EL ACTOR QUE COMPRÓ SU LIBERTAD Y DESTROZÓ SU CARRERA EN HOLLYWOOD
Hoy se cumplen cinco años del fallecimiento del actor estadounidense Farley Granger, recordado principalmente por dos películas en las que fue dirigido por Hitchcock y una por Visconti. Generalmente caracterizado en papeles de joven atractivo de complicada psicología, después de 1955 abandonó Hollywood y no volvió a rodar ningún film de interés.
Farley Earle Granger nació en el seno de una acaudalada familia que se vió obligada a vender la mayoría de sus posesiones tras el crash de 1929 y desplazarse a Los Angeles, donde su padre encontró empleo. La infancia de Farley fue difícil porque sus padres eran ambos alcohólicos y se peleaban con frecuencia. Su madre quería que el chico fuese bailarín de tap y lo matriculó en el mismo estudio donde habían comenzado Shirley Temple y Judy Garland. Siendo todavía un adolescente fue descubierto por un director de casting de Samuel Goldwyn y debutó en el cine con un pequeño papel en La estrella del norte (1943) de Lewis Milestone, drama de propaganda bélica con Anne Baxter y Dana Andrews, al que siguió otro de parecidas características, El corazón púrpura (1944), también de Milestone, con Dana Andrews y Richard Conte.
Al término de su segunda película se alistó en la Marina de los Estados Unidos y fue destinado a Honolulu. Durante los diecisiete días de travesía sufrió de mareos crónicos, perdió más de diez kilos, y a su llegada a Hawaii fue ingresado en el hospital por deshidratación. En consecuencia, el resto de su servicio militar transcurrió en tierra. En Honolulu vivió experiencias sexuales con hombres y mujeres y aceptó sin problemas sus inclinaciones bisexuales. En el futuro viviría episodios amorosos con personalidades como Leonard Bernstein o Ava Gardner.
De vuelta en Los Angeles finalizada la guerra, encontró que sus padres había moderado su afición por la bebida y se trataban mejor. Pronto se integró con facilidad en la comunidad artística de Hollywood y trabó amistad con muchos de sus miembros. La primera película que rodó fue Los amantes de la noche (1948) de Nicholas Ray, magnífica combinación de noir y drama romántico con Cathy O'Donnell y Howard Da Silva, a la que siguió La soga (1948) de Alfred Hitchcock, thriller psicológico que adaptaba una obra teatral de Patrick Hamilton, con James Stewart y John Dall, donde su director mostró un singular alarde técnico en su primer film en color (todo el metraje parece rodado en una sola toma). El dramaturgo Arthur Laurents, guionista de la película, y Granger estaban enredados en una relación sentimental que duró un año y que se transformó en amistad de por vida. Luego se estrenaron Hechizo (1948) de Irving Reis, drama romántico con David Niven, Teresa Wright y Evelyn Keyes, Roseanna McCoy (1949) de Irving Reis, drama con Joan Evans, Side Street (1950) de Anthony Mann, noir con Cathy O'Donnell, James Craig y Paul Kelly, Vida de mi vida (1950) de David Miller, melodrama con Ann Blyth y Joan Evans, Nube de sangre (1950) de Mark Robson, noir con Dana Andrews y Joan Evans, Extraños en un tren (1951) de Alfred Hitchcock, otro memorable thriller del maestro del suspense, en este caso basado en una novela de Patricia Highsmith, con Ruth Roman y Robert Walker, que supuso el mayor éxito comercial en la carrera de Granger, Pórtate bien (1951) de George Beck, comedia con Shelley Winters, No quiero decirte adiós (1951) de Mark Robson, drama con Dana Andrews y Dorothy McGuire, El fabuloso Andersen (1952) de Charles Vidor, musical sobre el famoso autor danés de cuentos, con Danny Kaye y Zizi Jeanmaire, Tres amores (1953), película de episodios en la que Granger apareció en el segundo, titulado "Mademoiselle" y dirigido por Vincente Minnelli, con Leslie Caron y Ethel Barrymore, o Una chica de pueblo (1953) de László Kardos, musical con Jane Powell, Ann Miller y Bobby Van.
Descontento con los papeles que le ofrecía el estudio, compró su contrato con Goldwyn determinado a trasladarse a Nueva York para estudiar actuación sobre los escenarios. Fue una decisión costosa que le ocasionó serias dificultades financieras, por lo que su agente le convenció para que aceptase el papel de un joven oficial austriaco en la película Senso (1954) de Luchino Visconti, con Alida Valli y Massimo Girotti. La filmación en Italia duró nueve meses, si bien Granger, ocioso a menudo, aprovechó para explorar el país y pasar un largo fin de semana en París donde tuvo un breve affair con el actor Jean Marais. La película, adaptación de una novela de Camilo Boito ambientada en Venecia durante la ocupación austriaca en 1866, resultó un deslumbrante y conmovedor melodrama operístico, una de las grandes obras maestras de su director. A su vuelta a los Estados Unidos, Granger actuó en La calle desnuda (1955) de Maxwell Shane, drama criminal con Anthony Quinn y Anne Bancroft, y La muchacha del trapecio rojo (1955) de Richard Fleischer, drama con Ray Milland y Joan Collins. En esta época estuvo a punto de casarse con su amiga Shelley Winters, a la sazón recién divorciada de Vittorio Gassman.
Después no volvió a trabajar en películas de Hollywood. En la cúspide de su fama, con 30 años, se estableció en Nueva York para estudiar en el Neighborhood Playhouse. En este periodo debutó con poco éxito en Broadway y tuvo una experiencia romántica con la actriz Janice Rule, compañera de tablas, con la que llegó a hacer planes de boda. Granger recondujo su carrera en la televisión y persistió tenazmente en su búsqueda del triunfo en los escenarios de Broadway, lo que consiguiría finalmente con obras como "La gaviota" de Anton Chekhov, "Las brujas de Salem" de Arthur Miller, "El zoo de cristal" de Tennessee Williams o "La trampa de la muerte" de Ira Levin. A partir de 1963 mantuvo una relación amorosa con el supervisor de producción Robert Calhoun, que finalizó con la muerte de éste en 2008.
A comienzos de los años 70 Granger y Calhoun se trasladaron a Roma, donde el actor intervino en producciones italianas carentes de ambición artística como Le llamaban Trinidad (1970) de E. B. Clucher (en realidad Enzo Barboni), El cadáver pelirrojo (1972) de Renzo Russo, Revelaciones de un maníaco sexual (1972) de Roberto Bianchi Montero, Infamia (1974) de Giovanni d'Eramo, o Corrupción de menores (1974) de Massimo Dallamano. En otros países europeos colaboró en títulos como El serpiente (1973) de Henri Verneuil, o Un hombre llamado Noon (1973) de Peter Collinson. De regreso en su país participó en algun título de bajo presupuesto como El asesino de Rosemary (1981) de Joseph Zito y actuó esporádicamente en televisión y teatro.
Farley Granger falleció por causas naturales a los 85 años.
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