martes, 13 de noviembre de 2018

Oskar Werner (Viena, Austria, 13-11-1922 / Marburg an der Lahn, Alemania, 23-10-1984): In memoriam

FRAGILIDAD ROMÁNTICA

Hoy es aniversario natal del actor austriaco Oskar Werner. Rubio, apuesto, de mirada penetrante y soñadora, pausado, huraño, inquietante, eran rasgos que distinguían a este sensible intérprete que consideraba al teatro como su cónyuge y al cine como su amante. Dejó tras sí una filmografía poco extensa pero en la que hay al menos cuatro títulos clásicos, siendo especialmente recordado su romántico e intelectual Jules de Jules y Jim (1962), memorable film de Truffaut, un cineasta que se convirtió en su amigo y con quien rompió tras el rodaje de Fahrenheit 451 (1966). Fue candidato al Oscar al mejor actor por El barco de los locos (1965) y ganó un Globo de Oro al mejor actor de reparto por El espía que surgió del frío (1965).
Nacido Oskar Josef Bschließmayer en el seno de una familia humilde, sus padres se divorciaron pronto. Fue criado por su abuela, que le infundió el amor por el teatro. Mientras era estudiante participó en actividades teatrales escolares y a los dieciocho años fue aceptado para formar parte del Burgtheater, el teatro estatal vienés, del que se convirtió en el miembro más joven y donde debutó en 1941 con el nombre de Oskar Werner. La Segunda Guerra Mundial interrumpió rápida y bruscamente su carrera, pues a finales de ese año fue reclutado para combatir en el frente ruso por las fuerzas invasoras alemanas, para las que su físico era la encarnación del prototipo ario. Pacifista convencido y sintiendo profunda aversión por el régimen nazi, se vió obligado a vestir el uniforme militar de la Wehrmacht, pero durante su entrenamiento hizo lo imposible para evitar ir a la guerra y, declarado incompetente, se le asignó la tarea de pelar patatas y limpiar letrinas en la retaguardia. En 1944 se casó secretamente con la actriz Elisabeth Kallina, que era medio judía y con la que tuvo a su hija Elinore. En diciembre de ese año desertó y con su nueva familia se mantuvo oculto en una pequeña cabaña en los bosques vieneses, en medio de los bombardeos, hasta el fin de la contienda. Werner sabía muy bien que, de ser descubiertos, los habrían ejecutado.
En la posguerra retornó al Burgtheater y actuó en roles de reparto en buen número de obras clásicas. Ya a finales de los años 30 había aparecido como figurante en algunas películas, pero su debut oficial en el cine se produjo con El ángel con la trompeta (1948) de Karl Hartl, film del que se haría un remake inglés en 1950 a cargo de Anthony Bushell. Entre ambas interpretó al sobrino de Beethoven en Eroica (1949) de Walter Kolm-Veltée. Luego de intervenir en varias películas austriacas o alemanas fue contratado por 20th Century Fox para protagonizar su primer film americano junto a Richard Basehart, Gary Merrill y Hildegard Knef, el drama bélico Decisión al amanecer (1951) de Anatole Litvak, candidato al Oscar a la mejor película y donde interpretó a un prisionero de guerra alemán. El estudio le prometió otros papeles en producciones que no se materializaron, por lo que Werner, cansado de esperar, volvió a Europa y a sus raices teatrales, estableciéndose en Triesen, Liechtenstein, en una casa que él mismo diseñó y construyó con un amigo. En teatro actuó en obras como "Hamlet", "La muerte de Danton", "Enrique IV", "Enrique V", "Torquato Tasso" y "Becket". Tras divorciarse de su esposa en 1952 se casó dos años después con Anne Power, hija de la actriz francesa Annabella y adoptada por su marido Tyrone Power. El segundo divorcio de Werner se haría efectivo en 1968.
Después de varios años de inactividad en el cine reapareció en El último acto (1955) de Georg Wilhelm Pabst, producción alemana que, basada en un relato de Erich Maria Remarque, narraba los últimos diez días de Hitler en un bunker subterráneo, con Albin Skoda como Hitler, Lotte Tobisch como Eva Braun y Willy Krause como Goebbels. Le siguieron el thriller Espionaje en San Petersburgo (1955) de Franz Antel, Mozart (1955) de Karl Hartl, drama austriaco donde interpretó el papel titular, y Lola Montès (1955) de Max Ophüls, espléndido drama histórico de producción francesa sobre la famosa bailarina y cortesana, con Martine Carol, Peter Ustinov y Anton Walbrook.
Tras otros siete años ausente de la pantalla, el reconocimiento internacional le llegó con Jules y Jim (1962) de François Truffaut, drama romántico de época sobre dos hombres enamorados de la misma mujer, con Jeanne Moreau y Henri Serre, film pronto convertido en clásico de culto. Sus siguientes películas fueron El barco de los locos (1965) de Stanley Kramer, drama con Vivien Leigh, Simone Signoret, José Ferrer, Lee Marvin y Elizabeth Ashley por el que Werner fue candidato al Oscar al mejor actor, El espía que surgió del frío (1965) de Martin Ritt, notable adaptación de una novela de John Le Carré, en la que compartió créditos con Richard Burton y Claire Bloom y por la que Werner ganó un Globo de Oro al mejor actor de reparto, Fahrenheit 451 (1966) de François Truffaut, distopía de ciencia-ficción sobre una novela de Ray Bradbury, con Julie Christie y Cyril Cusack, Interludio de amor (1968) de Kevin Billington, remake británico del melodrama dirigido por Douglas Sirk en 1957, con Barbara Ferris, Las sandalias del pescador (1968) de Michael Anderson, drama religioso con Anthony Quinn, Laurence Olivier, David Janssen y Vittorio De Sica, y El viaje de los malditos (1976) de Stuart Rosenberg, drama con Faye Dunaway, Max von Sydow, Malcolm McDowell, Orson Welles, James Mason, Lee Grant, Katharine Ross y Ben Gazzara.
Oskar Werner tuvo un segundo hijo, Felix (extramatrimonial), en 1966 con la modelo americana Diane Anderson. En sus últimos años pasó largas temporadas en soledad, padeció depresiones y se precipitó en el alcoholismo, lo que fue factor decisivo en el declive de su salud y su carrera. Su último papel teatral fue en "El príncipe de Homburg" en 1983. Un año después un ataque al corazón acabó con su vida a la edad de 61. Su ex-amigo Truffaut había muerto dos días antes.


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