CARLOS GARDEL (Toulouse, Francia, 11-12-1890 / Medellín, Colombia, 24-6-1935): IN MEMORIAM
Un aniversario más de la muerte de Carlos Gardel, el genial cantor argentino que, con su voz hermosa y profunda, única e irrepetible, consagró mundialmente el tango como género musical popular en el siglo XX hasta límites insospechables. Durante su corta existencia, el artista realizó cerca de mil grabaciones, con un repertorio de casi ochocientos temas, un legado inmortal de valor incalculable. En el siglo XXI, el mito Gardel no hace sino agigantarse con el tiempo y su legendaria figura como el más genuino icono de la música popular de Argentina ha permanecido vigente en la memoria de toda la Humanidad. En 2003 la voz de Gardel ha sido registrada por la Unesco en el programa Memoria del Mundo, dedicado a la preservación de documentos patrimoniales.
He aquí un perfil de 'El zorzal criollo' tomado de la página Biografías y vidas:
Charles Romuald Gardès fue un cantante, compositor y actor argentino de origen francés o tal vez
uruguayo; según esta segunda hipótesis, habría nacido en 1887 en
Tacuarembó. A finales de la década de 1920, la identificación de Gardel
con el tango era ya un fenómeno de ámbito universal. Desde entonces
nunca ha dejado de reconocerse su papel esencial en el desarrollo y
difusión del tango y su condición de mejor intérprete de la historia del
género. Como suele suceder con las figuras de tan enorme dimensión
popular, la biografía del "zorzal criollo" está teñida de leyendas, y su
fama póstuma apenas ha menguado con el paso de las décadas. Durante
muchos años fue habitual ver cómo mucha gente peregrinaba hasta la tumba
de Carlos Gardel para pedirle salud y trabajo; en Argentina, la
expresión "es Gardel" equivale a "es incomparable".
Carlos Gardel tuvo esa infancia castigada por la
adversidad que parece caracterizar a todo héroe arrabalero y triunfador.
Su madre, Bèrthe Gardès, nunca llegó a saber con exactitud quién era el
padre de aquel hijo nacido el 11 de diciembre de 1890 en el hospital de
La Grave (Toulouse) y bautizado con el nombre de Charles Romualdo, si
bien una parte importante de los estudiosos sostiene que los datos
anteriores son una fabulación encaminada a ocultar su condición de hijo
ilegítimo de Carlos Escayola y María Lelia Oliva, y que en realidad
nació el 11 de diciembre de 1887 en Tacuarembó (Uruguay).
Más tarde, en los suburbios de la ciudad de
Buenos Aires, adonde Bèrthe Gardès huyó en busca de unas migajas de
fortuna cuando Gardel aún no había cumplido los tres años, se resignó a
ver cómo su vástago o su hijo adoptivo correteaba entre las casuchas de
Retiro, Montserrat o Los Corrales, y se buscaba la vida pateando calles
destartaladas y sucias, creciendo con resentimiento, congoja e
inseguridad.
Charles se convertirá pronto en Carlitos, un
muchacho despierto, simpaticón e irascible cuya única ansia consiste en
alcanzar el lujo de los ricos y ganar montañas de dinero. Con dieciocho
años desempeña toda clase de pequeños trabajos y ya deja oír su
aterciopelada voz en esquinas, reuniones familiares y garitos. Detesta
el trabajo duro, rinde culto al coraje, santifica la lealtad a los
amigos y se esfuerza por imitar a los adinerados acicalándose con un
esmero narcisista y casi femenino.
Por aquel entonces, ese "pensamiento triste que
se baila" de incierto origen, llamado tango, comenzaba a hacer furor en
París. Sus intérpretes más destacados viajaban al continente y
regresaban con los bolsillos a rebosar. Carlos, a quien le gusta el
canto casi tanto como la "guita", cambia la s final de su apellido por
una l y prueba fortuna en algunos cafés de los barrios periféricos
bonaerenses, en los que se presenta con el sobrenombre de "El Morocho";
ante la sorpresa de propios y extraños, manifiesta una aguda
sensibilidad y un temperamento artístico completamente original.
Su interés y sus aptitudes lo inclinan hacia el
tango canción o tango con letra, escasamente cultivado hasta ese
momento. En efecto, el tango estaba por entonces culminando su proceso
evolutivo que lo había llevado de ser una música alegre (en compás de
dos por cuatro y de origen posiblemente cubano) que se bailaba de forma
un tanto procaz en las fiestas de las clases populares de Buenos Aires, a
convertirse en un lamento cantado, una música nostálgica y desgarrada
que los porteños acomodados habían aprendido a admirar y a bailar y que
Gardel estaba destinado a dar a conocer en todo el mundo.
Cuando en 1915 forma pareja con José Razzano, intérprete
de tangos que ya goza de alguna fama, ninguno de los dos sospecha que
en pocos años van a convertirse en ídolos tanto de los entendidos como
de un amplio sector de público. Fue a raíz de una apoteósica actuación
en el teatro Esmeralda de Buenos Aires, en 1917, cuando el personal
estilo de interpretar el tango de Carlos Gardel caló hondo en el público
porteño y dio al dúo Gardel-Razzano una fulminante celebridad.
El tándem se mantendrá hasta 1925, año en que
Gardel debió partir solo hacia Europa. José Razzano, aquejado de una
enfermedad en la garganta, había decidido abandonar el canto. Esta
desgracia de su compañero significará, no obstante, la fama
internacional para Gardel. Tres años después de cruzar el Atlántico,
escribe a Razzano: "La venta de mis discos en París es fantástica; en
tres meses se han vendido setenta mil". Bing Crosby, Charles Chaplin y
Enrico Caruso se deleitan con canciones como "Mi noche triste", "Volver"
o "No habrá más penas ni olvido".
Si grande había sido el éxito de Gardel en
París, no lo fue menos en España. Gardel debutó en solitario en 1925 en
el teatro Apolo de Madrid y en el teatro Goya de Barcelona el 5 de
noviembre de ese mismo año. Tal fue el recibimiento y cariño que el
público le brindó en la capital catalana al "zorzal criollo", como
también se lo llamaba, que hizo de ella su centro de operaciones para
sus giras europeas, no obstante sus largas estancias en París. En "Che,
papusa, oí" canta Gardel: "Trajeada de bacana, bailás con corte / y por
raro esnobismo tomás prissé", acaso evocando las fiestas al estilo
parisino que ofrecía por esa época la aristocracia barcelonesa, con
esmoquin, champán francés y cocaína o plis o plissé, como llamaban a
esta droga.
La voz, la estampa y la simpatía de Gardel
arrollaban, especialmente entre las mujeres. Reveladora es la entrevista
"a la sombra de Gardel", que salió publicada en Tango Moda, en 1929. La
sombra era una bella francesa que seguía al ídolo por todas partes
después de haberlo visto actuar una vez en el cabaret de Florida de
París. "Cuando por la noche me retiro a mi cuarto del hotel, doy por muy
bien pagados mis esfuerzos si le he oído cantar tres o cuatro
canciones", confesaba esta admiradora incondicional. Sus películas, como
Flor de durazno, rodada en Argentina en 1917, Luces de Buenos Aires y Cuesta abajo, en Francia en 1931 y 1934, y Tango Bar, en Estados Unidos en 1935, además de Melodía de arrabal, El tango en Broadway, El día que me quieras y Cazadores de estrellas, entre otras, contribuyeron a incrementar su fama, gracias a su magnífica voz y a su fascinante personalidad.
Su forma de cantar los pequeños dramas
existenciales de sus tangos va a significar una revolución. Nadie es
capaz de imitar el fraseo de Gardel ni su habilidad para metamorfosearse
en los personajes de sus canciones. Además, su figura simpática, mezcla
de pícaro y castigador siempre bien vestido y repeinado, se convierte
en un modelo para los porteños. Ahora es un triunfador nato, modelo de
"el que llegó", un mito rioplatense admirado por los hombres y adorado
por las mujeres.
A pesar de esta imagen, Gardel fue en la
intimidad un hombre tortuoso, retraído y contemplativo, atenazado por
una oscura tristeza y víctima fácil del abatimiento. En cuanto a su vida
sentimental, confesaría que nunca se había enamorado de mujer alguna,
"porque todas valen la pena de enamorarse y darle la exclusividad a una
es hacerle una ofensa a las otras".
En 1934, después de haberse paseado en olor de multitud
por escenarios de Europa y Estados Unidos, Carlos Gardel inició una gira
por toda Hispanoamérica provocando el delirio. Los teatros se llenaban
de un público rendido al cantante argentino, que lo aclamaba y lo
continuaría aclamando hasta después de su muerte.
El 24 de junio de 1935, cuando se encontraba en
la cúspide de su fama, el cantor murió en un accidente de aviación cuyas
causas nunca se han aclarado, al menos no para los millones de
apasionados del tango que en todo el mundo entonces lloraron la muerte
de su ídolo y aún hoy hablan de él en tiempo presente. Gardel viajaba de
Bogotá a Cali en un F-31 de la compañía Saco. Hecha escala en Medellín,
el avión recorrió la pista para alzar el vuelo, pero apenas había
despegado se precipitó a tierra, chocando con otro avión alemán que
esperaba en la cabecera de la pista.
Un velo de misterio rodeó el suceso. Corrieron
rumores acerca de un tiroteo entre Gardel y uno de sus acompañantes, con
el piloto del aparato como víctima inocente e involuntario causante de
la tragedia. Sin embargo, y según el testimonio de los dos únicos
pasajeros que lograron salvarse de los veintiuno que viajaban en el
vuelo, la verdadera causa del accidente parece haber sido el fuerte
viento reinante que hizo que el piloto perdiera el control del trimotor
en el momento del despegue.
A la confusión del accidente se sumaría después
la leyenda de un cantor encapuchado cuya voz sorprendía por su parecido
con la de Gardel; muchos afirmaron que el ídolo se había salvado y
seguía cantando, pero no deseaba mostrar su rostro totalmente
desfigurado; a ser eso cierto, el cuerpo velado por las multitudes en el
estadio del Luna Park no habría sido el suyo. Pero es su espíritu lo
que cuenta: un mar de melancólicos lo lloró entonces y siguió lamentando
la pérdida de la voz más triste y cálida que el tango ha dado nunca.
En 1932 Gardel rodó para Paramount en Joinville (Francia) la película "Melodía de arrabal" dirigida por Louis Gasnier, en la que compartió créditos con la estrella española Imperio Argentina. A ella pertenecen estas imágenes con la impecable interpretación de "Silencio", uno de sus tangos más famosos, del que él mismo fue autor junto a Le Pera y Pettorossi.
Sí, desde ahí Medellín será la capital del tango en Colombia.
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