EL JAMES BOND QUE NUNCA DISPARÓ UN ARMA
Hoy se cumplen ocho años del fallecimiento del popular actor inglés Roger Moore. Muy alto, de ojos azules, sonrisa seductora y suave voz grave, su carismática presencia física fue determinante para su carrera en cine y televisión. Se le recuerda fundamentalmente por interpretar a James Bond en siete películas entre 1973 y 1985 y a Simon Templar en la serie televisiva El Santo en los años 60.
Al personaje de Bond aportó un sentido del humor autoirónico y una flema británica que redujo la dureza y sangre fría que le había dado Sean Connery. También lo dotó de un aire más afable, ligero, elegante y aristocrático, así como mordaz y socarrón. Algunos de estos elementos ya estaban en origen en la serie El Santo, pero Moore los fue desarrollando con fortuna para el agente 007, ya convertido en un fenómeno de la cultura de masas. Aunque la personificación de Bond por parte de Moore sería muy diferente de la versión creada por Fleming, el productor Albert Broccoli insistió en incorporarle a la exitosa franquicia sustituyendo a un Sean Connery que había llegado a hartarse del personaje. De todos los actores que han interpretado a James Bond, el que empezó (a los 45 años) y acabó (a los 57 años) con mayor edad fue Roger Moore. Resulta curioso, si no paradójico, que Moore, un hombre que sentía fobia a las armas de fuego desde los catorce años, cuando su hermano le disparó en una pierna con una escopeta de aire comprimido, que además detestaba correr, era hipocondríaco, sufría de vértigo y piedras en el riñón y con una prótesis capilar trasera, además de haber sido objeto de agresiones físicas por parte de sus dos primeras esposas, fuese considerado idóneo para resultar convincente como Bond. Sin embargo, esto lo logró Moore con gran éxito convirtiéndolo en un personaje ingenioso y divertido, entre caballero y bufón, aunque en todas las escenas de acción tuvo que ser doblado por un especialista. Pero el encasillamiento en el mismo rol, contrariamente a Connery, le impidió sobresalir en otras películas: el público sólo lo aceptaba como Bond. El mismo Moore, siempre dispuesto a la autoparodia, bromeaba con su técnica actoral, consistente en alternar el arqueo de la ceja derecha, la ceja izquierda o ambas a la vez, eso sí en el momento justo.
Hijo único de un agente de policía y una ama de casa, Roger George Moore fue un niño enfermizo: cuando tenía cinco años sufrió una doble neumonía que casi le cuesta la vida. También tuvo varicela, paperas, sarampión, ictericia o infección en el prepucio a los ocho años que condujo a su circuncisión; también se le extirparon el apéndice, las amígdalas y adenoides.
En 1943 abandonó sus estudios y dado que era alto y bien parecido, decidió sacar partido a su aspecto físico aventajado. Pasó por una agencia de publicidad y comenzó su carrera artistíca trabajando como extra sin acreditar en varias películas entre 1945 y 1951. Brian Desmond Hurst, director de algunas escenas de la primera película en que apareció, era gay y animó al apuesto Roger a que recibiese clases en la Real Academia de Arte Dramático, haciéndose cargo él de los gastos. Allí Moore consiguió una graduación a los 18 años, pero poco después del fin de la II Guerra Mundial fue reclutado para el servicio militar. Fue enviado a Alemania como alférez y se licenció con el grado de capitán. A su regreso trabajó en la televisión y como modelo publicitario. También fue camionero durante un breve tiempo.
En 1953 viaja a los Estados Unidos y comienza trabajando en la televisión hasta que M.G.M. le ofrece un contrato por siete años. Su debut en Hollywood se produce con un pequeño papel en La última vez que vi París (1954) de Richard Brooks, drama protagonizado por Elizabeth Taylor, Van Johnson, Walter Pidgeon y Donna Reed. Después interviene en Melodía interrumpida (1955) de Curtis Bernhardt, drama donde figura tercero en el reparto tras Glenn Ford y Eleanor Parker, El ladrón del rey (1956) de Robert Z. Leonard, film de aventuras en el siglo XVII con Ann Blyth, Edmund Purdom, David Niven y George Sanders, y Astucias de mujer (1956) de David Miller, drama histórico ambientado en el siglo XVI sobre Diane de Poitiers, amante del rey Henri II de Francia, con Lana Turner y Pedro Armendáriz. Este último film resultó un gran fracaso y el estudio canceló el contrato de Moore, lo que le hizo volver a la televisión. En este medio obtuvo su primer éxito personal con la serie de aventuras medievales Ivanhoe (1958-1959), basada en la novela de Walter Scott. Entre 1959 y 1961 trabaja contratado por Warner Bros tanto en series televisivas como en el cine. Sus siguientes películas son Promesa rota (1959) de Irving Rapper, drama decimonónico con Carroll Baker, Walter Slezak, Vittorio Gassman y Katina Paxinou, Misión en la jungla (1961) de Gordon Douglas, film de aventuras durante la Segunda Guerra Mundial con Angie Dickinson y Peter Finch y Oro de los Siete Santos (1961) de Gordon Douglas, western con Clint Walker. En Italia filma El rapto de las sabinas (1962) de Richard Pottier, comedia de aventuras en la antigua Roma con Mylène Demongeot, Rosanna Schiaffino y Jean Marais, y Un grupo de cobardes (1962) de Fabrizio Taglioni, drama bélico con Pascale Petit.
Pero el papel que le dio amplia popularidad internacional fue el de Simon Templar, un sofisticado aventurero en la serie televisiva británica El Santo (1962-1969). En la misma moldeó su característico estilo a base de suave humor, ironía, elegancia, distinción, ingenio autocrítico y alzamiento de cejas. Las seis temporadas de la serie le mantuvieron apartado del cine, al que vuelve con el mismo personaje en Secretaria para un ladrón (1968) de Roy Ward Baker, donde tuvo como oponente a Sylvia Syms, y asímismo en La venganza del Santo (1969) de Jim O'Connolly, junto a Ian Hendry. Después protagoniza Complot (1969) de Alvin Rakoff, neo-noir con Martha Hyer, y Tinieblas (1970) de Basil Dearden, thriller psicológico con Olga Georges-Picot y Hildegarde Neil que Moore consideró su film favorito de cuantos rodó. Vuelve a la televisión con la serie Los persuasores (1971-1972), formulada como comedia de acción y con Tony Curtis como coprotagonista.
En su siguiente película, Vive y deja morir (1973) de Guy Hamilton, encarnaría por primera vez a James Bond, el personaje por el que pasaría a la historia del cine. Le secundaron Yaphet Kotto y Jane Seymour. El enorme éxito del film decidiría su futuro. A continuación rodó Oro (1974) de Peter Hunt, thriller de aventuras con Susannah York, El hombre de la pistola de oro (1974) de Guy Hamilton, donde vuele a interpretar al agente 007, esta vez junto a Christopher Lee y Britt Ekland, Un toque de suerte (1975) de Christopher Miles, comedia con Susannah York, Shelley Winters, Lee J. Cobb y Sydne Rome, Los ejecutores (1976) de Maurizio Lucidi, policiaco italiano con Stacy Keach, Gritar al diablo (1976) de Peter Hunt, film de aventuras coloniales con Lee Marvin, La espía que me amó (1977) de Lewis Gilbert, su tercera encarnación de Bond, en este caso junto a Barbara Bach y Curt Jürgens, Patos salvajes (1978) de Andrew V. McLaglen, film de aventuras en Africa, junto a Richard Burton, Richard Harris, Hardy Kruger y Stewart Granger, Evasión en Atenea (1979) de George Pan Cosmatos, comedia bélica con Telly Savalas, David Niven, Stefanie Powers, Claudia Cardinale, Richard Roundtree, Sonny Bono y Elliott Gould, film que como el anterior no tuvo éxito, y Moonraker (1979) de Lewis Gilbert, de nuevo como Bond, con Lois Chiles, Richard Kiel y Michael Lonsdale, que se convirtió en su film más taquillero.
Su filmografía prosigue con Rescate en el mar del Norte (1980) de Andrew V. McLaglen, thriller de aventuras con James Mason y Anthony Perkins, Lobos marinos (1980) de Andrew V. McLaglen, film bélico con Gregory Peck, David Niven y Trevor Howard, Los seductores (1980) de Bryan Forbes, Edouard Molinaro, Dino Risi y Gene Wilder, comedia de cuatro episodios, interviniendo Moore en el primero, Los locos del Cannonball (1981) de Hal Needham, comercial comedia de acción con Burt Reynolds, Farrah Fawcett y Dom DeLuise, Sólo para sus ojos (1981) de John Glen, su quinto Bond, con Carole Bouquet y Topol, Octopussy (1983) de John Glen, de nuevo como 007, con Maud Adams y Louis Jourdan, A cara descubierta (1984) de Bryan Forbes, thriller con Rod Steiger y Elliott Gould y Panorama para matar (1985) de John Glen, su séptima y última contribución a la franquicia Bond, con Christopher Walken, Tanya Roberts, Grace Jones y Patrick Macnee. Cuando el film se rodó Moore tenía ya 57 años y se consideraba demasiado viejo para el papel.
En los cinco años siguientes no actuó en ninguna película, volviendo a los platós con Fuego, nieve y dinamita (1990) de Willy Bogner, comedia deportiva alemana con Shari Belafonte y Simon Shepherd, Atraco a falda armada (1990) de Michael Winner, comedia con Sally Kirkland y Michael Caine, Desayuno, cama y... (1992) de Robert Ellis Miller, comedia con Talia Shire, Colleen Dewhurst y Nina Siemaszko, El inmortal (1994) de Bill Condon, film de intriga con Malcolm McDowell y Nancy Allen, En busca de la ciudad perdida (1996), film de acción y artes marciales dirigido y protagonizado por Jean-Claude Van Damme, Spice World (1997) de Bob Spiers, muy taquillero musical con el grupo británico femenino Spice Girls donde actuó en un rol secundario, El enemigo (2001) de Tom Kinninmont, thriller producido en Luxemburgo, con Luke Perry, Olivia d'Abo y Tom Conti, o Boat Trip: Este barco es un peligro (2002) de Mort Nathan, fallida comedia protagonizada por Cuba Gooding Jr., donde interpretó a un excéntrico anciano homosexual. De ahí hasta el fin de su vida se limitó a poner su voz en algunas películas y efectuar pequeños trabajos televisivos. Ya próximo a su fin se interpretó a sí mismo en Incompatibles (2013) de Paolo Cedolin Petrini y El último acto (2016) de Janos Edelenyi.
En esos años tuvo problemas de salud, entre ellos un cáncer prostático diagnosticado en 1993 que precisó cirugía, inserción de un marcapasos en 2003, una neumonía en 2013 y diabetes en sus últimos años. En 2012 reveló haber sufrido cáncer de piel en varias ocasiones.
En 1991, sucediendo a su amiga Audrey Hepburn, se convirtió en Embajador de Buena Voluntad de UNICEF, recorriendo el mundo para defender los derechos de los niños y recolectar fondos para paliar el hambre infantil en Africa. También se implicó en causas de defensa de los animales. Asímismo se introdujo en círculos sociales de la realeza danesa y sueca y tuvo amistad con Albert II de Monaco.
Mención aparte corresponde a su agitada vida sentimental. En 1946, a los diecinueve años, se casó con Lucy Woodard (actriz y patinadora sobre hielo con el nombre de Doorn Van Steyn), seis años mayor que él. El divorcio llegó en 1953 y Moore alegó que había sufrido abuso doméstico (le llenaba el cuerpo de arañazos). Ese mismo año se casó con Dorothy Squires, una cantante galesa doce años mayor que él y el matrimonio resultó aún más tempestuoso. Ella sufrió varios abortos espontáneos y no pudieron tener hijos. Squires era muy celosa y cuando se enteró que Moore tenía una relación con Luisa Mattioli, actriz italiana a la que había él habia conocido en el rodaje de El rapto de las sabinas, le golpeó con una guitarra en la cabeza. También se dedicó a interceptar las apasionadas cartas de la Mattioli, le agredió en varias ocasiones y se negó a concederle el divorcio hasta 1968, aunque su marido llevaba viviendo con su amante casi siete años. Luisa Mattioli se convirtió en su tercera esposa en 1969. Moore ya había tenido dos hijos con ella: los futuros actores Deborah Moore (1963) y Geoffrey Moore (1966). Un tercer hijo, Christian, nació en 1973. Este matrimonio fue el más duradero de Moore, más de 30 años, pero también acabó mal. En 1993, cuando fue diagnosticado de cáncer, se planteó revaluar su vida y dejó a Mattioli por una antigua amiga danesa de la alta sociedad, Kristina Tholstrup. El divorcio de Mattioli también fue problemático, no llegaría hasta el año 2000 y le costó a Moore 10 millones de libras. Tholstrup, que ya tenía dos hijos de un matrimonio anterior, se convirtió en su esposa en 2002 y según Moore fue un matrimonio tranquilo y sin discusiones. Ella le cuidó hasta su muerte por cáncer de pulmón y de hígado a los 89 años.
Aun siendo un conservador caballero británico, Roger Moore fue un exiliado fiscal y en 1978 se traslado a vivir en Suiza, donde poseía un chalet. Cada año se le permitía pasar 90 días en su país natal. También adquirió un apartamento en Montecarlo y una casa en el sur de Francia, altermando su residencia en estos lugares. Su patrimonio tras su muerte se evaluó en 90 millones de libras.
Entre los reconocimientos que recibió en vida figuran los de Comandante de la Orden del Imperio Británico en 1999, Caballero Comandante de la Orden del Imperio Británico con el título de Sir en 2003, y Comendador de la Orden Nacional de las Artes y las Letras de Francia en 2008.
Buenísima semblanza que nos presenta la realidad de Moore muy bien detallada y amena, al estilo de su James Bond.
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