40 AÑOS SIN CHAPLIN
Hoy se conmemora el cuadragésimo aniversario del fallecimiento de Charlie Chaplin, a quien, como tantos, considero el mayor genio que ha dado el séptimo arte. Ningún actor cinematográfico cautivó tanto al mundo como lo hizo él, un londinense de origen humilde que llegó a
convertirse en un artista inmortal por su hábil y efectiva humanización
de los conflictos del hombre con el destino. En más de ochenta películas, filmadas entre 1914 y 1967, Chaplin, quien
también era guionista y un asombrosamente imaginativo director, retrató al pequeño individuo golpeado
por la vida pero galante y con la dignidad de un caballero.
Inmensamente popular fue su creación de Charlot, el personaje de comedia más emblemático de su carrera, un simpático y conmovedor vagabundo de raído y característico atuendo: chaqueta ajustada, pantalones holgados, zapatos descomunales, bombín y una caña de bambú a modo de bastón. Un corto bigote negro y las cejas remarcadas completaban su indumentaria, a la que añadió su peculiarísima forma de andar. Surgido en el cine silente, Charlot apareció en más de setenta cortometrajes hasta 1923. La técnica chapliniana de filmar incluía slapstick, mímica, pantomima y demás recursos de comedia visual. Su estilo se caracteriza por el uso del humor físico, combinado con melodrama y crítica social. A partir de 1916 Chaplin asumió también tareas de producción y desde 1918 compuso música para la mayoría de sus películas. La duración de éstas se fue incrementando y el rodaje de El chico (1921) requirió seis rollos de celuloide, mientras que El peregrino (1923) utilizó cuatro.
Tras dirigir el impresionante drama Una mujer de París (1923), su primera película de más de 90 minutos y donde no actuaba, Chaplin retomó el personaje de Charlot en muy elaborados largometrajes (llenos de momentos hilarantes pero no exentos de sentimentalismo) por los que es más recordado: La quimera del oro (1925), El circo (1928), Luces de la ciudad (1931) y Tiempos modernos (1936). Pese a que el cine hablado había irrumpido en 1927, estas dos últimas no contenían diálogos, pero no obstante figuran, como las anteriores, entre sus obras maestras.
En El gran dictador (1940), su primer film parlante, interpretó dos personajes: un barbero judío con reminiscencias de Charlot y un gobernante de un país imaginario que no era sino una parodia de Hitler. Otros roles diferentes incorporó en Monsieur Verdoux (1947), comedia negra donde era un asesino en serie inspirado en Landru, y Candilejas (1952), subyugante y estremecedor drama con elementos cómicos que presentaba a un veterano cómico en decadencia. Tras el estreno de ésta, su última película filmada en Hollywood, Chaplin, acusado de 'comunista', fue acosado y perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas, lo que obligó al cómico, que nunca adoptó la ciudadanía estadounidense, a buscar refugio en Europa, donde realizó sus dos últimos films: Un rey en Nueva York (1957), personal revancha contra el país que tuvo abandonar, y La condesa de Hong Kong (1966), su único título en color y formato panorámico, donde intervenía en un breve rol y cuya comicidad se consideró anacrónica.
Retirado con su numerosa familia en Suiza, sólo volvió a América en 1972, cuando un Hollywood contrito le reclamó para hacerle entrega de un Oscar honorífico, que Chaplin recibió visiblemente emocionado en una ceremonia donde fue aplaudido durante doce minutos, la ovación más larga en la historia de los premios de la Academia. En 1929 ya se le había concedido otro honorífico, fuera de competición, como actor, guionista, director y productor de El circo, y en 1973 le premiaron como coautor de la banda sonora original de Candilejas, film retirado de los circuitos de exhibición estadounidenses en 1952 tras insidiosas campañas de prensa contra su autor -paradójicamente su mayor éxito comercial en Europa y el resto del mundo- y no estrenado en Los Angeles hasta veinte años después. Este fue su tercer Oscar y el único ganado en competición. Otros reconocimientos fueron el León de Oro en el Festival de Venecia (1972) y su nombramiento en 1976 como Caballero de la Orden del Imperio Británico con el título de Sir.
Con su salud muy maltrecha, física y mentalmente, Chaplin falleció de una hemorragia cerebral mientras dormía el día de Navidad de 1977, cuando contaba 88 años. Dejó un legado de incalculable valor y hoy en día su inolvidable personaje del vagabundo sigue siendo validado como uno de los iconos culturales por excelencia del siglo XX.
Candilejas, la última gran obra maestra de Chaplin y probablemente su película más profunda, introspectiva y conmovedora, terminaba con esta secuencia, de las que no dejan un ojo seco: el viejo cómico Calvero muere entre bambalinas tras haber conseguido que su joven protegida, recuperada de un trastorno psicológico que le impedia caminar, vuelva a danzar en un escenario. Chaplin corroboró definitivamente aquí su gran talento dramático, más allá de sus reconocidas dotes cómicas. Inolvidable su banda sonora musical oscarizada veintiún años después.
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