MEMORABLE CARACTERÍSTICO DEL HOLLYWOOD CLÁSICO
Hoy es aniversario natal del actor estadounidense de teatro, cine y televisión Sam Jaffe. Intérprete característico de gran talento y versatilidad, cuyo menudo e inconvencional aspecto físico recordaba al famoso científico Albert Einstein, desarrolló una extensa carrera que prolongó hasta la edad de 92 años. Aportó notables dosis de humanidad a personajes poco comunes o excéntricos, que nunca pasaban inadvertidos. En los años 50 su nombre fue incluido en las tristemente célebres listas negras de Hollywood. Empero, en su filmografía hay varios grandes clásicos, entre ellos La jungla de asfalto (1950), magistral noir de John Huston por el que Jaffe fue candidato al Oscar al mejor actor de reparto después de ganar la Copa Volpi en Venecia.
Shalom Jaffe (su nombre natal) fue el menor de los cuatro hijos de una pareja de emigrantes judíos rusos. Su madre había sido bailarina en Ucrania y su padre era joyero. De niño Sam apareció en producciones teatrales para la comunidad judía en Nueva York junto a su madre, una conocida actriz y estrella de vaudeville. Tras estudiar ingeniería en dos universidades trabajó como profesor de matemáticas en el Bronx en un instituto donde llegaría a ser decano. En 1915 decidió volver a los escenarios, uniéndose a la compañía Washington Square Players. En su juventud compartió apartamento en Greenwich Village con el futuro director John Huston y ambos mantendrían una amistad de por vida.
Tras años de dedicación al teatro fue reclamado en Hollywood para interpretar al demente Zar Pedro III en Capricho imperial (1934) de Josef von Sternberg, drama histórico sobre la joven Emperatriz Catalina de Rusia, con Marlene Dietrich, John Lodge y Louise Dresser, al que siguieron películas como Vivimos de nuevo (1934) de Rouben Mamoulian, adaptación de la novela "Resurrección" de Tolstoi, con Anna Sten y Fredric March, Horizontes perdidos (1937) de Frank Capra, fantasía de aventuras orientales en el Tibet protagonizada por Ronald Colman donde Jaffe interpretó al misterioso Gran Lama, o Gunga Din (1939) de George Stevens, film de aventuras coloniales en la India basado en un relato de Rudyard Kipling, con Cary Grant, Victor McLaglen y Douglas Fairbanks Jr., que resultó un gran éxito comercial. Pese a ello y, a falta de otras ofertas, Jaffe volvió a Broadway para continuar su carrera en la escena, que se prolongaría hasta 1979.
Su segunda etapa en Hollywood incluye títulos como Calle Madeleine nº 13 (1946) de Henry Hathaway, thriller de espionaje bélico con James Cagney, Annabella, Richard Conte y Frank Latimore, La barrera invisible (1947) de Elia Kazan, drama sobre antisemitismo con Gregory Peck, Dorothy McGuire y John Garfield, La acusada (1949) de William Dieterle, drama de intriga judicial con Loretta Young y Robert Cummings, Soga de arena (1949) de William Dieterle, mezcla de aventuras y film-noir con Burt Lancaster, Paul Henreid, Claude Rains, Peter Lorre y Corinne Calvet, La jungla de asfalto (1950) de John Huston, obra maestra del género noir con Sterling Hayden, Louis Calhern, Jean Hagen, James Whitmore y John McIntire por la que Jaffe ganó la Copa Volpi al mejor actor en El Festival de Venecia y obtuvo una nominación al Oscar al mejor actor de reparto,
Sentencia de muerte (1951) de Ted Tetzlaff, drama criminal con Richard Conte y Audrey Totter, Ambición de mujer (1951) de Michael Gordon, drama con Susan Hayward, Dan Dailey y George Sanders, y Ultimátum a la Tierra (1951) de Robert Wise, clásico de ciencia-ficción con Michael Rennie, Patricia Neal y Hugh Marlowe.
En los años siguientes Jaffe experimentó el destructivo furor anticomunista al figurar su nombre incluido en la temibles listas negras que impedían a los estudios contratar a todo aquel sospechoso de simpatías izquierdistas. Debido a ello pasó siete años sin trabajar en Hollywood. Antes de su retorno apareció en la película francesa Los espías (1957) de Henri-Georges Clouzot, thriller de intriga con Curd Jürgens, Peter Ustinov, O.E. Hasse, Paul Carpenter, Véra Clouzot, Martita Hunt, Gérard Sety y Gabrielle Dorziat. Reapareció en el cine americano con El bárbaro y la geisha (1958) de John Huston, film de aventuras en el siglo XIX que protagonizó John Wayne, e interpretando al mayordomo Simónides en la superproducción épica de M.G.M. Ben-Hur (1959) de William Wyler, que por segunda vez adaptaba a la pantalla la novela histórica de Lew Wallace, con Charlton Heston, Jack Hawkins, Haya Harareet, Stephen Boyd, Hugh Griffith, Martha Scott y Cathy O'Donnell, film de enorme éxito y ganador de once Oscars. Curiosamente Jaffe tardó casi otra década en volver a la gran pantalla, pero en los años siguientes trabajó a menudo en televisión.
La última etapa de su filmografía incluye: Los cañones de San Sebastián (1968) de Henri Verneuil, western francés de aventuras en México con Anthony Quinn, Anjanette Comer y Charles Bronson, Ojos verdes, rubia y peligrosa (1969) de Hy Averback, western cómico con Zero Mostel, Kim Novak y Clint Walker, Terror en Dunwich (1970) de Daniel Haller, fantasía de terror con Sandra Dee, Dean Stockwell, Ed Begley y Lloyd Bochner, La bruja novata (1971) de Robert Stevenson, fantasía familiar de Disney, con Angela Lansbury, David Tomlinson, Roddy McDowall y John Ericson, Los siete magníficos del espacio (1980) de Jimmy T. Murakami, film de aventuras extraterrestres con Richard Thomas, Robert Vaughn, John Saxon y George Peppard, Nada es eterno (1984) de Tom Schiller, comedia de cienci-ficción con Zach Galligan, Lauren Tom y Apollonia van Ravenstein, y Río abajo (1984) de José Luis Borau, drama fronterizo con David Carradine, Scott Wilson y Victoria Abril.
Sam Jaffe contrajo matrimonio en dos ocasiones. En 1925 se casó con la actriz y cantante Lillian Taiz, de la que enviudó en 1941. Su segunda esposa, desde 1956, fue la actriz Bettye Ackerman, treinta y tres años más joven que él, y a la postre su viuda. Con ninguna de las dos tuvo hijos. El veterano actor falleció de cáncer dos semanas después de cumplir 93 años.
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