Tal día como hoy en 1900 falleció en París, a los 46 años y en la indigencia, el genial escritor dublinés Oscar Wilde. En honor a su memoria recordamos este poema suyo publicado de manera póstuma en la Antología de 1908. La traducción es de la española Elvira Sastre.
Desesperación
Las estaciones dejan todo en ruinas al marcharse,
pues en la primavera el narciso enseña su cabeza
y no se marchita hasta que la rosa arde en llamas;
en otoño las violetas púrpuras brotan
y los azafranes frágiles se mezclan con la nieve del invierno.
De esta manera, aquellos árboles desnudos florecerán de nuevo
y esta tierra gris crecerá verde con el rocío del verano
y brotarán sobre ella primaveras que algún muchacho segará.
¿Pero qué vida, cuya voracidad hambrienta
nos pisa los talones y oscurece las noches,
resguardará los días que nunca más volverán?
Ambición, amor y todos los sentimientos que queman
mueren demasiado pronto, y sólo encuentran consuelo
en los restos marchitos de algún recuerdo muerto.
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