UN TARZÁN (EN TECHNICOLOR) CON TUPÉ
Hoy se cumplen diez años del fallecimiento del atlético actor estadounidense Gordon Scott. En la segunda mitad de los años 50 encarnó a Tarzán, el héroe selvático de las novelas de Edgar Rice Burroughs, en media docena de títulos (todos en Technicolor excepto uno), y en la primera mitad de los 60 fue también uno de los actores más importantes de la edad de oro del peplum, luciendo su descomunal musculatura
al encarnar a Hércules, Maciste, Goliath y demás paladines de la Antigüedad clásica, según el ideal de la pantalla italiana de los años 60.
De nombre real Gordon Merrill Werschkul, fue uno de los nueve hijos de un publicitario. Tan buen
deportista como sus predecesores en el trono de la jungla, el joven
Scott asistió durante un semestre a un curso de educación física en la Universidad de Portland antes de emplearse como instructor del Ejército entre 1944 y 1947 y licenciarse con honores. De regreso
a la vida civil, trabajó como bombero, cowboy en el rancho de sus hermanos y guardia municipal. En 1948 se casó con Janice Mae Wynkoop, con quien tuvo una hija y de la que se divorció en 1949. Posteriormente fue contratado como guarda de seguridad y socorrista en el hotel
Sahara de Las Vegas. Allí fue descubierto por el productor Sol Lesser,
quien buscaba un nuevo rostro para sustituir a Lex Barker, el Tarzán de
entonces en la RKO. Entre las lianas de Tarzán en la selva escondida (1955) de Harold Schuster, cinta inaugural de su filmografía, Scott encontró
el amor, además de su destino. Así, apenas acabó el rodaje, contrajo matrimonio con Vera Miles, su compañera de reparto, con la que tuvo un hijo en 1957 y a la que permanecería unido hasta el divorcio en 1959.
Encarnó al buen salvaje en otros cinco títulos: Tarzán y el safari perdido (1957) de H. Bruce Humberstone, Tarzán lucha por su vida (1958) de H. Bruce Humberstone, Tarzán y los cazadores (1958) de Charles F. Haas y
Sandy Howard, en principio un proyecto para una serie televisiva en blanco y negro que finalmente no cuajó y se distribuyó en salas de cine, La gran aventura de Tarzán (1959) de John Guillermin, una de las mejores de las múltiples secuelas que ha conocido el rey de los monos, y Tarzán el justiciero (1960) de
Robert Day.
Después, Scott se trasladó a Italia para convertirse en uno de los
principales astros del género conocido como peplum (también como 'de espada y sandalia'), que, a raíz del éxito de films como "Hércules" (1958) de
Pietro Francisci, "La batalla de Maratón" (1959) de
Jacques Tourneur o "Espartaco" (1960) de Stanley Kubrick, gozaba de un hasta entonces
desconocido esplendor. En el país transalpino, la demanda popular de esta clase de films era tal que estaba sacando a los culturistas de los gimnasios para transformarlos en actores. Esta segunda etapa de la filmografía del
intérprete se inició con tres películas en el mismo año: Puños de hierro (1961) de Sergio Corbucci y
Giacomo Gentilomo, con Gianna Maria Canale y
Jacques Sernas, donde encarnó a un poderoso Maciste, En la corte del Gran Khan (1961) de Riccardo Freda, con Yoko Tani, donde volvió a incorporar a Maciste (o Sansón, o Goliath, según el doblaje), y Rómulo y Remo (1961) de Sergio Corbucci, interesante propuesta en torno a los míticos fundadores de Roma, donde, junto a un ya consagrado Steve Reeves que interpretó a Rómulo, fue un sobrio y convincente Remo, secundados ambos por Virna Lisi como Julia, la hija del rey de los sabinos.
Ya convertido en uno de los principales rostros del cine de aventuras italiano, Scott fue Kerim en El hijo del caíd (1962) de Mario Costa, volviendo a la Antigüedad clásica en El retorno de Maciste (1962) de Mario Costa, y Una reina para el César (1962) de Piero Pierotti y Viktor Tourjansky, con Pascale Petit como Cleopatra. Después protagonizó El Zorro y los tres mosqueteros (1963) de Luigi Capuano, El sacrificio de las esclavas (1963) de Siro Marcellini, Goliath y la esclava rebelde (1963) de Mario Caiano, El León de San Marcos (1963) de Luigi Capuano, film de piratas en Venecia, con Gianna Maria Canale, Hércules contra Moloch (1963) de Giorgio Ferroni, Héroe sin patria (1964) de Giorgio Ferroni, donde fue Coriolano, El coloso de Roma (1964) de Giorgio Ferroni, donde fue el guerrero Mucio Escévola, también llamado 'Brazo de hierro' por el guante metálico que cubre su cauterizado muñón, El héroe del Oeste (1965) de Mario Costa, donde fue Buffalo Bill en su primer spaghetti-western, un género que acabaría desplazando al peplum en los gustos del público de la época (como éste lo sería después por el 'giallo'), o Las pistolas del norte de Texas (1965) de Albert Band y Mario Sequi, spaghetti-western con
Joseph Cotten. Dos títulos de espionaje ambientados en tiempos contemporáneos completaron su filmografía: Nido de espías (1967) de Gianfranco Baldanello y Secretísimo (1967) de Fernando Cerchio.
El musculoso actor se retiró del cine a los 40 años cuando comenzaba a desvanecerse la gran popularidad de que había gozado en Europa y otros países (en América también se distribuyeron sus películas). En las dos últimas décadas de su vida fue invitado a convenciones de fans que recordaban con nostalgía sus días como Tarzán. Con una de sus admiradoras pasó en Baltimore sus últimos seis años. Falleció a los 80 por complicaciones tras una operación
cardiaca a la que fue sometido.
Indiscutiblemente un auténtico “handsome man”. Lástima no haber disfrutado de sus filmes.
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