ADALID DEL ROMANTICISMO ESPAÑOL
Hoy es aniversario natal del escritor español José de Espronceda. Poeta y revolucionario de ideología liberal, es uno de los más destacados nombres del Romanticismo español. Su tempestuosa vida integró la rebelión moral, la política y la literatura; su espíritu aventurero, rebelde y bohemio le hizo viajar por diversos países europeos y absorber influencias foráneas que supo adaptar a la cultura española. Además de su indudable talento literario, su intensa defensa de la libertad social y política le hicieron muy popular. Experimentó la triple embriaguez romántica del amor, la libertad y la patria y acabó por convertirse en un mito.
El nacimiento de José Ignacio Javier Oriol Encarnación de Espronceda Delgado se produjo en plena Guerra de la Independencia contra la
invasión napoleónica, siendo su padre sargento mayor de la Caballería de Borbón. Tanto éste como su esposa procedían de familias hidalgas con rentas y de fuerte raigambre militar; ambos apoyaron siempre económicamente a su hijo. Entre los trece y los dieciséis años Espronceda estudió en el colegio madrileño de San Mateo, moderno centro de instrucción primaria y
secundaria, especializado en la enseñanza de las Humanidades y Ciencias, dirigido por Alberto Lista, un liberal antiabsolutista y maestro de la primera generación romántica española, de quien se convirtió en aventajado discípulo. Desde muy joven se sintió atraído por la literatura y por la actividad
política, inclinaciones ambas que definirían su carrera futura. En 1823, y a raíz de la ejecución del general Riego, que había luchado contra el absolutismo de Fernando VII (repuesto en el trono por los Cien Mil Hijos de San Luis), se incorporó a la sociedad secreta 'Los Numantinos', cuyo propósito era vengar la ignominiosa muerte (ahorcado y decapitado) del general liberal. Por una delación de uno de los miembros de la sociedad, los jóvenes dirigentes
de la misma fueron procesados y condenados y entre ellos, Espronceda,
que a sus diecisiete años sufrió su primer destierro pues se le impuso el
exilio de Madrid durante cinco años, pena que se reduciría a tres meses, en un convento de
Guadalajara, donde su padre estaba destinado.
De 1825 a 1827 se apartó por completo de la política, dedicándose a la composición de sus
poemas juveniles y a la concepción general y redacción de gran parte del poema histórico El Pelayo, en
el que continuará trabajando hasta 1835. La creación de estos
primeros poemas refleja las enseñanzas de Lista y la influencia de los
poetas sevillanos y salmantinos, o de los autores clásicos que eran
considerados modelos por el neoclasicismo, como se plasma en su Vida del campo, versión romántica del Beatus ille horaciano, en el soneto A la noche, o en el Romance a la mañana, y otros poemas de inspiración moderna, con ecos de Lista y de Menéndez Valdés. En El Pelayo, escrito en octavas reales y estructurado en cantos, une leyenda con historia, experimentando a lo largo de su elaboración poética, que duró casi una
década, su evolución desde la estética dieciochesca hasta las doctrinas
románticas, de las que se confiesa partidario públicamente.
Llevado por sus instintos de ver mundo, en el verano de 1827 decidió abandonar España y dirigirse a Portugal, vía Gibraltar, pero a su llegada, vigilado por la policía borbónica, fue confinado en el castillo de Sao Vicente (donde conoció a Teresa Mancha, hija de un coronel allí preso) y después expulsado
de Lisboa, marchando junto con otros exiliados políticos a Londres, donde llegó
el 15 de septiembre de 1827. Durante su estancia en la capital británica, la poesía de Espronceda, en contacto con otras
literaturas europeas, acusa importantes cambios, distanciándose
paulatinamente de las formas aprendidas en pro de una expresión más
personalizada. En La entrada del invierno en Londres da muestras de esta sincera expresión del sentimiento del proscrito, aunque todavía sobre los moldes neoclásicos. La influencia de la poesía atribuída al vate céltico Ossian (en realidad James Macpherson) y de Byron se harán ostensibles en su poema Oscar y Malvina (1831). Asímismo Espronceda se hará eco de la moda literaria romántica en Gran Bretaña en su famoso Himno al sol, en el Canto del cosaco y en el Canto del cruzado, en el que se percibe una visión caballeresca de la Edad Media al estilo de Walter Scott.
En 1829 se dirige a Francia, quizá con la idea de pasar a España. Espronceda es considerado por las autoridades de ambos países como 'revolucionario liberal' y emisario de los generales Espoz y Mina y
Jose María de Torrijos, destacados cabecillas de la revolución
antifernandina. Por otra parte, sus escandalosas relaciones en Londres
con Teresa Mancha, ya casada con un español emigrado y madre de dos
hijos, pudo influir en su viaje a París, adonde llegó
Teresa en 1830. Fuera por unas razones o por otras, el viaje a Francia
le dio ocasión a Espronceda de participar en las barricadas de París
en julio de 1830, revuelta que tuvo como consecuencia la entronización
del monarca Luis Felipe, representante del liberalismo financiero. En octubre formó parte de una reducida expedición militar de liberales expatriados que entró en España por Pamplona con Joaquín de Pablo 'Chapalangarra' al mando. Tras la derrota del grupo y fusilamiento de su jefe, Espronceda regresa a Francia con los soldados sobrevivientes. El poeta se instala en París con Teresa, conociendo una época de
felicidad con ella que quizá no se repite en su vida y que se refleja
en sus poemas Y a la luz del crepúsculo serena, y Suave es tu sonrisa, amada mía, ambas de 1832. También escribe odas patrióticas y la tragedia histórica Blanca de Borbón.
En marzo de 1833, con ocasión de la muerte de su padre meses antes, y
amparado en la ley de amnistía de ese año por la muerte del rey
Fernando VII regresa a España, seguido de Teresa pocos días después. En Madrid, José y Teresa viven juntos brevemente y en mayo de 1834, tendrán una hija, Blanca (a poco de su llegada, Espronceda había ingresado en la Guardia Real y poco después fue de nuevo desterrado, esta vez en Cuéllar). En esta época escribe el primer volumen de su novela histórica Sancho Saldaña. También forma parte de la redacción del periódico El Siglo,
frecuentemente censurado durante el gobierno de Martínez de la
Rosa, y las ideas republicanas de Espronceda comienzan a ser
ampliamente conocidas en los círculos políticos y literarios de Madrid. Los avatares de la guerra carlista, junto con otros sucesos políticos
desafortunados ocasionan la ruptura de jóvenes liberales como Larra y
Espronceda con el gobierno y él poeta sufre un nuevo destierro, en este caso en Badajoz, su tierra natal. La caída del gobierno de Martínez de la Rosa en mayo de 1835, junto con la desastrosa gestión económica y la inoperancia militar contra la facción carlista, hacen que
Espronceda manifieste su oposición política, lo que le obligará a
llevar una vida semiclandestina en casas de sus amigos de Madrid. En
esta época sus poesías, algunas de las cuales ya eran conocidas como La canción del pirata y El reo de muerte, aparecen en diversas publicaciones periódicas como El Siglo, La Revista Española, y El Artista.
Espronceda ya ha conseguido una sólida reputación de escritor y
también es público su pensamiento político y social a través de
diversos artículos en periódicos o en sesiones del Ateneo. Sus ideas reivindican mejoras
sociales para el campesinado y su llamamiento a la lucha contra la tiranía y la opresión
queda patente en su artículo Libertad, igualdad, fraternidad, aparecido en El Español,
en enero de 1836. El programa de reforma económica y social de
Álvarez de Mendizábal, basado en la desamortización y en el fin de la
guerra carlista, pronto lleva a sus partidarios a la decepción, y
Espronceda publica en marzo el artículo político El gobierno y la bolsa,
en donde se critica el espíritu financiero de unas reformas en las
que el Gobierno confunde los intereses nacionales con los de la Bolsa;
en mayo publica el folleto El Ministerio Mendizábal, en el que se lamenta de la inútil
demolición de edificios religiosos y la pérdida de obras artísticas
que la desamortización ha causado, sin alterarse en cambio el sistema
de posesión de la tierra, ni producirse mejoras en la población rural
ni en la clase baja urbana. En ese mismo año Espronceda es abandonado por Teresa, quien fallecerá de tuberculosis dos años después, lo que dará lugar a la expresión de su sincero y desgarrado dolor en el Canto a Teresa, uno de los poemas de amor más intensos de todos los tiempos, que incluirá posteriormente en su poema mayor El diablo mundo (1941), obra maestra de la poesía lírica española. Más adelante mantuvo relaciones con otras mujeres, como Carmen de Osorio o Bernarda de Beruete.
En 1840 se edita su ambicioso poema mayor El estudiante de Salamanca, revisitación del mito literario de don Juan (anterior al Tenorio de Zorrilla), donde el héroe se tiñe de caracteres románticos y se enfrenta a la sociedad y a Dios
desde una postura de abierta rebeldía. Publicado como cuento en verso, en la línea de la leyenda dramática romántica, y afín al
poema dramático de ritmos y metros muy elaborados, supone la expresión
de dolor ante la contemplación del destino personal del poeta que se
convierte en dolor universal por el destino del hombre. En esta obra
se entrecruzan múltiples temas y motivos procedentes, en su mayor
parte, de la tradición española. Un año después aparece el volumen Poesías (1940), que recopila poemas anteriormente mencionados u otros como el famoso A Jarifa en una orgía, donde expresa desilusión, hastío, lamento por el placer perdido y rebelión contra la realidad de la vida, con un lirismo contenido que añade ritmos poéticos inéditos anticipatorios de la versificación modernista. El libro combina reflexiones filosóficas sobre el destino humano junto a poemas políticos y amorosos. Obra inacabada, El diablo mundo (1941), el segundo de sus grandes poemas mayores, constituye una
visión épica y moral de la España de su tiempo, que trasciende a
epopeya de la humanidad entera. Ha sido relacionado por la crítica con otros poemas filosóficos del Romanticismo europeo, especialmente con el Fausto de
Goethe, pero su originalidad estriba en la evolución de su expresión
poética para dar cabida a los diversos elementos de su contenido: una
cosmología religiosa, la explicación de una Naturaleza simbólica, la
historia de la Humanidad y la perversión de la bondad natural del
individuo en contacto con la sociedad y, sobre todo ello, la
manifestación del elemento personal y autobiográfico en el que el dolor
prepondera sobre el placer.
En septiembre de 1840, la victoria liberal y la posterior regencia de
Espartero le permitieron dar el salto a la primera fila de la palestra
política española: elegido diputado a Cortes por Almería, luego fue
nombrado secretario de la legación española en La Haya. A su muerte,
acontecida súbitamente a los 34 años por difteria, era considerado el mejor poeta español
del momento, amén de un político de prometedora trayectoria. Ello motivó
que su entierro, en el que se dieron escenas de hondo dolor popular,
fuera uno de los actos más multitudinarios de la época.
«Los años ¡ay! de la ilusión pasaron;
Las dulces esperanzas que trajeron,
con sus blancos ensueños se llevaron,
y el porvenir de oscuridad vistieron;
las rosas del amor se marchitaron,
las flores en abrojos convirtieron,
y de afán tanto y tan soñada gloria
sólo quedó una tumba, una memoria».
(Fragmento de Canto a Teresa)
José de Espronceda
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