JIMMY
83 aniversario natal hoy de James Dean, mítico actor estadounidense, cuya prematura muerte a los 24 años al estrellarse con su Porsche cuando iba a competir en una carrera de coches en Salinas, cerca de San Francisco, cimentó sus estatus de leyenda. Las dos últimas películas de Dean se estrenaron con él ya fallecido. Fue el primer actor en recibir una nominación póstuma al Oscar como mejor actor y aún se mantiene como el único actor que ha tenido dos nominaciones póstumas. También le concedieron un Globo de Oro especial en 1957 por su último film.
Un recuerdo a su figura extraído de la página Biografías y Vidas:
Tras cursar estudios de arte dramático en Nueva York, inició su carrera
trabajando en pequeños teatros de Broadway. Su interpretación en El inmoralista (1954) pieza teatral de André Gide, le valió la oportunidad de firmar un contrato en Hollywood, donde, al año siguiente, rodó Al este del Edén (1955), basada en la novela homónima de John Steinbeck y dirigida por Elia Kazan, en la que interpretó al hijo repudiado y solitario de Raymond Massey. A continuación se puso a las órdenes de Nicholas Ray para protagonizar, junto a Natalie Wood y Sal Mineo, Rebelde sin causa (1955),
en la cual Dean daba vida a un adolescente incomprendido y en
desacuerdo con la realidad que le rodeaba. Poco después actuó en Gigante
(1956), coprotagonizada por Elizabeth Taylor y Rock Hudson, dirigida por George Stevens a partir de la novela de Edna Ferber y en
la que Dean, en esta ocasión un peón de rudos modales, consolidó su
imagen de joven inconformista. Dicha imagen, así como su férrea
oposición a la guerra de Corea y su trágica muerte en un accidente
automovilístico meses antes del estreno de la película, lo convirtieron
en símbolo para toda una generación marcada por sus ansias de libertad y
en perenne conflicto con sus mayores.
De los tres largometrajes que protagonizó, Rebelde sin causa, fue el más decisivo a la hora de forjar su leyenda: En su película más conocida, Ray muestra a personajes jóvenes, desesperados y muchas veces fuera de la ley, que
emprenden alocadas huidas hacia delante debido, en buena medida, a los
problemas de identidad y personalidad que sufren. En cualquier caso, el
filme convirtió a James Dean, enfundado en aquella cazadora reversible
negra y roja que tanto imitarían los jóvenes a la hora de vestirse, en
el icono juvenil de los años 50.
Al conocerse la noticia de su fallecimiento, los
adolescentes estadounidenses enloquecieron. Se había cumplido lo de
"vive rápido, muere joven y deja un hermoso cadáver"; sin embargo, los
mitos nunca mueren, y James Dean permanece en la memoria de todos como
el ideal romántico del joven rebelde que toda una generación asumió como
ídolo y punto de referencia.
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