A LA FRANCIA HERIDA
No tengo por costumbre ocuparme de política o religión en mi blog. A diario, mis contenidos se atienen a mi personal inspiración estética o a las efemérides artísticas que me interesan. Hoy, sin embargo, apenas transcurridas veinticuatro horas de los horrendos atentados yihadistas de anoche en París, me impongo expresar brevemente una reflexión aquí inusual.
Habitualmente no practico ninguna religión y, aun respetando los credos ajenos, tiendo a desconfiar de quienes lo hacen ostentosamente, particularmente de los fanáticos de las religiones teístas, muchos de los cuales no predican con el ejemplo (ya se sabe, el conocido "a Dios rogando y con el mazo dando"). Me repugna y aterra la idea de utilizar la fé religiosa como arma arrojadiza o el nombre de cualquier deidad para justificar la violencia extrema y eliminar a quienes profesan distintos hábitos o creencias.
No soy francés, pero sí europeo y me enorgullezco de haber nacido y habitar en un país que forma parte del continente que es cuna y origen de la civilización más avanzada del mundo, cuya cultura reconozco como propia. No puedo sino rechazar visceralmente el salvajismo oscurantista y la barbarie abominable de quienes la amenazan y agreden brutalmente invocando ciegas convicciones religiosas. La trágica masacre de ayer es sólo su última y terrible prueba y toda Europa sangra en el centro de París, herida en su corazón.
Ojalá no vuelva a repetirse nunca tamaña atrocidad y las autoridades competentes encuentren el medio de evitar tan evidente riesgo adoptando las necesarias medidas preventivas a tal fin y garantizen a los ciudadanos la convivencia en paz y libertad.
A modo de modesto pero sentido homenaje, dedico esta publicación a las víctimas inocentes de la ominosa crueldad irracional que ningún dios justo toleraría.
En un entorno casi operístico, el tenor francés Roberto Alagna interpreta de forma vibrante el himno nacional de Francia, escrito en 1792 por Rouget de Lisle.
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