LA ACTRIZ A LA QUE KATHARINE HEPBURN 'ROBÓ' EL OSCAR
La actriz inglesa Edith Evans nació tal día como hoy en 1888. Con una larga y prestigiosa carrera teatral a sus espaldas, por la que en 1946 había sido recompensada por el Rey George VI con el título de Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico y en años sucesivos con grados honoríficos de la universidades de Londres, Cambridge y Oxford, apareció en edad ya provecta en alrededor de una veintena de películas en las que siempre se hizo notar su presencia, por lo común interpretando a viejas damas excéntricas. En el plazo de cuatro años obtuvo tres nominaciones al Oscar: dos como mejor actriz de reparto por Tom Jones (1963) y Mujer sin pasado (1964) y una tercera como mejor actriz protagonista por Los susurradores (1967), premio que en esta ocasión las convenciones de Hollywood le escamotearon.
Edith Mary Evans era hija de un funcionario postal y su esposa. Tuvo un hemano que murió a los cuatro años, lo que dejó desolados a sus padres, y ella tomó la decisión de que no tendría hijos. A los quince años se hizo aprendiz de sombrerera y soñaba con ser actriz. A tal efecto recibió lecciones de arte dramático y se introdujo en un grupo teatral amateur especializado en obras de Shakespeare, con el que en 1910 debutó sobre la escena en el papel de Viola en "Noche de Reyes". Dos años después, interpretando a Beatrice en "Mucho ruido y pocas nueces", fue descubierta por un productor que en 1912 la hizo debutar profesionalmente en Cambridge con "Sakuntalá", clásico hindú del siglo VI. A lo largo de más de seis décadas desarrolló una prolífica carrera teatral, que incluyó interpretaciones de obras de autores clásicos y contemporáneos, entre ellas, en una primera etapa: "Troilo y Crésida" de Shakespeare (1912), "Hamlet" de Shakespeare (1914), "Las alegres comadres de Windsor" de Shakespeare (1918 y 1923), "El mercader de Venecia" de Shakespeare (1918 y 1919), "Manfred" de Lord Byron (1918), "La casa de las penas" de Bernard Shaw (1921), "Todo por amor" de John Dryden (1922), "Volviendo a Matusalén" de Bernard Shaw (1923 y 1924), "El camino del mundo" de William Congreve (1924), "La máquina de sumar" de Elmer Rice (1924), "Llegando a casarse" de Bernard Shaw (1924) o "El sueño de una noche de verano" de Shakespeare (1924).
A esas alturas ya se la consideraba una de las más consumadas actrices británicas. En la temporada 1925-1926 se unió a la prestigiosa compañía Old Vic, donde interpretó un puñado de obras, sobre todo de Shakespeare: "El mercader de Venecia", "Ricardo III", "La doma de la bravía", "Medida por medida", "Antonio y Cleopatra", "Las alegres comadres de Windsor", "Julio César", "Como gustéis", "Romeo y Julieta" o "Mucho ruido y pocas nueces". En adelante continuó su trayectoria con obras como: "El legado de los Rosmer" de Ibsen (1926), "El camino del mundo" de William Congreve (1927), "Volviendo a Matusalén" de Bernard Shaw (1928), "La musa trágica" de Henry James (1928), "El carro de las manzanas" de Bernard Shaw (1928), "La casa de las penas" de Bernard Shaw (1929), "El solterón" de William Congreve (1931), "Otelo" de Shakespeare, "Noche de Reyes" de Shakespeare (1932), "Una vez en la vida" de Moss Hart y George S. Kaufman (1933), "El difunto Christopher Bean" de Emlyn Williams (1933), o "Romeo y Julieta" de Shakespeare (1934 y 1935). Mientras estaba en Nueva York representando en Brodway esta última, recibió la noticia de que su marido, el ingeniero George Booth con quien se había casado en 1925, había muerto repentinamente en Londres. Volvió devastada a su país y ya nunca volvió a casarse. Sus colegas de profesión la animaron a continuar concentrándose en su trabajo: "La gaviota" de Chejov (1936), "La aldeana" de William Wycherley (1936),
"Como gustéis" de Shakespeare (1936 y 1937), "La doma de la bravía" de
Shakespeare (1937), "La importancia de llamarse Ernesto" de Oscar Wilde
(1939 y 1942), "La millonaria" de Bernard Shaw (1940), "Vieja amistad" de John Van Druten (1941), "La casa de las penas" de Bernard Shaw (1942), "El difunto Christopher Bean" de Emlyn Williams (1944), "Antonio y Cleopatra" de Shakespeare (1946), "El camino del mundo" de William Congreve (1948), "El jardín de los cerezos" de Chejov (1948), "Daphne Laureola" de James Bridie (1949 y 1950), "El jardín de yeso" de Enid Bagnold (1956), "Enrique VIII" de Shakespeare (1958), "Bien está lo que bien acaba" de Shakespeare (1959), "Coriolano" de Shakespeare (1959), "Ricardo III" de Shakespeare (1961), "Romeo y Julieta" de Shakespeare (1961) o "La fiebre del heno" de Noël Coward (1964), entre otras obras, hasta su despedida de las tablas en 1974.
Aunque en los años del cine silente intervino en tres películas entre 1915 y 1916, la incorporación de Edith Evans al cinematógrafo se produjo ya sexagenaria con La dama blanca (Reina de espadas) (1949) de Thorold Dickinson, drama sobrenatural decimonónico que protagonizó junto a Anton Walbrook. En adelante interpretó roles de carácter en títulos como La importancia de llamarse Ernesto (1952) de Anthony Asquith, adaptación de la comedia de Oscar Wilde, con Michael Denison, Joan Greenwood, Miles Malleson, Michael Redgrave, Margaret Rutherford y Dorothy Tuttin, Mirando hacia atrás con ira (1959) de Tony Richardson, drama que llevaba a la pantalla la obra de John Osborne, con Richard Burton, Claire Bloom y Mary Ure, Historia de una monja (1959) de Fred Zinnemann, drama religioso en Africa con Audrey Hepburn y Peter Finch, Tom Jones (1963) de Tony Richardson, comedia de aventuras en el siglo XVIII basada en la novela de Henry Fielding, con Albert Finney, Susannah York, Hugh Griffith, Joan Greenwood y Diane Cilento, film por el que fue nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto, Mujer sin pasado (1964) de Ronald Neame, drama adaptador de la obra "El jardín de yeso" de Enid Bagnold, ya interpretada por Evans en teatro, con Deborah Kerr, Hayley Mills y John Mills, que supuso su segunda nominación consecutiva al Oscar a la mejor actriz de reparto, y El soñador rebelde (1965) de Jack Cardiff, drama con Rod Taylor, Julie Christie, Michael Redgrave, Flora Robson y Maggie Smith.
Por Los susurradores (1967) de Bryan Forbes, sobrecogedor y lúgubre drama realista en blanco y negro, sobre una patética anciana pobre, solitaria, senil y desvalida que, abandonada por su marido y su hijo, malvive de la asistencia social y cuya única compañía son las voces que cree escuchar. Por este papel recibió unánime aclamación crítica, ganó el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Berlín y se configuró como gran favorita para ganar el Oscar tras lograr los principales premios de interpretación femenina: Globo de Oro, BAFTA, National Board of Review y New York Film Critics Circle. Las otras nominadas a los premios de la Academia de aquel año eran Ann Bancroft ("El graduado"), Faye Dunaway ("Bonnie & Clyde"), Audrey Hepburn ("Sola en la oscuridad") y Katharine Hepburn ("Adivina quien viene esta noche"). Pero la reciente muerte de Spencer Tracy condujo a una ola de sentimentalismo entre los académicos que favoreció a su amante Katharine Hepburn, quien finalmente se hizo con el Oscar, lo que se considera uno de los mayores desmanes en la historia de los premios de la Academia de Hollywood.
Su filmografía subsiguiente incluye: Cuidado con el mayordomo (1967) de Delbert Mann, comedia con Dick Van Dyke, Barbara Feldon y John McGiver, Prudencia, Prudencia (1968) de Fielder Cook, comedia con Deborah Kerr y David Niven, Dos ladrones en apuros (1969) de Jim O'Connolly, comedia criminal con Telly Savalas y Warren Oates, La loca de Chaillot (1969) de Bryan Forbes, comedia satírica basada en una obra de Jean Giraudoux, con Katharine Hepburn, Yul Brynner, Donald Pleasence, Danny Kaye, Charles Boyer, Claude Dauphin, John Gavin, Paul Henreid, Oskar Homolka, Margaret Leighton, Giulietta Masina, Nanette Newman y Richard Chamberlain, David Copperfield (1969) de Delbert Mann, adaptación de Dickens rodada para televisión, pero también exhibida en salas de cine, con Richard Attenborough, Cyril Cusack, Pamela Franklin, Susan Hampshire, Wendy Hiller, Ron Moody, Laurence Olivier, Robin Phillips, Michael Redgrave, Ralph Richardson y Emlyn Williams, Muchas gracias, Mr. Scrooge (1970) de Ronald Neame, adaptación musical de "Cuento de Navidad" de Charles Dickens, con Albert Finney, Kenneth More y Alec Guinness, Casa de muñecas (1973) de Patrick Garland, adaptación del drama homónimo de Ibsen, con Claire Bloom, El caballo torero (1973) de Alfredo Zacarías, comedia de producción mexicana con Gaspar Henaine, Felipe Zambrano, Carlos Agosti y Freddy Fernández, Locura (1974) de Freddie Francis, film de terror con Jack Palance, La zapatilla y la rosa: La historia de Cenicienta (1976) de Bryan Forbes, adaptación musical del cuento de Perrault, con Richard Chamberlain y Gemma Craven, y Malas costumbres (1977) de Michael Lindsay-Hogg, comedia satírica de monjas intrigantes en una abadía de Philadelphia, con Glenda Jackson, Melina Mercouri, Geraldine Page, Sandy Dennis, Anne Jackson, Anne Meara y Susan Penhaligon, film estrenado después de la muerte de Evans.
Edith Evans falleció en su casa a la edad de 88 años.