sábado, 28 de diciembre de 2019

Renato Castellani (Varigotti, Savona, Italia, 4-9-1913 / Roma, Italia, 28-12-1985): In memoriam

UN REALIZADOR EXQUISITO

En el aniversario de su fallecimiento evocamos la figura del cineasta italiano Renato Castellani. Estudió Arquitectura, profesión que no ejerció, y después de la II Guerra Mundial se sumó al movimiento neorrealista, con la particularidad de que en sus películas de esta corriente, rodadas en exteriores y con actores no profesionales, introdujo elementos de comedia y varios de sus títulos resultaron más taquilleros que los de los grandes maestros Rossellini o De Sica (algunos críticos los calificaron de neorrealismo rosa). Varias de sus películas lograron importantes premios en los festivales de Cannes y Venecia. En todas sus obras fue guionista o coguionista, escribiendo también guiones para películas de otros directores. Culto, sutil y exquisito, en la última etapa de su carrera abandonó el cine y se empleó a fondo en dirigir esmeradas miniseries históricas destinadas a un público internacional, así La vida de Leonardo Da Vinci y La vida de Verdi.
Renato Castellani nació en una pequeña población de Liguria porque su madre viajó desde Argentina para que dar a luz a su hijo allí. Su padre era representante de la Kodak. Renato creció en Rosario (Argentina) hasta que, cuando contaba doce años, su familia se estableció en Italia. Tras estudiar en Génova, se laureó en arquitectura en Milán y después en Roma. En 1934 escribió para la radio, pero el cine constituía su interés prioritario, iniciándose en el mismo en 1936 como ayudante de dirección. También fue escenógrafo y guionista, además de ejercer como crítico en publicaciones. 
Su primera película como director fue Un tiro en reserva (1942), drama histórico basado en un relato de Alexander Pushkin, con Assia Noris, Fosco Giachetti y Antonio Centa, al que siguieron Zazà (1944), adaptación de la obra homónima de Pierre Berton y Charles Simon, con Isa Miranda y Antonio Centa, y La mujer de la montaña (1944), drama sentimental con Marina Berti, Amedeo Nazzari y Maurizio D'Ancora. En estas películas ya se advierte su elegancia y un especial cuidado en la ambientación, el vestuario y el detalle.
Con Mi hijo profesor (1946), comedia dramática con Aldo Fabrizi y Giorgio De Lullo, se adscribió al nuevo movimiento del Neorrealismo, corriente seguida en Bajo el sol de Roma (1948), film con actores no profesionales que comienza siendo comedia y acaba convirtiéndose en drama, destacando por su acertado sentido del movimiento y del ritmo, que hoy es considerado uno de los títulos neorrealistas más significativos. Este es el primero de la llamada trilogía de la gente pobre, continuada con Es primavera (1950), comedia dramática con Mario Angelotti y Elena Varzi, y Dos centavos de esperanza (1952), comedia dramática con Maria Fiore y Vincenzo Musolino ganadora de la Palma de Oro en el  Festival de Cannes y que obtuvo un importante éxito internacional.
Su film Romeo y Julieta (1954), adaptación de la tragedia de Shakespeare rodada en inglés con Laurence Harvey y Susan Shentall, logró el León de Oro en el Festival de Venecia. Después dirigió Si tú estuvieras (1957), comedia dramática con Lea Massari y Enrico Pagani, Infierno en la ciudad (1959), drama carcelario con Anna Magnani y Giulietta Masina en auténtico tour de force como dos reclusas en la prisión femenina romana de las Mantellate, Venganza siciliana (1961), drama con Adelmo Di Fraia y Francesco Seminario ganador del premio FIPRESCI en Venecia y uno de sus títulos más prestigiosos, y Pensión a la italiana (1963), comedia con Gina Lollobrigida, Jean-Paul Belmondo y Tomas Milian. Luego de rodar sendos episodios en dos films colectivos, Amor en alta tensión (1964) y Tres noches de amor (1964), realizó La guapa y su fantasma (1967), comedia con Sophia Loren y Vittorio Gassman, y Un verano contigo (1969), drama con Christopher Jones y Pia Degermark que resultó ser su última película para la gran pantalla.
Sus trabajos posteriores fueron para la televisión, en foma de miniseries de temática histórica. La más destacada de ellas, La vida de Leonardo Da Vinci (1971), coproducción de la RAI y TVE en cinco capítulos basada en la biografía escrita por Giorgio Vasari, con un magnífico Philippe Leroy encarnando al genio renacentista. Excelente ejemplo de narración didáctica, al rigor de la documentación, al primor de la recreación histórica y a la invención de la cuidadosa puesta en escena, se suma una perspectiva muy moderna y audaz: la recurrente aparición de un narrador (Giulio Bosetti), que no sólo introduce y comenta los episodios, sino que señala cuáles están documentados y cuáles son especulativos, e incluso se inmiscuye físicamente en la misma recreación histórica que explica, generando una productiva fricción entre pasado y presente, entre documento y ficción, entre hechos e interpretaciones, y llegando a erigirse, más que como comentarista, como testigo desde el futuro. La miniserie constituye un ensayo único y extraordinario que instruye y fascina al mismo tiempo con sus imágenes. Le siguieron El robo de la Gioconda (1978), miniserie en tres capítulos basada en hechos verídicos acaecidos en el museo del Louvre en 1911, y La vida de Verdi (1982), ambiciosa miniserie en nueve capítulos coproducida por la RAI con varias cadenas de televisión europeas, con el actor británico Ronald Pickup interpetando al célebre compositor italiano de óperas, en la que sonaban arias cantadas por Maria Callas, Mario Del Monaco o Luciano Pavarotti.
Renato Castellani falleció a los 72 años debido a una cirrosis hepática producida por una hepatitis viral. 


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