Museo LoPiù: Hairstyles of female stars (1920-1989)

DÍA DEL PELUQUERO

El Día del Peluquero se celebra todos los 25 de agosto a nivel internacional. La conmemoración se remite al siglo XIII, cuando el servicio de peluquería era sólo para la nobleza. En esos tiempos, la clase alta de la sociedad europea usaba pelucas y el peluquero, que pertenecia a la clase plebeya, se ocupaba de perfeccionar esas pelucas y no el pelo natural. En ese contexto, en Francia, el Rey Luis IX decidió jerarquizar a su peluquero nombrándolo "hombre libre" y dándole un rango similar al de los caballeros, médicos, jueces y magistrados. En los siglos siguientes hubo barberos y peinadores que se encargaban de afeitar, teñir, peinar e incluso arreglar las uñas de los varones. Estaba prohibido que un peluquero arreglara a una mujer, si esto ocurría la mujer recibía un castigo. La fecha del 25 de agosto, se designa porque fue el día en que, en 1297, la Iglesia Católica santificó a Luis IX.

La referencia más remota que se tiene sobre la existencia de los cuidados cosméticos en el cabello nos remite al antiguo Egipto, donde la élite gobernante ya utilizaba diferentes cortes de pelo, teñidos y pelucas. Los griegos convirtieron el culto a la belleza en uno de los pilares de su cultura y los peinados que triunfaron en sus días eran extremadamente elaborados y llenos de elementos decorativos. Al contrario que los egipcios, los griegos adoraban el movimiento expresado a través de múltiples rizos y ondas. En Grecia, como en Egipto, los esclavos eran los encargados de mantener lo más hermosas posible las cabezas de sus amos. Entre las múltiples adopciones culturales que los romanos tomaron de los griegos, se encuentran, cómo no, los criterios estéticos, y entre ellos el de mostrar cabellos lustrosos y peinados esmerados y con infinidad de detalles. En la Edad Media la austeridad extrema prevaleció sobre los afeites y la coquetería. Sólo en la Corte y los pequeños entornos de los señores feudales se mantenía un nivel de vida que permitía unos mínimos retoques estéticos. El Renacimiento italiano y, posteriormente, el Barroco francés recuperaron los valores de la época clásica y las clases altas instituyeron modas que revalorizaron el valor del aseo y el cuidado personal. En el siglo XVIII, el efectismo y la ostentación llegaron a cotas de refinamiento hasta entonces desconocidas y espectaculares pelucas fueron distintivas de la nobleza. Con la Revolución francesa, las pelucas desaparecieron por completo y volvió el gusto por el pelo natural. La Revolución industrial, el triunfo del capitalismo, el aumento de la población y las mejoras higiénicas condujeron a la creación de nuevas profesiones que jamás antes habían existido lejos de palacio. Aparecieron así los peluqueros como gremio laboral. El siglo XX dio el impulso definitivo a la peluquería profesional haciendo surgir los salones de belleza dedicados exclusivamente al cabello. Un hecho verdaderamente destacable fue el acontecido en los años veinte: las mujeres se cortaron sus ancestrales melenas. Su incorporación al mundo laboral propició que el pelo corto resultase mucho más cómodo, además de un símbolo de modernidad. La progresiva emancipación de la mujer occidental y su creciente poder adquisitivo han convertido el peinado en una de sus más características señas de identidad.

La época dorada de Hollywood, la de lo que hoy son los clásicos del cine, influirá en todos los aspectos de la moda y marcará tendencias. Se crea el culto a la imagen que, naturalmente, incluye y destaca el peinado, sobre todo, en la mujer. He aquí un recorrido fotográfico que refleja los distintos cambios de estilismo en coiffure experimentados por las estrellas femeninas año a año a lo largo de siete décadas.