jueves, 18 de marzo de 2021

John Fraser (Glasgow, Scotland, UK, 18-3-1931 / London, UK, 7-11-2020): In memoriam

ROMPECORAZONES DEL CINE INGLÉS DE LOS 60
 
El recientemente desaparecido actor británico John Fraser cumpliría hoy 90 años. Su indudable apostura le abrió las puertas del mundo del cine, donde, pese a su origen humilde, solía interpretar personajes elegantes o aristocráticos. Su elogiada encarnación de Lord Alfred Douglas en Los juicios de Oscar Wilde (1960) estableció el sello de su carrera durante una década en que el cine británico experimentó un cierto renacimiento. A la sazón desechó la oportunidad de ir a Hollywood, pues era un joven gay y quería mantener un bajo perfil al respecto. Luego actuó en películas importantes como El Cid (1961), Repulsión (1965) o Isadora (1968). Dejó el cine pronto, pero continuó trabajando en televisión y teatro hasta su retiro en 1996, después de viajar por todo el mundo representando obras de Shakespeare.
La vida de John Alexander Fraser comenzó en la pobreza en un barrio de Glasgow. A los once años fue abusado por un soldado. En 1945 vivió la muerte de su padre, un comerciante alcóhólico que había arruinado su negocio y hubo de ser internado en varias ocasiones por disturbios mentales; seis meses después también murió su madre. Así pues, tanto él como sus dos hermanas mayores quedaron bajo la custodia de una tía. Desde su adolescencia John quiso ser actor y a tal fin recibió lecciones de elocución. Tras dejar la escuela superior a los dieciséis años y efectuar su debut teatral en su ciudad natal, encontró un trabajo radiofónico en la BBC escocesa antes de incorporarse al servicio militar. Ya licenciado como teniente, volvió al teatro como actor y ayudante de dirección. A los veinte años encontró un agente y en 1952 debutó en la televisión.
Tras aparecer sin acreditar en un par de películas, obtuvo un rol secundario en Valley of Song (1953) de Gilbert Gunn, comedia dramática con Mervyn Johns, Clifford Evans y Rachel Thomas, protagonizando después junto a Eileen Moore el drama The good beginning (1953), del mismo director. Volvió a los papeles de reparto en títulos como La manzana de la discordia (1954) de Marc Allégret, producción italiana en tres episodios protagonizados por Hedy Lamarr encarnando a Helena de Troya, Genoveva de Brabante y Joséphine de Beauharnais, Misión de valientes (1955) de Michael Anderson, drama bélico con Richard Todd  y Michael Redgrave, o El marido propone y ... (1955) de Michael Truman, comedia con Jack Hawkins, Margaret Johnston y Roland Culver. En esos años también trabajó en teatro y llegó a formar parte del Old Vic entre 1955 y 1957, debutando en esa prestigiosa compañía como Octavio en "Julio César" de Shakespeare. En Buenos camaradas (1957) de J. Lee Thompson, musical basado en una novela de J.B. Priestley, con Eric Portman, Celia Johnson, Hugh Griffith y Janette Scott, encontró su mejor oportunidad en la pantalla hasta entonces. Esta experiencia le llevó a grabar algunos discos como cantante pop entre 1957 y 1960, que se publicaron también en varios países europeos, llegando a tener su propio club de fans y a actuar en varios espectáculos televisivos.
Tras participar en El viento no sabe leer (1958) de Ralph Thomas, drama bélico con Dirk Bogarde, Yoko Tani y Ronald Lewis, destacó especialmente en Los juicios de Oscar Wilde (1960) de Ken Hughes, drama centrado en los dos procesos que enfrentaron al célebre escritor irlandés con el Marqués de Queensberry, padre de su amante Lord Alfred Douglas, con Peter Finch, Yvonne Mitchell, James Mason, Nigel Patrick y Lionel Jeffries. Su interpretación del egoísta, engreído y petulante Bosie, además de proporcionarle una nominación al BAFTA al mejor actor británico, contribuyó a su reputación de ser considerado el hombre más guapo de Gran Bretaña. Su filmografía prosigue con Whisky y gloria (1960) de Ronald Neame, drama militar con Alec Guinness, John Mills, Dennis Price, Kay Walsh y una debutante Susannah York, La bahía de los contrabandistas (1961) de John Gilling, film de aventuras dieciochescas con Peter Cushing, Bernard Lee y Michèle Mercier, El Cid (1961) de Anthony Mann, producción épico-histórica rodada en España, con Charlton Heston, Sophia Loren, Raf Vallone, Geneviève Page y Herbert Lom donde interpretó al primero Príncipe y luego Rey Alfonso VI, El mayor mujeriego (1962) de John Guillermin, comedia basada en una obra de Jean Anouilh, con Peter Sellers, Dany Robin, Cyril Cusack y Margaret Leighton, La pícara tahitiana (1963) de Philip Leacock, comedia con Nancy Kwan y Dennis Price, Operación Crossbow (1965) de Michael Anderson, thriller de espionaje con Sophia Loren, George Peppard, Trevor Howard, John Mills, Richard Johnson y Tom Courtenay, Repulsión (1965) de Roman Polanski, thriller psicológico con Catherine Deneuve, Ian Hendry e Yvonne Furneaux donde era el pretendiente de la protagonista, que acaba asesinado por ella, Estudio de terror (1965) de James Hill, thriller de intriga basado en personajes de Arthur Conan Doyle, con John Neville, Donald Houston, Anthony Quayle, Barbara Windsor, Adrienne Corri y Robert Morley, El doctor, la enfermera y el loro (1966) de Ralph Thomas, comedia con Leslie Phillips, James Robertson Justice, Shirley Anne Field y Joan Sims, e Isadora (1968) de Karel Reisz, drama biográfico con Vanessa Redgrave, James Fox, Ivan Tchenko y Jason Robards donde interpretó al biógrafo de la famosa bailarina.
En adelante continuó trabajando en la televisión, apareció en su última película, Esquizofrenia (1976) de Pete Walker, film de terror con Lynne Frederick, John Leyton y Stephanie Beacham donde interpretó a un psiquiatra, y se mantuvo ocupado en recurrentes retornos al teatro. El colofón de su carrera fue cofundar en 1976 una compañía de repertorio que a lo largo de quince años llevó extractos de obras de Shakespeare a diversas regiones y ciudades de Africa, China, Japón, India, Sri Lanka, Australia y Europa. También publicó un libro sobre sus viajes africanos, dos novelas y una obra teatral. En 1996 se retiró a una población italiana de la Toscana junto a su pareja, Rod Pienaar, un artista a quien había conocido en Cape Town, durante una gira por Sudáfrica en los 70. Ambos convivirían (en una villa que Fraser había comprado allí en 1971) hasta 2010, año en que regresaron a Inglaterra.
En el año 2004 editó su autobiografía, "Close up", en la que, además de recordar su vida y carrera, contaba sabrosas anécdotas sobre compañeros de profesión (sacó del armario a actores como Laurence Harvey o Dirk Bogarde, ambos ya muertos) y desvelaba que el bailarín Rudolf Nureyev había sido su amante durante seis semanas.
Diagnosticado de cáncer de esófago en su año postrero, Fraser se negó a recibir quimioterapia. Estuvo en el hospital, pero pidió salir de allí para poder morir en su casa londinense. Rod, su compañero durante sus últimos cuarenta y dos años de vida, se ocupó de administrarle morfina. El fallecimiento del actor se produjo a la edad de 89 años.
 

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