miércoles, 18 de agosto de 2021

Ladislao Vajda (Budapest, Hungría, 18-8-1906 / Barcelona, España, 25-3-1965): In memoriam

EL CINEASTA ERRANTE

Hoy es aniversario natal del cineasta húngaro (nacionalizado español) Ladislao Vajda. Hasta que en 1942 se asentó en España, llevó una vida nómada marcada por su origen judío. Dirigió películas en Gran Bretaña, Hungría, Italia, España, Portugal, Suiza y Alemania, pero fue con la productora española Chamartín con la que en los años 50 rodó sus mejores obras, a menudo en coproducción con otros países. Influido por el expresionismo alemán, en su irregular filmografía destaca su habilidad técnica y es el suyo un cine de valores humanos sin pretensiones de autoría, cuyo propósito no era sino entretener y emocionar. Convirtió en estrella al niño Pablito Calvo con Marcelino, pan y vino (1955), un film de enorme éxito internacional que conmovió a medio mundo, dirigiéndole después en Mi tío Jacinto (1956) y Un ángel pasó por Brooklyn (1957). El broche de oro a su carrera lo puso el thriller El cebo (1958), rodado en Suiza.
László Vajda Weisz fue hijo de una soprano y del director teatral y guionista Ladislaus Vajda, quien en los años del cine silente escribió guiones para otros directores de origen húngaro como Michael Curtiz y Alexander Korda o el austriaco George W. Pabst. Su padre, establecido con su familia en Berlín, donde florecía la industria cinematográfica, no quería que su hijo heredase su oficio, por lo que conllevaba de inseguro; así que el joven László cursó un año de Ciencias Políticas, carrera que abandonó para acabar siendo contratado como eléctrico en unos estudios de rodaje en Berlín. 
En los años de tránsito del cine silente al sonoro trabajó como auxiliar de montaje, segundo operador o ayudante de dirección. A partir de 1931 fue montador y, gracias a su pericia técnica y a su conocimiento del idioma inglés, fue contratado por una productora británica para codirigir, junto a Victor Hanbury, su primera película, Where is this Lady? (1932), un musical con Mártha Eggerth, Owen Nares y Wendy Barrie. Tras la muerte de su padre en 1933, el ascenso del nazismo le obligó a abandonar Berlín, dado su origen judío. Continuó trabajando como montador en films ajenos y en Hungría e Inglaterra rodó una serie de olvidados títulos, entre ellos Un hombre bajo el puente (1936), Los tres dragones (1936), El castillo prestado (1937), Mi hija no es así (1937), Magdalena, cero en conducta (1938), El diamante negro (1938) o Teresa Venerdi (1938), siendo estas dos últimas objeto de sendos remakes a cargo del director italiano Vittorio De Sica. La expansión nazi le empuja a dejar Hungría para continuar trabajando en Italia en 1940, ya con el nombre de Ladislao Vajda, pero allí tuvo problemas con el régimen de Mussolini. Su película Conjura en Florencia (1941), drama sobre los Medici en la Italia medieval (el único film histórico que realizó), con Conchita Montenegro, Juan de Landa, Osvaldo Valenti y Leonardo Cortese, irritó al Duce, que lo interpretó como una llamada subversiva a la rebelión del pueblo contra la dictadura. La película fue primero secuestrada y después se exhibió mutilada, remontada por la censura y con otro título. Vajda cayó en desgracia, fue investigado en Cinecittà y vigilado por la policía política fascista. Su condición de judío también fue decisiva para considerarlo indeseable y Vajda fue conminado a abandonar Italia. Ante su delicada situación no tuvo más remedio que trasladarse a España en 1942, en un exilio que entonces consideraba provisional.
Al menos en la dictadura franquista no se perseguía a los judíos y Vajda nunca habló en público de su condición de tal. Sus contactos con actores españoles con los que había trabajado en Italia le sirvieron para introducirse en la cinematografía española de la posguerra y él se cuidó muy mucho de no contrariar al régimen. Sus primeras películas españolas carecían de pretensiones, salvo entretener: Se vende un palacio (1943), comedia con Roberto Rey, Mary Santamaría, José Nieto y Manolo Morán, Doce lunas de miel (1944), comedia dramática con Antonio Casal y Milú, Te quiero para mí (1944), comedia con Antonio Casal, Isabel de Pomés y José Nieto en la que debutó una adolescente Sara Montiel, El testamento del virrey (1944), comedia con Mercedes Vecino y Manuel Luna, Cinco lobitos (1945), adaptación de una comedia de los hermanos Alvarez Quintero, con Antonio Casal y Ana María Campoy, Tres espejos (1947), thriller de coproducción portuguesa, con João Villaret, Virgilio Teixeira y Carmen Dolores, o Barrio (1947), interesante drama policiaco que adaptaba una novela de Georges Simenon, con Milú, Guillermo Marín y Manolo Morán. Concluye la década rodando la coproducción anglo-italiana The Golden Madonna (1949), drama con Phyllis Calvert, Tullio Carminati y Michael Rennie.
En los 50 comienza estrenando Sin uniforme (1950), drama con Rafael Durán y Blanca de Silos, al que siguen La mujer sin nombre (1950), drama de producción británica, con Phyllis Calvert y Edward Underdown, Séptima página (1951), drama periodístico con reparto coral encabezado por Rafael Durán, Mª Rosa Salgado, Maruja Asquerino, Alfredo Mayo y Luis Prendes, Ronda española (1952), comedia musical que no es sino un sensiblero panfleto para exaltar una gira por Iberoamérica de un grupo de Coros y Danzas de la Sección Femenina de Falange, un film tan complaciente con el régimen que motivó que Franco concediese a Vajda la Cruz de Isabel la Católica (dos años después el cineasta magiar obtendría la nacionalidad española). Mayor interés ofrecen sus siguientes títulos: Doña Francisquita (1953), producción de Benito Perojo de la famosa zarzuela homónima, con Mirtha Legrand y Armando Calvo, y, sobre todo, Carne de horca (1953), recio retrato, con aires de western, del bandolerismo andaluz del siglo XIX, una coproducción con Italia que protagonizaron Rossano Brazzi, Emma Penella, Fosco Giachetti y José Nieto. Aventuras del barbero de Sevilla (1954) fue otro musical producido por Perojo, con Luis Mariano y Lolita Sevilla.
Pero lo mejor de Vajda estaba por llegar: Marcelino, pan y vino (1955), drama religioso basado en un relato de José María Sánchez Silva, lanzó a la fama al actor infantil Pablito Calvo, en el papel de un niño abandonado y recogido en un convento de frailes franciscanos, donde se hace amigo de un Cristo crucificado. Le secundaron prestigiosos actores como Rafael Rivelles, Antonio Vico, Juan Calvo o José Marco Davó. En esta película Vajda supo elevarse por encima de estereotipos, ofreciendo un imaginativo y conmovedor tratamiento del tema. Presentado en el Festival de Cannes, el film obtuvo allí dos distinciones: una mención especial de la Oficina Católica Internacional del Cine y otra mención especial a Pablito Calvo; en el Festival de Berlín logró un Oso de Plata. El éxito popular fue descomunal, no sólo en España, sino en países como Italia o Francia, así como en todo el continente americano, triunfando hasta en lugares remotos como Filipinas o Japón. Aún hoy es probablemente la película española más taquillera de la historia y Vajda ganó un dineral con ella. Despues de rodar Tarde de toros (1956), popular drama de ambiente taurino con los toreros Domingo Ortega, Antonio Bienvenida y Enrique Vera, realizó otra de su mejores obras, Mi tío Jacinto (1956), magnífico drama costumbrista influido por el neorrealismo italiano, con Pablito Calvo y Antonio Vico, film por el que el niño actor recibió el Premio del Público en el Festival de Berlín. Un ángel pasó por Brooklyn (1957), fábula de tintes sobrenaturales con Peter Ustinov y Pablito Calvo, reconstruyó convincentemente el ambiente neoyorquino en los alrededores de Madrid. Muchos críticos consideran como su obra maestra El cebo (1957), sólido y escalofriante thriller de coproducción suizo-hispano-alemana, basado en una historia del dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt sobre un asesino de niñas, film rodado en alemán con Heinz Rühmann, Michel Simon y Gert Fröbe. Después Vajda se desplazó a la Alemania Federal para rodar Apenas un duende (1959), comedia de fantasía con Heinz Rühmann y Nicole Courcel.
La última etapa de su carrera, ya en los años 60, resulta mucho menos interesante, con títulos como María, matrícula de Bilbao (1960), drama de aventuras marinas con Alberto Closas, Nadia Gray, Charles Vanel, Arturo Fernández y Javier Asín, Cerco de sombras (1961), drama de coproducción suizo-alemana, con Hansjörg Felmy, Luise Ullrich y Barbara Rutting, Atraco (1963), thriller alemán con James Robertson Justice, Helmut Wildt y Dieter Borsche, Una chica casi formal (1963), comedia con Liselotte Pulver, Alberto de Mendoza y Martin Held, o La dama de Beirut (1965), drama al servicio de Sara Montiel, durante cuyo rodaje Vajda sufrió un infarto agudo de miocardio que acabó repentinamente con su vida a la edad de 58 años. Su ayudante Luis María Delgado hubo de concluir el film.
Vajda se casó en 1943 con Clara Schroiff, de origen suizo, y su hijos nacieron en España.
 

1 comentario:

  1. Asombrado, este cineasta debería ser impartido en clases de historia. "Marcelino Pan y Vino", obra maestra, la cual convirtió al niño Pablito Calvo en estrella, Sara Montiel debutó en uno de sus films, Vittorio De Sica hizo remakes de sus películas, etc, y todo esto llevando una ajetreada vida. Muy buena publicación, és más, magnífica. Gracias Javi, por esta clase de historia.

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