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martes, 15 de noviembre de 2022

Francesco Rosi (Napoli, Italia, 15-11-1922 / Roma, Italia, 10-1-2015): In memoriam

INVESTIGACIÓN SOCIAL, REALISMO Y COMPROMISO POLÍTICO
 
Hoy se conmemora el centenario natal del director y guionista cinematográfico italiano Francesco Rosi. De algún modo heredó las preocupaciones sociales del neorrealismo, aun reflejadas con diferente estilo, con un método histórico-analítico exigente y lúcido que conjuga reflexión y emoción. Luces y sombras, estudiados encuadres o composición geométrica de la puesta en escena son señas de la estética de Rosi. De clara ideología izquierdista, sus películas reflejan concienzudas investigaciones documentales para entender los oscuros mecanismos que utiliza el poder para someter al hombre y perpetuarse. No son estudios sobre personajes, sino sobre la sociedad y circunstancias que los engendran, a fin de descubrir la verdad que oculta su comportamiento. La valiente denuncia de la corrupción política y el crimen organizado de la Italia posbélica son temas recurrentes en su filmografía, mayormente en las regiones meridionales, secularmente más pobres, atrasadas y violentas. En los años 60 estableció su reputación internacional como gran autor con películas que fueron muy premiadas en los más importantes festivales, lo que continuó en la década siguiente. Entre sus grandes admiradores figuran directores como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Giuseppe Tornatore o Paolo Sorrentino.
Francesco Rosi fue el primogénito de los dos hijos varones de una pareja formada por el director de una agencia de navegación y caricaturista y una ama de casa. Ya de adolescente se interesó por la cultura y la política y en 1940, en plena II Guerra Mundial, comenzó la carrera de Derecho. A comienzos de 1943 fue movilizado y partió a Forencia para recibir adiestramiento militar. En septiembre de ese año, tras la derrocación de Mussolini, el gobierno italiano publicó el armisticio por el que Italia capitulaba ante las fuerzas aliadas, pero los alemanes seguían ocupando el país. Rosi tuvo que esconderse para evitar ser arrestado. Ya en 1944 colaboró con Radio Napoli y en 1945 entró a formar parte de la redacción de una revista cultural y también fue ilustrador de libros infantiles. En los años siguientes desempeñó diversos trabajos en Milán y Roma en el mundo teatral, para finalmente acceder al mundo del cine como ayudante de dirección y más adelante como guionista. Colaboró especialmente con Luchino Visconti entre otros directores.
Su primer largometraje como director fue El desafío (1958), drama criminal sobre la Camorra napolitana, con Rosanna Schiaffino y José Suárez que en el Festival de Venecia obtuvo un premio especial del jurado y buena acogida crítica y popular. Le siguió Los mercaderes (1959), drama sobre inmigración rodado entre Hannover y Hamburgo, con Alberto Sordi, Renato Salvatori y Belinda Lee que obtuvo una mención especial en el Festival de San Sebastián. Después rodó uno de sus films más importantes, Salvatore Giuliano (1962), drama biográfico sobre el mítico bandido siciliano, pretexto utilizado para centrar la atención sobre el endémico atraso de Sicilia, sobre las relaciones entre mafia, bandolerismo, poder político y poder económico, con Salvo Randone y Frank Wolff. El film, contado mediante una larga serie de flash-backs, logró el Oso de Plata al mejor director para Rosi en el Festival de Berlín y un gran éxito de crítica y público. Otra de sus más destacadas obras vino a continuación, Las manos sobre la ciudad (1963), drama denunciador de la corrupción política y la especulación inmobiliaria en la Italia de los años 60, con Rod Steiger, Salvo Randone y Guido Alberti. En el Festival de Venecia se alzó con el León de Oro a la mejor película. Menor predicamento lograron sus dos películas siguientes: El momento de la verdad (1965), coproducción italo-española protagonizada por el torero Miguel Mateo 'Miguelín', que más que un film sobre tauromaquia es un film sobre la España de entonces, la pobreza y el individuo que, excluído de la sociedad, no tiene elección (por él Rosi ganó un David di Donatello al mejor director); y Siempre hay una mujer (1967), fábula romántica ambientada en el siglo XVII, con Sophia Loren, Omar Sharif, Georges Wilson y Dolores del Rio
En la década de los 70 dirigió cinco películas importantes: Hombres contra la guerra (1970), drama bélico durante la I Guerra Mundial, con Mark Frechette, Alain Cuny y Gian Maria Volonté que denuncia el horror y el absurdo de toda guerra; El caso Mattei (1972), drama biográfico sobre el extraño fallecimiento de un industrial cuya muerte fue atribuida a oscuros intereses político-financieros, aunque oficialmente fue considerada un simple accidente, film protagonizado por Gian Maria Volonté que ganó la Palma de Oro en Cannes ex aequo con "La clase obrera va al paraíso" de Elio Petri, asímismo protagonizada por Volonté; Lucky Luciano (1973), drama criminal sobre el famoso gangster italo-estadounidense, capo principal de la mafia americana en los años 30, que deportado a Italia en 1946 estableció allí su negocio de tráfico de narcóticos, con Gian Maria Volonté y Rod Steiger; Excelentísimos cadáveres (1975), thriller de intriga adaptador de una novela de Leonardo Sciascia que ahonda en la corrupción política y judicial italiana, con Lino Ventura, Tino Carraro, Marcel Bozzuffi, Paolo Bonacelli, Alain Cuny, Maria Carta, Luigi Pistilli y Tina Aumont; y Cristo se paró en Éboli (1979), drama social basado en la novela autobiográfica homónima de Carlo Levi ambientada en los años 30, con Gian Maria Volonté, Paolo Bonacelli, Alain Cuny, Lea Massari, Irene Papas y François Simon. Este último título recibió el David di Donatello a la mejor película y al mejor director, el primer premio en el Festival de Moscú y también ganó el BAFTA a la mejor película en lengua no inglesa. 
En la década de los 80 filmó tres películas: Tres hermanos (1981), drama que supone una visión de los aspectos más controvertidos de la Italia de la época a través de la historia de tres hermanos y su familia, con Philippe Noiret, Michele Placido, Vittorio Mezzogiorno y Charles Vanel, que consiguió 4 premios David di Donatello (entre ellos dos para Rosi, a la mejor dirección y guión) y una nominación al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa; Carmen de Bizet (1984), transposición a la pantalla de la célebre ópera francesa, con Julia Migenes, Plácido Domingo y Ruggero Raimondi, film premiado con 6 David di Donatello (entre ellos dos para Rosi, a la mejor dirección y guión); y Crónica de una muerte anunciada (1987), drama adaptador de la famosa novela de Gabriel García Márquez filmado en Colombia, con Rupert Everett, Ornella Muti, Gian Maria Volonté, Irene Papas, Lucía Bosé y Anthony Delon, un film considerado como fallido .
Su filmografía concluye con Dimenticare Palermo (1990), thriller político que incide en el poder de la mafia siciliana, con James Belushi, Mimi Rogers, Joss Ackland, Philippe Noiret, Vittorio Gassman y Carolina Rosi; Diario napoletano (1992), documental donde Rosi revisita Nápoles y la retrata más degradada que en tiempos de Las manos sobre la ciudad (1963); y La tregua (1997), drama basado en la novela de Primo Levi sobre la repatriación de un grupo de supervivientes italianos, procedentes del campo de exterminio de Auschwitz, con John Turturro y Stefano Dionisi, film ganador de 4 David di Donatello (entre ellos uno a la mejor dirección para Rosi).
Ya en el siglo XXI Rosi dirigió en teatro tres obras de Eduardo De Filippo, la última de ellas "Filumena Marturano" (2008). En sus últimos años de vida recibió numerosos reconocimientos y homenajes, entre ellos el Oso de Oro a la carrera en el Festival de Berlín en 2008, el nombramiento como Caballero de la Legión de Honor francesa en 2009 o el León de Oro a la carrera en el Festival de Venecia en 2012.
Francesco Rosi tuvo una relación sentimental con la actriz Nora Ricci, de la que en 1954 nació su hija Francesca, fallecida en 1969 en un accidente de circulación antes de cumplir los quince años, después de que su padre perdió el control del automóvil. Desde 1964 hasta que enviudó en 2010 estuvo casado con Giancarla Mandelli, con la que en 1965 tuvo a su hija Carolina. La muerte de su esposa se produjo por las graves quemaduras que sufrió al incendiarse con un cigarrillo la bata que llevaba puesta. El director falleció a los 92 años por complicaciones de una bronquitis que padecía. A su funeral (laico) asistió el Presidente de la República Italiana Giorgio Napolitano, quien décadas atrás había sido compañero suyo en sus años de estudiante en la escuela napolitana.
 
    

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