerra, en 1946 rodó su primer cortometraje, donde ya daba muestras de su interés por la infancia.
Su primer largo fue Prohibido robar (1948), drama con Adolfo Celi y Tina Pica sobre los esfuerzos de un sacerdote para fundar un albergue en Nápoles para niños abandonados. Sus siguientes películas fueron L'imperatore di Capri (1949), comedia con Totò, Persiane chiuse (1951), drama con Massimo Girotti, Eleonora Rossi Drago y Giulietta Masina, La trata de blancas (1952), drama mezcla de neorrealismo italiano y cine negro americano, con  Eleonora Rossi Drago, Marc Lawrence, Ettore Manni, Silvana Pampanini y Vittorio Gassman, Heidi (1952), primera transposición europea a la pantalla de la famosa novela infantil de Johanna Spyri, rodada en Suiza en lengua alemana, con  los niños Elsbeth Sigmund y Thomas Klameth, y La valigia dei sogni (1953), comedia que homenajeaba al cine silente, con Umberto Melnati y Maria Pia Casilio.
Pan, amor y fantasía (1953), comedia rural de costumbres con Vittorio De Sica y Gina Lollobrigida (consagrada estelarmente aquí como 'La Bersagliera'), ganó un Oso de Plata en el Festival de Berlín y su guión fue nominado al Oscar; el film recorrió con gran éxito innumerables países, dando pie a una tetralogía que prosiguió con Pan, amor y celos (1954), con la misma pareja protagonista, y que otros directores continuaron. Comencini rodó después La bella de Roma (1955), comedia con Alberto Sordi y Silvana Pampanini, La finestra sul Luna Park (1957), drama sobre los problemas de un niño que debe sobrevivir sin sus padres en Roma, con Giulia Rubini, Gastone Renzelli, Pierre Trabaud y el niño Giancarlo Damiani, Mariti in città (1957), comedia con Giorgia Moll, Nino Taranto, Franco Fabrizi y Renato Salvatori, Mujeres peligrosas (1958), comedia con Sylva Koscina, Renato Salvatori, Dorian Gray, Franco Fabrizi, Nino Taranto y Giorgia Moll, Al diablo con el trabajo (1959), comedia de producción alemana, con O.W. Fischer y Ulla Jacobsson, y Las sorpresas del amor (1959), comedia con Dorian Gray, Walter Chiari, Anna Maria Ferrero, Mario Carotenuto, Franco Fabrizi y Sylva Koscina.
Su estilo, encaminado siempre a la conquista de públicos mayoritarios, culminó con la extraordinaria sátira antibélica Todos a casa (1960), su obra maestra; protagonizada por un magnífico Alberto Sordi, se trata de una excelente tragicomedia sobre los confusos momentos vividos por los soldados italianos al final de la II Guerra Mundial. En esta década Comencini rodó algunas de sus películas más importantes, entre las que destacan A caballo de un tigre (1961), comedia con Nino Manfredi y Mario Adorf, El comisario (1962), comedia satírica con Alberto Sordi, y La chica de Bube (1963), drama con Claudia Cardinale y George Chakiris. Estas cuatro películas, cada una a su manera, presentan un análisis profundo y penetrante de la sociedad italiana en diferentes momentos de su historia reciente. Más ligeras fueron La mentirosa (1965), comedia con Catherine Spaak, Enrico Maria Salerno y Marc Michel, y El camarada Don Camilo (1965), comedia de la saga sobre el párroco y el alcalde de Giovanni Guareschi, con Fernandel y Gino Cervi; más inspirada, El incomprendido (1967), sutil y sensible drama sobre un niño que pierde a su madre, con  Anthony Quayle y Stefano Colagrande, que valió a Comencini un David di Donatello al mejor director; más divertida, Servicio secreto a la italiana (1968), comedia paródica de espionaje con Nino Manfredi, Françoise Prévost y Clive Revill, y más sólidas, Infancia, vocación y primeras experiencias de Giacomo Casanova, veneciano (1969), comedia dramática sobre el famoso seductor dieciochesco, con Leonard Whiting y Maria Grazia Buccella, y Sin saber nada de ella (1969), thriller con Philippe Leroy y Paola Pitagora.
Su miniserie televisiva de seis episodios Las aventuras de Pinocho (1972), basada en el famoso cuento de Carlo Collodi, con Andrea Balestri y Nino Manfredi como protagonistas, alcanzó difusión internacional (en algún país, un montaje acortado de la misma fue distribuido en salas de cine). En las dos décadas siguientes fue ralentizando su producción, dirigiendo títulos como Sembrando ilusiones (1972), comedia sobre el juego y el poder del dinero, con Alberto Sordi, Silvana Mangano, Bette Davis y Joseph Cotten, Delito de amor (1974), drama social con Giuliano Gemma y Stefania Sandrelli, ¡Dios mío, como he caído tan bajo! (1974), comedia erótica de época, con Laura Antonelli y Alberto Lionello, La mujer del domingo (1975) comedia policiaca con Marcello Mastroianni, Jacqueline Bisset y Jean-Louis Trintignant, La casa de los desmadres (1977), comedia esperpéntica con Ugo Tognazzi y Mariangela Melato, El gran atasco (1979), adaptación de un relato de Cortázar con reparto multiestelar, Eugenio, un niño sin amor (1980), drama sobre un adolescente que se siente abandonado, con Francesco Bonelli y Dalila Di Lazzaro, Cercasi Gesù (1982), comedia paródica con  Beppe Grillo, Maria Schneider y Fernando Rey, Un muchacho de Calabria (1987), drama sobre un corredor adolescente cuyo sueño es correr en los Juegos de la Juventud de Roma, con Gian Maria Volonté, Diego Abatantuono, Thérèse Liotard y Santo Polimeno, La bohème (1988), trasposición a la pantalla de la famosa ópera de Puccini, con Barbara Hendricks y Luca Canonici (doblado por José Carreras), Buon Natale... Buon anno (1989), comedia sobre un matrimonio de ancianos obligados a vivir separados al no poder pagar el alquiler de su casa en Roma, con Virna Lisi y Michel Serrault, y Marcelino, pan y vino (1991), intento imposible de emular la película de Ladislao Vajda de 1955, con Nicolò Paolucci. Comencini dirigió también diversos episodios en films colectivos, así como otros trabajos de ficción y documentales para la televisión.
Su matrimonio con la princesa Giulia Grifeo di Partanna dio como fruto cuatro hijas, todas las cuales han seguido los pasos artísticos de su padre. Luigi Comencini falleció a los 90 años de complicaciones de la enfermedad de Parkinson.
La obra de Comencini, heredera de la commedia dell'arte junto con la de otros colegas como Mario Monicelli, Dino Risi, Eduardo de Filippo, Alberto Lattuada, Luigi Zampa o Ettore Scola, cada uno con su personal manera, y todos en conjunto, conforma  una de las páginas más apasionantes de la historia del cine italiano.

 

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