Querida
Verónica:
Profundamente conmovido por tu inesperado adiós, con el
corazón triste, dedico un recuerdo emocionado a tu brillante trayectoria
profesional.
Te
revelaste en la gran pantalla como la tierna asistenta Vítora en "La
guerra de papá" (1977) de Mercero. Más adelante llegó el decenio en que
ofreciste tus mejores interpretaciones cinematográficas como gran
comedianta: Encarnaste con sumo desparpajo a la encantadora putita
Cristal en "¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) de Almodóvar; a
Silvia, la secretaria llorona de "Sé infiel y no mires con quién" (1985)
de Trueba; a Irene, la directora de un sanatorio de posguerra en "El
año de las luces" (1986) de Trueba; a Ana, la simpática doctora
especialista en e.t.s. en "La vida alegre" (1987) de Colomo; a Monique,
una peculiar secretaria argentina en "Moros y cristianos" (1987) de
Berlanga; a Chusa, desinhibida mula de cannabis en "Bajarse al moro"
(1989) de Colomo; a Ana, escritora de libros de cocina con problemas de
cuernos en "Salsa rosa" (1991) de Pereira; a Gloria, la peep-show girl
de "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?" (1993) de
Pereira; a Kika, la ingenua maquilladora en "Kika" (1993) de
Almodóvar... Tantos papeles en los que conquistaste la admiración y el
cariño de las audiencias, con tu buen hacer, tu irresistible vis cómica y
tu dulce y radiante sonrisa perenne. Fuiste reconocida con 4 premios Goya, entre
otros muchos galardones, comúnmente merecidos.
Tambien
tuve la fortuna de presenciar dos memorables actuaciones tuyas sobre
las tablas: "¡Ay, Carmela!" (1987) de Sanchis Sinisterra y "Doña Rosita
la soltera o el lenguaje de las flores" (2004) de García Lorca. En ambas
me convenciste y emocionaste como actriz dramática.
Me
pregunto qué pena inaudita te ha empujado a abandonar este mundo, que
desde que tu no lo habitas, se ha convertido en un lugar menos amable y
más inhóspito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario