JACQUES OFFENBACH (Cologne, Prusse, 20-6-1819 / Paris, 5-10-1880): IN MEMORIAM
Hoy es aniversario natal del compositor y violonchelista alemán nacionalizado francés Jacques Offenbach. Se le recuerda por las casi cien operetas que musicó, la más popular "Orfeo en los infiernos", y por su ópera incompleta "Los cuentos de Hoffman". Maestro del género 'bufo', pletórico de alegría, humor e ingenio, que caricaturizaba las debilidades del Segundo Imperio, su estilo influiría a toda Europa y en particular a las operetas vienesas (Fran Von Suppé, Johan Strauss II, Franz Léhar) e inglesas (Gilbert & Sullivan). Claro predecesor de la comedia musical, la opereta francesa tiene en su figura a su representante más universal. Napoleón III le concedió personalmente la ciudadanía francesa y la Legión de Honor.
Nacido Jakob Eberst en una familia judia en la que el padre, cantor de sinagoga y músico ambulante, le enseñó a tocar el violín a los seis años, a los catorce fue enviado a París para estudiar violonchelo en el Conservatorio de esa ciudad. Al año dejó los estudios académicos y entre 1835 y 1855 se ganó la vida principalmente como violonchelista en la Opéra-Comique y en los salones parisinos de moda. Su encuentro con el compositor y director orquestal Fromental Halévy resultaría fundamental, pues este le dió lecciones de composición y orquestación. En los años 40 del siglo XIX logró amplia popularidad y ofreció conciertos por diversas ciudades europeas, incluyendo Londres, donde llegó a tocar para la realeza en 1844. Ese año se convirtió al catolicismo para casarse con Hérminie d'Alcain, hija de un general, y ocho años más joven. El matrimonio produjo un solo hijo y duraría toda la vida, pese a algunos devaneos extramatrimoniales por parte de Offenbach.
Su gran ambición era componer para el teatro musical y en adelante priorizó la composición a su actividad como violonchelista. Sin embargo su deseo fue obstaculizado por la revolución de 1848, que derrocó al rey Louis Philippe y provocó un grave derramamiento de sangre en las calles de París. Al año siguiente volvió a trabajar como violonchelista y director ocasional en la Opéra-Comique y ya en la década de 1850, restablecida la monarquía con el emperador Napoleón III, empezó a componer canciones y música incidental para dramas clásicos y modernos de la Comédie-Française. Sin embargo en la Opéra-Comique no aceptaron sus composiciones, a pesar de que entre 1853 y 1855 Offenbach logró estrenar con éxito tres operetas suyas de un acto, Le trésor à Mathurin, Pépito y Luc et Lucette. Su acercamiento al compositor, cantante y empresario Florimond Ronger 'Hervé', el creador de la opereta francesa, fue decisivo. Este le estrenó en su teatro, a mediados de 1955, su opereta Oyayaye ou La reine des îles, que fue bien acogida. Era el año de Exposición Universal en París, y la capital francesa rebosaba de visitantes de Francia y del extranjero. Offenbach se apresuró en alquilar el Théâtre des Bouffes Parisiens, pequeño salón en los Campos Elíseos cerrado por muchos años. A un ritmo frenético, en el plazo de veinte días, reunió a todo el personal necesario para su apertura, en la que estrenó Les deux aveugles, opereta en un acto que adquiriría gran popularidad. Poco después estrenó Le violoneux, que consagró a la soprano Hortense Schneider. Pero a la sazón los Campos Elíseos era una avenida todavía sin asfaltar y Offenbach se asoció con el propietario de la Sala Choiseul para representar allí en invierno. Ya con Offenbach convertido en empresario y en un director con mayor ambición artística, en el nuevo local estrenó dieciséis operetas de un acto en los tres años siguientes, la primera de ellas Ba-ta-clan, y otras como La rose de Saint-Flour (1956), Une demoiselle en loterie (1957) o La chatte métamorphosée en femme (1958).
Mención aparte corresponde a Orphée aux enfers (1958), imaginativa opereta en dos actos que marcó un antes y un después en su carrera. Su música dejaba de ser meramente acompañamiento de la letra, pues tenía personalidad propia. Exitosa aunque discutida en su día, por ser considerada demasiado audaz, se ha convertido en su opereta más popular (en 1974, sería revisada y ampliada a cuatro actos). A ella pertenece el celebérrimo galop infernal, que a finales del siglo XIX sería adoptada por el Moulin Rouge y el Folies Bergère como habitual música para su can-can. Otras operetas largas exitosas (la mayoría con libretos de Ludovic Halévy) serían Geneviève de Brabant (1859), Le pont des soupirs (1961), La belle Hélène (1864), Les bergers (1865), Barbe-bleue (1866), La vie parisienne (1866), La Grande-duchesse de Gérolstein (1867), Robinson Crusoé (1867), La Périchole (1868), Les brigands (1869), Le roi Carotte (1872), Whittington (1974), Le voyage dans la Lune (1875), Madame Favart (1878), La fille du tambour-major (1879), o Belle Lurette (1880), estrenada postumamente con orquestación completada por Léo Delibes.
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Excelente reseña y merecido homenaje. Detallada y rigurosa en el recuento de su obra.
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