UN TRÁGICO DESENLACE
Hoy es aniversario natal del dramaturgo inglés Joe Orton, considerado uno de los más originales del siglo XX. De origen humilde, consiguió, después de numerosas vicisitudes, entrar a los dieciocho años en la Royal Academy of Dramatic Arts, donde conoció a Kenneth Halliwell, otro estudiante siete años mayor que acababa de heredar una considerable suma de dinero. Pronto ambos se convirtieron en amantes, compartieron apartamento y comenzaron a escribir, primero juntos y desde 1957, por separado, aunque sin conseguir publicar. Vivían del dinero de Halliwell y de subsidios de desempleo y no podían permitirse gastar más de cinco libras a la semana. Su relación era muy promiscua y sus incursiones en los urinarios londinenses en busca de sexo anónimo, frecuentes. Ya en los años 60 Orton comenzó a destacar como controvertido autor teatral, mientras su compañero quedaba rezagado y su turbulenta relación se deterioraba irremisiblemente. Desde mediados de la década, el éxito de las innovadoras, trangresoras e irreverentes obras de Orton, quien, además, tenía intención de dejar a un Halliwell cada vez más deprimido, aislado y celoso por el triunfo de su pareja, se fue fraguando un trágico desenlace a tan enfermiza relación. Finalmente, Halliwell asestó con un martillo nueve golpes mortales en la cabeza de Orton y después, abrumado por el remordimiento, se suicidó con una sobredosis de barbitúricos, falleciendo antes que su víctima, segun dictaminó la posterior autopsia. Los cadáveres fueron encontrados en el domicilio de ambos. Orton tenía 34 años.
He aquí una reseña biográfica procedente de la página del escritor español Luis Antonio de Villena:
Joe Orton y la "otra" Inglaterra.
El Reino Unido ha tenido la virtud o la potencia, en otra época, de
hacer que su imagen exterior en el mundo viniera dada no sólo por el
colonialismo –aparentemente impecable- sino por la difusión de la manera
de vivir de sus clases altas, y de la alta cultura, generalmente
asociada con ellas. Claro, tenían la lacra de un exacerbado puritanismo
victoriano, que se compensó con su minimización y con el estricto
respeto a la democracia. Pero cualquier lector “continental” podía
pensar que los ingleses eran casi en su totalidad como Winston
Churchill, Virginia Woolf, Vita Sackville-West o Agatha Christie como
mínimo, y que (por consiguiente) invernaban en Egipto, visitaban la
India de los marajás y viajaban en los vagones de lujo del “Orient
Express” hasta Estambul… Claro que esta idílica visión dejaba fuera a
toda la gran clase media y sobre todo baja de Inglaterra, que apareció
de golpe (para sus gobernantes) en la imagen de los “hooligans” o
gamberros futboleros, borrachos y brutos, detestados en general por
todos los países donde pisan haciendo el bestia –habrá alguna excepción-
como por ejemplo España, donde han degradado no pocas localidades
turísticas del Mediterráneo. Hoy sabemos de esa Inglaterra indeseable,
pero cuando Joe Orton (1933-1967) nació todavía se ocultaba. Y Orton fue
esencialmente un escritor renovador que venía de una clase humilde, que
hizo mucho el gamberro –acaso también como forma de liberar una
sexualidad gay aún reprimida en el país- y que murió trágicamente
después de unos años finales de éxito y locura, que coincidieron con el
“swinging London”, es decir, el de Mary Quant, la minifalda y los
Beatles…
Homosexual, impudico y chico de barrio, Orton tenía talento y aparte
de hacer orgías en los mingitorios públicos, se lió pronto (poco después
de 1951) con un hombre algo mayor que él, ilustrado, y que al principio
le ayudó a ser escritor, aunque Orton fue pronto más lejos. Joe Orton y
Kenneth Halliwell vivieron juntos con modestia y aprendían, se
divertían y hacían el loco juntos. A veces robaron libros de la
Biblioteca Pública de su barrio y otras devolvían lo pedido, pero con
los forros cambiados o imágénes salvajes u obscenas dentro. Es famoso
que un libro de Sir John Betjeman, poeta laureado, fue devuelto con una
nueva portada en la que figuraba un tío mediodesnudo y cubierto de
tatuajes. Tal vez estas gamberradas ahora parezcan menos graves (aunque
feas) pero en la Inglaterra de 1962 les costaron a la pareja seis meses
de cárcel, que cumplieron. La Reina era la Reina, ahora es una ancianita
tocada de bolso y sombrero… Desde 1961 Orton estaba mostrando su
talento con guiones radiofónicos para la BBC, como “De la cabeza a los
pies” de 1961 que más tarde convirtió en novela, aunque esta se publicó
ya póstuma diez años más tarde. Algo después –y Halliwell se iría
quedando poco a poco atrás, aunque vivían juntos en un apartamento
pequeño- Orton escribió una de sus obras de teatro más brillantes,
“Entertaining Mr. Sloane” (en España titulada “El realquilado”) que se
estrenó en 1964. El éxito llegaría lento pero seguro. Con peores modales
Orton parecía el heredero dramático de Wilde.
Ya en 1965, la pareja Orton-Halliwell, en un momento de malas
críticas, se fueron 80 días a Tánger (barato entonces para un británico)
a gozar a calzón caído del turismo sexual, que no era nuevo en la
ciudad. Joe (y Kenneth) ligaban con chicos y olvidaban sus pendencias.
Pero volvieron a Londres, donde Orton había estrenado –sin éxito- la
primera versión de “Loot” (El botín), truculenta y ágil, que ganó mucho
al ser revisada, corregida y estrenada de nuevo (en un teatro mejor) en
1966. Ahí empieza el gran éxito de Orton y la preterición de Halliwell,
mediocre comparado con su novio. Orton es llamado a fiestas, se le pide
un guión para los Beatles (que sería “Up against it”) que no llegó a
estrenarse, y más teatro y piezas varias. Entonces entre alcohol, nuevos
desmadres en los urinarios y al parecer un novio nuevo que Kenneth
ignoraba, en medio de esa vida trepidante, Orton escribe para algunos su
mejor obra de teatro, “What the butler saw” (Lo que vió el mayordomo)
que se estrenó póstuma en 1969. En ese tiempo y para huir del estrés y
de sus desavenencias cada día mayores, Joe y Halliwell vuelven a Tánger
donde el sexo con muchachos se multiplica y el antiguo novio va
quedando atrás. El momento es muy bien conocido por los “Diarios” que
Orton escribió entre diciembre de 1966 y agosto de 1967. Diarios
sumamente explícitos en cuestiones sexuales (sobre todo en el segundo
viaje a Tánger y alrededores) con multitud de muchachos marroquíes,
gozosamente descritos… En español los “Diarios” los ha reeditado hace
poco Cabaret Voltaire con prólogo mío. Pero el 9 de agosto de ese útimo
año, la pareja es hallada muerta en su domicilio. Halliwell, celoso y
deprimido por su nulidad y el exceso de pastillas que tomaba, mata a
martillazos a Orton y luego él se suicida con una sobredosis de
Nembutal. Con todo enterraron juntas sus cenizas, como estaba previsto.
Orton quería más vida y más diversión libre y Kenneth no lo permitió.
En 1978, John Larh publicó una biografía meticulosa de Orton,
titulada con una frase suya “Prick up your ears” (Ábrete de orejas). En
1986 el mismo Larh publicó esos últimos y escandalosos “Diarios” de
Orton (que sin duda encelaron al pobre Halliwell y lo llenaron de ira,
al comprobar que pintaba poco) y en 1987 el director Stephen Frears, con
guión del mismo Larh, hizo una notable película sobre la vida
desaforada y extrema de Joe Orton. Un chico terrible, muy notable
escritor (dramaturgo, sobre todo) y alguien que luchó por derrocar del
todo el rancio puritanismo victoriano –en 1967, el Parlamento aprobó la
ley que despenalizaba la homosexualidad- y no le importó mostrar que la
creatividad inglesa, como en el mundo elisabetiano, no era sólo cosa de
ricos refinados, lores o ladies. Ronald Firbank por un lado, Joe Orton
en el opuesto. Ya conocemos bastante mejor Inglaterra.
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