jueves, 8 de agosto de 2019

Esther Williams (Inglewood, California, US, 8-8-1921 / Los Angeles, California, US, 6-6-2013): In memoriam

LA SIRENA DE HOLLYWOOD

Hoy es aniversario natal de la nadadora y actriz estadounidense Esther Williams, la única estrella de la historia que por sí misma creó un estilo cinematográfico: el musical acuático. Un subgénero del cine musical del que fue protagonista exclusiva y que, de hecho, desapareció el día en que ella lo abandonó. Su escenario natural era la piscina, donde Esther era el centro de fastuosas coreografías acuáticas de las cuales emergía siempre espléndida, como una rutilante diosa de las aguas. Sus fantasiosas y escapistas películas, por lo general construidas en torno a argumentos triviales en escenarios muy coloristas, constituyeron en su día el divertimento ideal para la familia americana. Metro-Goldwyn-Mayer, la productora de todas ellas, ganó dinero a espuertas exhibiendo a una siempre sonriente Williams con maquillaje a prueba de agua evolucionar una y otra vez bajo el líquido elemento, efectuando saltos de trampolín  o practicando esquí acuático. Pero la popularidad de la en su día llamada Sirena de América fue efímera y, poco después de cumplir cuarenta años, no contando con especiales dotes dramáticas, dejó el cine y se convirtió en mujer de negocios.
El nacimiento de Esther Jane Williams no fue deseado por sus padres, un pintor rotulista y una psicóloga que ya tenían cuatro hijos (de hecho, la madre había intentado someterse a un aborto). Buscando prosperar, la muy modesta familia se había establecido antes en Salt Lake City, Utah, en donde casualmente la entonces famosa actriz Marjorie Rambeau creyó ver en Stanton Williams (nacido nueve años antes que su hermana Esther), cualidades aprovechables por el cine (en aquella época, todavía silente). El caso fue que los Williams se desplazaron a Los Angeles y el cabeza de familia adquirió un pequeño terreno en la zona suroeste de la ciudad y allí levantó su casa. Esther nació en el salón, que era el recinto donde dormía toda la familia hasta que el señor Williams pudo completar las otras habitaciones. Pero Stanton murió en 1929 a los dieciséis años de una obstrucción intestinal y la fantasía de la familia se desvaneció.
Precisamente dieciséis años tenía en 1935 Buddy McClure, un chico que acababa de perder a su madre, y la señora Williams, aún afligida por la pérdida de Stanton, lo invitó a vivir con ellos. Esther contaría en sus memorias que en cierta ocasión, mientras el resto de la familia estaba ausente visitando a unos parientes en otra población, McClure la violó. A la sazón Esther tenía trece años y tardó dos en atreverse a contar a sus padres lo sucedido. Al principio su madre no la creía, alegando que McClure era un chico 'sensible'. Cuando el joven confesó la verdad, a la señora Williams no le quedó otro remedio que expulsarle. Esther nunca lo volvió a ver.
La pequeña de los Williams había empezado a acudir a una piscina que había cerca de su casa y, para pagarse la entrada, trabajaba recogiendo toallas. No fue lo único que hizo: también aprendió a nadar con los socorristas. Tras sucesivos entrenamientos, a los dieciséis años ya había ganado tres campeonatos nacionales de natación. Después de graduarse se matriculó en la Universidad de Los Angeles con el propósito de convertirse en profesora de educación física. Para costearse los estudios trabajó en unos grandes almacenes donde también ejerció de modelo para los clientes y fue fotografiada para anuncios en periódicos. Allí fue descubierta por Billy Rose, quien le ofreció participar en su espectáculo Aquacade (1939), empleo que ella aceptó y en el que fue emparejada al nadador olímpico Johnny Weissmuller, por entonces ya famoso en la pantalla como Tarzán. Según contó Williams mucho después, el alto, fuerte y arrogante Weissmuller intentó repetidamente seducirla  y llegó a convertirse en una 'pesadilla sexual' para ella. Pese a todo la joven continuó con el espectáculo hasta el otoño de 1940, después de que su intención de participar en los Juegos Olímpicos de Helsinki en el verano de 1940 no pudiese ser llevada a efecto por la cancelación de los mismos a causa de la II Guerra Mundial.
Fue en Aquacade que Williams llamó la atención de cazatalentos de Metro-Goldwyn-Mayer. El presidente del estudio buscaba deportistas femeninas para competir con Sonja Heine, estrella patinadora de la Fox. El contrato firmado entre M.G.M. y su nueva adquisición en 1941 estipulaba que además de entrenarse como nadadora, recibiría lecciones de dicción, canto, baile y actuación durante nueve meses. Williams fue fotografiada en numerosas ocasiones en traje de baño y se convirtió en una pin-up. Tras diferentes pruebas de pantalla le dieron pequeños papeles en La doble vida de Andy Hardy (1942) de George B. Seitz, comedia en la que fue besada por primera vez en la pantalla (naturalmente, bajo el agua) por su protagonista, Mickey Rooney, y en Dos en el cielo (1942) de Victor Fleming, drama bélico aéreo con Spencer Tracy y Irene Dunne.
Su lanzamiento al estrellato se produjo con su primera película en technicolor, Escuela de sirenas (1944) de George Sidney, una comedia con Red Skelton y números musicales mayormente a cargo de orquestas latinas (la guerra había bloqueado el mercado europeo y Hollywood puso sus miras en el latinoamericano), donde las secuencias de natación sólo ocupaban una parte del metraje. Abundantemente publicitado con los carteles mostrando a Williams en traje de baño, el film logró un gran éxito. Pero el espectáculo de Williams como bañista no había hecho más que empezar y la nueva estrella protagonizaría más adelantes sus películas más deslumbrantes. Después fue emparejada a Van Johnson en Juego de pasiones (1945) de Richard Thorpe, otra comedia acuática con números orquestales aún más taquillera que la anterior. Luego de interpretarse a sí misma en una secuencia de Ziegfeld Follies (1945), protagonizó El canalla redimido (1946) de Norman Taurog, drama con William Powell que no contentó al público (ella no nadaba), Que siga la boda (1946) de Edward Buzzell, musical con Van Johnson donde volvió a sumergirse y además cantó y bailó, Fiesta brava (1947) de Richard Thorpe, musical con Ricardo Montalbán donde aparecía vestida de torero, El recuerdo de tus labios (1947) de Richard Thorpe, musical con Lauritz Melchior y Jimmy Durante donde también había zambullidas, En una isla contigo (1948) de Richard Thorpe, musical con Peter Lawford, Ricardo Montalbán, Jimmy Durante, Cyd Charisse y Xavier Cugat en el que Williams nadaba en aguas de Honolulu en Hawaii, Llévame a ver el partido (1949) de Busby Berkeley, musical de época sobre el mundo del béisbol donde sólo había un número acuático, con Frank Sinatra y Gene Kelly, La hija de Neptuno (1949) de Edward Buzzell, musical acuático con Red Skelton y Ricardo Montalbán (quien también se mojaba con ella), Serenata en el Valle del Sol (1950) de Robert Z. Leonard, musical con ballets acuaticos donde compartió créditos con Van Johnson y John Lund, Canción pagana (1950) de Robert Alton, musical con Howard Keel y zambullidas en Tahití, Carnaval en Texas (1951) de Charles Walters, musical acuático con Red Skelton y Howard Keel, Faldas a bordo (1952) de Sidney Lanfield, musical acuático con Joan Evans, Vivian Blaine y Barry Sullivan, La primera sirena (1952) de Mervyn LeRoy, mezla de melodrama biográfico y revista musical acuática, con Victor Mature, Walter Pidgeon y David Brian, probablemente el film más espectacular de Williams, Mojada y peligrosa (1953) de Charles Walters, musical acuático con Fernando Lamas y Jack Carson donde incluso nadaba con Tom & Jerry, además de cruzar a nado el Canal de la Mancha, Fácil de amar (1953) de Charles Walters, musical con Van Johnson y Tony Martin que finaliza con una espectacular secuencia de esquí acuático, y La amada de Júpiter (1954) de George Sidney, musical acuático ambientado en la Antigua Roma, con Howard Keel, Marge & Gower Champion y George Sanders. Todos los musicales de Williams fueron exitosos y dieron mucho dinero a M.G.M., pero, curiosamente, este último (el más costoso) fracasó en taquilla, lo que derivó en que la estrella, incómoda y descontenta, entrase en conflicto con el estudio del león y lo dejase para intentar reorientar su carrera.
La propia Esther había diseñado muchos de sus ballets. Era un trabajo duro que la obligaba a pasar numerosas horas del día ensayando. El público poco sabía de los percances que a veces sufría la estrella: ojos irritados por el cloro de las piscinas, tímpanos dañados, accidentes, lesiones... Llegó el momento que se cansó de repetir una y otra vez el mismo esquema y trató, como actriz independiente, de salir del encasillamiento alejándose de M.G.M. y del agua. Pero sus intentos de reciclarse en actriz dramática no resultaron exitosos: para Universal rodó Sombras en la noche (1956) de Harry Keller, thriller de intriga con George Nader y John Saxon, y Romance en el paraíso (1958) de Richard Wilson, drama pasional en una isla mediterránea con Jeff Chandler y Rossana Podestà. A pesar de que esta última cinta fue ampliamente publicitada por el romance surgido durante el rodaje entre Williams y Chandler ("la película que tompió dos matrimonios" proclamaban las crónicas), el público no respondió. El gran espectáculo (1961) de James B. Clark, drama producido por la Fox ambientado en el mundo del circo, con Cliff Robertson, conoció un discreto éxito. Por contra, su última película, La fuente mágica (1963), un drama rodado en España dirigido y coprotagonizado por Fernando Lamas, ni siquiera fue distribuido a los Estados Unidos. En sus últimos años de carrera artística  la ex sirena hizo algunas colaboraciones ocasionales en la televisión.
Cuando su estrella se apagó no se resignó a ser un ama de casa: diseñó piscinas, trajes de baño y una línea de productos relacionados con la natación. Dirigió también cursos para enseñar a nadar a los niños por toda la nación y se convirtió en una de las mayores promotoras de la natación sincronizada. Probablemente este deporte nunca habría llegado a ser tan conocido hoy en día de no ser por Esther Williams y, en reconocimiento a su trabajo, fue la estrella invitada del estadio de natación de Los Ángeles durante los Juegos Olímpicos de 1984, en el estreno de la natación sincronizada como disciplina olímpica. En 1999 se publicó su autobiografía: "La sirena de un millón de dólares". En 2007 confesó haber sufrido un accidente cerebrovascular que la condujo a una silla de ruedas.
Esther Williams se casó en cuatro ocasiones, finalizando en divorcio sus dos primeros matrimonios y en viudedad el tercero. Su primer marido fue Leonard Kovner (1940-1944), estudiante de medicina a quien conoció durante su breve paso por la universidad (Un hombre «listo, guapo, responsable y... aburrido», según le describiría ella muchos años después). Con el segundo, el cantante y ocasional actor Ben Gage (1945-1958), tuvo tres hijos: Benjamin (1949), Kimball (1950) y Susan (1953); en su autobiografía lo retrató como un parásito alcohólico que dilapidó diez millones de dólares de la fortuna de ella en apuestas y desastrosas inversiones. Durante este matrimonio Williams tuvo un affair amoroso con el actor Victor Mature (a la sazón también casado) mientras ella se recuperaba de un accidente durante el rodaje de La primera sirena. Antes de divorciarse de Gage vivió también un tórrido idilio con Jeff Chandler, con el que estuvo a punto de casarse hasta que ella lo descubrió vestido con su propia ropa, pues al parecer el travestismo era la obsesiva afición oculta del actor. Después de diez años de soltería se casó en 1969 con el actor argentino Fernando Lamas, quien había sido su amante veinte años antes estando ambos casados, habiéndolo dejado al sorprenderlo en la cama con Lana Turner en el camerino contiguo. En esta segunda ocasión él le prometió fidelidad a Williams a cambio de total sumisión y de comprometerse a no ver a sus hijos (esporádicamente sólo pudo encontrarse con ellos a escondidas). El machista Lamas era muy posesivo y celoso y esta situación se prolongó durante trece años hasta la muerte de él por cáncer de páncreas en 1982. Su cuarto y último marido fue el actor Edward Bell, catorce años más joven que ella, con quien se casó en 1994 con 73 años cumplidos. Este fue su matrimonio más estable y duró hasta la muerte de ella a los 91 años mientras dormía.  Tras su fallecimiento muchos recordaron la frase con la que le gustaba resumir su vida: «Solo fui una nadadora que tuvo suerte».



   

1 comentario:

  1. Pues considero esta publicación una de las tantas obras maestras de Javi. Muy completa, coloquial, entretenida y graciosa. Para mí tan deslumbrante como la Williams.

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